Goyena fue el orador; Alsina el político; Del Valle el jurista; Rawson el médico; Lugones el poeta; en cambio Zeballos lo fue todo: jurista, político, periodista, catedrático, historiador, etnógrafo, geógrafo, eximio, profesor universitario, legislador y novelista argentino, que ocupó tres veces el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores de su país.
Fue uno de los más destacados intelectuales y políticos de la generación del 80. Inteligente, con vocación de liderazgo en todo lo que encaraba, investigador y escritor incansable, ambicioso, representó las mejores virtudes y acompañó los peores defectos de los creadores del orden conservador.
Perteneciente a la parentela pobre de las antiguas familias fundadoras, escaló su carrera acercándose a los prohombres de la época, tanto en la política como en la ciencia, hasta alcanzar posiciones en la primera línea de la élite gobernante, declinando con la aparición del radicalismo.
Fue probablemente el mayor publicista del nuevo orden económico establecido por su generación. Al dominar nueve idiomas por su desempeño se le otorgó el título de doctor honoris causa de las universidades de París, Londres, Berlín, Viena, Madrid, más fue condecorado con la cruz de la legión de Francia; honores sumados a las condecoraciones en nuestro país en los cincuenta años en la vida institucional y política del país.
Nació en Rosario el 27 de julio de 1854 en nuestra urbe - cuando era una oscura y pobre villa - pero el niño iría templando su espíritu y su intelecto al amparo de su madre, doña Felisa Juárez, dueña de una vasta cultura, de un dominio de sí misma y de una abundante fortuna. Su padre, Don Estanislao Zeballos, fue uno de los patriotas que en Rosario se pronunciaron contra la tiranía de Rosas el 25 de diciembre de 1851 en el Hueco de Cardozo (Actualmente sería en la calle Juan Manuel de Rosas al1000) cuando cumplía las funciones de teniente coronel. Nombrado jefe de policía en 1852, después de Caseros, como valiente veterano desafió los graves peligros que implicaban mostrarse antirosista. También fue quien dio a nuestra ciudad, la primera nomenclatura el año siguiente de su designación.
En cuanto a Estanislao hijo, ya adolescente hizo su primer aprendizaje en el Liceo y Escuela de artes y oficios, pasando luego a estudiar en el Colegio Nacional y posteriormente en la Universidad de Buenos Aires.
Talento perfecto, actividad inquieta y multiforme cursó simultáneamente Derecho e Ingeniería hasta que se doctoró en leyes, con sólo veinte años.
Es insuficiente para dar una idea aproximada a los argentinos del influjo que el Dr. Zeballos ha tenido en el desarrollo de acontecimientos históricos decisivos fuera de nuestro entorno estatal, como el "americanismo" que constituía para él una obsesión como Moreno, Rivadavia, Alberdi, Mitre, Sarmiento, Urquiza, don Bernardo de Irigoyen, Sáenz Peña y Drago integrando la élite de nuestros internacionalistas, que pensaban que los puertos de América debían estar abiertos al mundo entero.
Idea que lo llevó a Estados Unidos a hacer sentir su voz en congresos y asambleas, demostrando con lógica certera que si la teoría de Monroe había sido sabia: "América para los americanos" según Zeballos debía expandirse, como América libre, próspera, unida y con los brazos abiertos para el mundo. "América para la humanidad".
Juan Alvarez en su "Historia de Rosario" nos dice: "Fue miembro de la Corte permanente de arbitraje de La Haya y de muchas corporaciones extranjeras, contando entre sus títulos nacionales haber fundado la Sociedad Científica Argentina, el Instituto Geográfico, el Popular de conferencias y la Revista de derecho, historia y letras; publicación de próspera vida a lo largo de veintitantos años," que dirigió desde 1898 hasta su muerte, dedicados al análisis de los problemas nacionales.
Los 76 volúmenes abarcan hechos que denotan su multifacética existencia realizadora. Dr. Estanislao Zeballos falleció en Liverpool, el 4 de octubre de 1923.
Rosario tiene el honor ineludible de honrar en la nomenclatura de una calle el talento y la acción de uno de los más preclaros e ilustres hijos.
El padre de Zeballos en la historia épica de Rosario
Al promediar la vida, Estanislao S. Zeballos (H), quiso reunir datos que le permitieran escribir la biografía de su padre, como medio de ilustrar a sus familiares y habitantes, acerca de quién, luego de combatir con los indios y de luchar en distintos campos de batalla durante las guerras fratricidas, había dedicado sus modestos esfuerzos al desarrollo de Rosario.
Para ello, el eminente polígrafo y hombre público, escribió a antiguos vecinos de la ciudad y especialmente, a su medio hermano Antonino Urraco, quien le envió varias cartas escritas con enrevesadas letras, a medida que surgían en su mente los recuerdos de su infancia.
El Coronel Benjamín López, informó al hijo que el rosarino había peleado contra los ejércitos de Verón de Astrada, Lavalle y Paz, en las batallas de Pago Largo, Cagancha, Arroyo Grande, Sauce Grande y Caguazú.
En su recorrido por el campo, entre 1901 y 1905, conoció a la viuda Ana Martínez de Urraco, quien cayó cautiva de un Malón, Zeballos padre, se lanzó a rescatarla y lo logró un año después en San Luis.
De los amores entre aquel y la joven viuda de Basualdo, nació en junio de 1829, Antonino; a pesar de que el niño no fue reconocido, la relación entre ellos duraría hasta 1832, cuando ambos figuran apadrinando a una niña, Estanislada Zeballos.
Posteriormente, regresó a Rosario, y aprovechando que su mamá, Doña Teresa Zeballos, poseía un comercio en las actuales esquinas de Córdoba y Maipú, optó por ensancharlo.
En cuanto a los hermanos, aunque en situaciones jurídicas diferentes, uno siendo hijo legítimo, y el otro, ilegal, los unía un entrañable afecto, pues mantuvieron una fluida comunicación.
El mayor mérito del padre de Estanislao Zeballos fue la creación del primer plano de la ciudad de rosario, fechado en 1853.
UNA NOTA CURIOSA PARA NUESTRA CIUDAD:
Una penitenciaría con 110 años de historia se halla ubicada en este siglo XXI en la intersección de las calles Zeballos y Ricchieri