YATAY (BATALLA LIBRADA EL 17DE AGOSTO DE 1865)
El arroyo Yatay se halla en el departamento de Paso de los Libres junto a la ciudad de ese nombre y desemboca en el río Uruguay. En su curso inferior forma una amplia curva que encierra los campos donde tuvo lugar el combate de Yatay.
Allí se concentró el ejército aliado buscando al enemigo que marchaba por Corrientes, a lo largo por tierra a lo largo de la margen derecha del río Uruguay a las órdenes del teniente coronel Antonio Lacau Estigarribia mientras el mayor Duarte lo hacía por la izquierda. Fuerzas paraguayas con abundante caudal numérico de hombres, a pesar de haber sido derrotadas en el combate del Riachuelo.
El general Venancio Flores, comandante en jefe del ejército de vanguardia argentino – brasileño – uruguayo, conducía diez mil seiscientos ochenta soldados y ayudado por el general Wenceslao Paunero, comandante en jefe del primer Cuerpo de ejército argentino aniquiló en la batalla de Yatay el 17 de agosto de 1865, las columnas paraguayas.*
Fue un exterminio brutal al punto que sólo se salvaron diez hombres, que serían los encargados de llevar el parte de la derrota.
El doctor don Julio Herrera y del Obes, secretario del general Venancio Flores, narró el combate al general José Ignacio Garmendia, en setiembre de 1901 en la siguiente forma: “No he olvidado sobre todo ni un detalle sobre la batalla de Yatay, como que fue esa la primera acción de guerra a que asistía y los recuerdos de esa clase acentuados por las emociones violentas de una batalla son :los que o se borran nunca de la memoria.
La batalla de Yatay ha sido presentada hasta ahora por todos los que sobre ella han escrito como un hecho de armas de escaso mérito militar para los aliados. Fúndase esta apreciación en que el ejército de vanguardia a las órdenes del general Venancio Flores se componía de 11000 hombres de las tres armas con 46 piezas den artillería y la columna paraguaya a las órdenes del mayor Duarte no pasaba de 3500 hombres.
…Entre tanto se libró una reñida batalla en la que los aliados tuvieron 300 bajas entre muertos y heridos. En efecto, debido a una orden mal dad y acaso también a un sentimiento mal entendido den estímulo militar, Yatay fue librada en condiciones desventajosas para os aliados.
El arroyo Yatay que en condiciones normales es un hilo de agua que corre entre barrancos estaba en esa ocasión desbordado y correntoso a causa de las grandes lluvias caídas en esos días. Todo estaba anegado formand9o un gran bañado que había que cruzar con el barro al tobillo.
El ejército oriental llegó a 500 metros de la línea paraguaya sin disparar un tiro, pues sus guerrillas nos contemplaban inmóviles y silenciosas metidas en aquellos fosos que bien pronto iban a ser para ellos verdaderos fosos.
Estábamos tan cerca el enemigo, que no solo podíamos contar su número sino detallar su vestimenta original y primitiva.
Sus altos y duros morrones de suela cruda invulnerables al filo de los sables de nuestra caballería; sus camisetas de bayeta punzó que se destacaban como manchas de sangre sobre el fondo verde del campo; su jerga a listas blancas y azules envueltas y atadas a la cintura cubriéndoles las piernas hasta las rodillas como el pollerón de los higlanders escoceses.
Aquella vestimenta extraña empezó a inspirar poco respeto a nuestros soldados que veían en ese hecho una manifestación de inferioridad militar.
El general Flores reconoció con su anteojo las posiciones enemigas y se dió cuenta e el acto de que aquella fuerza estaba venida y prisionera antes de pelear.
Desatada la contienda los paraguayos tuvieron que ceder siendo arrollados y sableados hasta el borde del Yatay, cuyas aguas sirvieron de refugio a los que perdieron atravesando a nado, y de tumba a los que arrebatados por la corriente perecieron ahogados.
La batalla estuvo terminada, tres horas después de empezada.
“La influencia moral de la victoria de Yatay, fue muy superior a sus resultados materiales. Las legiones paraguayas que habían asolado las provincias de Corrientes y de Río Grande habían adquirido un prestigio fantástico de invencibles en la imaginación del pueblo.
La batalla de Yatay destruyó aquella fábula, poniendo en evidencia la superioridad incontrastable que en el arte de la guerra tiene la organización militar, sobre el valor personal y hasta sobre el número”.
“ No tengo pretensión de hacer una narrativa técnico militar y sí únicamente un relato histórico perfectamente exacto e imparcial.” Palabras finales de don Julio Herrera y Obes.