YAMANDÚ

El oidor Matienzo había escrito desde Charcas al rey de España considerando a Juan Ortiz de Zárate, como la persona indicada para cumplir la hazaña de poblar las tierras del Río de la Plata.


En 1569 el capitán designado viajó a la península para legitimar la Capitulación celebrada con el gobernador del Perú.


El rey Felipe II agregó más de mil clausulas favorables hasta prometerle un marquesado si cumplía con las aspiraciones de la Corona, concediéndole iguales prerrogativas a su hijo natural.


Ortiz de Zárate tardó casi tres años en formar la escuadra por ser escasos sus recursos y no mediar ayuda del rey, hasta que zarpó en 1572, con cinco barcos no muy apropiados para una aventura de tal envergadura: una Almiranta, dos naos de cien toneladas, un patax y una zabra, poblada por 510 hombres, de los cuales sólo el 25% era adiestrado en la marinería.


La flota salió de san Lucas de Barrameda el 17 de octubre de 1572,  y según carta de Hernando de Montalvo que iba a bordo, llegaron al puerto de Santiago de Cabo Verde justo dos meses después.


Demoraron en la travesía por las embestidas marinas de la zona ecuatorial y la hambruna de la tripulación.


El hacinamiento, la suciedad y el hambre, producían muchas enfermedades entre los embarcados, tales como infecciones de todo tipo, tanto como epidérmicas.


Según los relatos del Arcediano Barco Centenera en su Crónica “La Argentina” más las declaraciones del Oficial Real de Hacienda, Montalvo, Ortiz de Zárate era hombre áspero y soberbio, que no escuchaba sugerencias ni consejos de nadie.


En efecto no escuchó referencias que habían recogido de las expediciones de Gaboto y Diego García sobre los charrúas, que ocupaban la margen izquierda del Río de la Plata, (hoy Uruguay) permanentemente dispuestos a guerrear.


Al momento de la llegada de los españoles al Río de la Plata en el siglo XVI, los charrúas propiamente dicho, ocupaban la banda entre el río Paraná y el río Uruguay. Posteriormente, perseguidos en sus asentamientos de Santa Fe, se movieron hacia la Banda Oriental y se los asocia como tribus del actual Uruguay.


Yamandú por entonces oficiaba de cacique superior porque contaba con el mayor número de infieles y porque había dado verdaderas muestras de coraje en los ataques.


Antes de una embestida empleaba la estrategia de convocar a los caciques amigos y sabios en el arte de luchar, alrededor de una gran hoguera que hacía encender en la noche para que después se incentivaran los de menor jerarquía a proferir gritos horrendos y movimientos extraños como un sentido mágico, que tenían por objeto influir en el espíritu del enemigo.


Preparaban la principal arma arrojadiza: la flecha con la extremidad del astil emplumada.


 La tropa de Yamandú opuso tenaz resistencia a la colonización española, siendo el primer episodio conocido que se le atribuye, la muerte de Juan Díaz de Solís durante su expedición al Río de la Plata en 1516.


Cronistas como el jesuita Pedro Lozano en Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán (publicado en 1755) acusaron a los charrúas de haber matado y comido a Díaz de Solís y a sus compañeros.


Antes de llegar á Montevideo se encuentra el rio de Solís, cuyo nombre es un perpetuo recuerdo del trágico fin que junto á él tuvo el famoso descubridor del Rio de la Plata Juan Díaz de Solís, quien volviendo á demarcarle se fió incauto de la barbaridad de los charrúas que junto á este rio le dieron muerte alevosa, y por eso le llaman algunos autores Rio de la Traición.


Pero quien describió muy detalladamente los ataques de los charrúas sería Centenera, quien sufriera las angustias del asedio de esos indígenas - dueños hasta entonces de la tierra uruguaya - sobre la gente del Adelantado Ortiz de Zárate.


Eran salvajes, rápidos y no se sometían a nadie, porque consideraban que las tierras invadidas eran patrimonio suyo, y no estaban lejos de la verdad, pues en la conquista del Nuevo Mundo, los naturales pagaron un precio muy alto.
No hay fuentes fidedignas que los muestren como antropófagos.


Yamandú antes del ataque colectivo del malón en San Gabriel, se internó en el agua hasta la cintura, desafiando a los españoles refugiados en los barcos y según parafrasea Centenera quería decirles: “Que salga aquel Christiano del navío /que quisiera aceptar el desafío.”


En efecto en el combate de San Gabriel, Yamandú y sus hombres casi desnudos, de piel aceitunada y con una cabellera desgreñada - porque jamás se peinaban - dejaron paralizados a los hispánicos.

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Mientras Ortiz de Zárate perdía más de 150 hombres en manos de los charrúas, Yamandú se practicaba una profunda herida en el cuerpo para no olvidar jamás aquel combate, pues la cicatriz  significaría un galardón ganado en la guerra contra los invasores, testigo imperecedero de su valor.

Fue uno de los reveses militares más importantes de la corona española en la zona durante la 2ª mitad del siglo XVI, ya que pocas veces se habían dado tantas bajas en un mismo enfrentamiento.

 

 

 

Bibliografía:
Zapata Gollán Agustín. "Indígenas del Paraná, Uruguay y Paraguay en la época colonial." Cap. 4 Historia Argentina de Millán. Tomo I.
Molina Raúl A: Historia de la Gobernación del Río de la Plata. Ídem tratado.

Yamandú. Pasaje. Topografía:
Corre de N. a S. desde 1200 Bis al 1299 Bis entre las calles Juan B. Justo y José Ingenieros, paralelo a la calle Olavarría.
Se le impuso ese nombre por D. 4676 del 16 de setiembre de 1977.
Recuerda al cacique charrúa Yamandú que en 1573 derrotara al adelantado Ortiz de Zárate en el combate de San Gabriel.