La fragata inglesa “París” fue la encargada de traer las noticias de Europa que conmocionaron a todo Buenos Aires: Napoleón Bonaparte había tomado Sevilla y la Junta Central de España había sido reemplazada por una regencia. La fragata inglesa “París” fue la encargada de traer las noticias de Europa que conmocionaron a todo Buenos Aires.
El virrey Cisneros intentó ocultar la gaceta que portaba la información. Sin embargo, Agustín Donado logró rescatar una de las papeletas y, de inmediato, le dio la noticia a Belgrano, Saavedra y Castelli, quienes se decidieron a actuar sin demoras.
Al ver que su plan de ocultar la información había fracasado Cisneros se vio obligado a comunicar a la población los recientes acontecimientos acaecidos en la metrópoli.
El 18 de mayo de 1810, mediante una proclama, expresaba su intención de organizar un poder supremo en América en representación de Fernando VII.
Para los patriotas había llegado el momento de actuar. Consideraban inminente la organización de un gobierno propio, puesto que toda autoridad legítima había caducado.
Domingo 20 de mayo: Demanda ante el virrey Cisneros por la realización de un Cabildo Abierto.
Lezica transmitió a Cisneros la petición que había recibido, y éste consultó a Leyva, quien se mostró favorable a la realización de un Cabildo Abierto.
Antes de tomar una decisión el virrey citó a los jefes militares para que se presentasen a las siete horas de la tarde en el fuerte, a fin de solicitarles poner en ejercicio sus juramentos de fidelidad con que le habían ofrecido defender su autoridad y sostener el orden público más la fidelidad al servicio de S.M. y de la patria.
Como Cisneros reclamó una respuesta a su petición de apoyo, el coronel criollo Cornelio Saavedra, jefe del Regimiento de Patricios e integrante del grupo revolucionario conocido como la Sociedad de los Siete, respondió en nombre de todos los criollos diciendo: “Señor, son muy diversas las épocas del 1º de enero de 1809 y la de mayo de 1810, en que nos hallamos. En aquella existía la España, aunque ya invadida por Napoleón; en ésta, toda ella, todas sus provincias y plazas están subyugadas por aquel
conquistador, excepto solo Cádiz y la isla de León, como nos aseguran las gacetas que acaban de venir y V.E. en su proclama de ayer. ¿Y qué, señor? ¿Cádiz y la isla de León son España? (...) ¿Los derechos de la Corona de Castilla a que se incorporaron las Américas, han recaído en Cádiz y la isla de León, que son una parte de las provincias de Andalucía?
No señor, no queremos seguir la suerte de la España, ni ser dominados por los franceses, hemos resuelto reasumir nuestros derechos y conservarnos por nosotros mismos. El que a V.E. dio autoridad para mandarnos ya no existe; de consiguiente usted tampoco la tiene ya, así que no cuente con las fuerzas de mi mando para sostenerse en ella”.
Al anochecer se produjo una nueva reunión en casa de Rodríguez Peña, en donde los jefes militares comunicaron lo ocurrido. Se decidió enviar inmediatamente a Castelli y a Martín Rodríguez a entrevistarse con Cisneros en el fuerte, facilitando su ingreso el comandante Terrada de los granaderos provinciales que se hallaba de guarnición ese día.
El virrey se encontraba jugando a los naipes con el brigadier Quintana, el fiscal Caspe y el edecán Coicolea cuando los comisionados irrumpieron. Martín Rodríguez en sus Memorias relató cómo fue la entrevista, en donde Castelli se dirigió a Cisneros así: “Excelentísimo señor: tenemos el sentimiento de venir en comisión por el pueblo y el ejército, que están en armas, a intimar a V.E. la cesación en el mando del virreinato.”
Cisneros respondió: ¿Qué atrevimiento es éste? ¿Cómo se atropella así a la persona del Rey en su representante?
Pero Martín Rodríguez (según sus Memorias) lo detuvo advirtiéndole: “Señor: cinco minutos es el plazo que se nos ha dado para volver con la contestación, vea V.E. lo que hace”.
Solamente defendió la posición de Cisneros, el síndico procurador del Cabildo, Julián de Leyva. Ante la situación, Caspe llevó a Cisneros a su despacho para deliberar juntos unos momentos y luego regresaron.
El virrey se resignó y permitió que se realizara el cabildo abierto. Según cuenta Martín Rodríguez en sus Memorias póstumas, escritas muchos años después, sus palabras fueron: “Señores, cuanto siento los males que van a venir sobre este pueblo de resultas de este paso; pero puesto que el pueblo no me quiere y el ejército me abandona, hagan ustedes lo que quieran”.
Lunes 21 de mayo. Invitación al Cabildo Abierto del 22 de mayo
A las tres, el Cabildo inició sus trabajos de rutina, pero se vieron interrumpidos por seiscientos hombres armados, agrupados bajo el nombre de "Legión Infernal", que ocuparon la Plaza de la Victoria, hoy Plaza de Mayo, y exigieron a gritos que se convocase a un cabildo abierto y se destituyese al virrey Cisneros. Llevaban un retrato de Fernando VII y en el ojal de sus chaquetas una cinta blanca que simbolizaba la unidad criollo-española. Entre los agitadores se destacaron Domingo French y Antonio Beruti.
Estos desconfiaban de Cisneros y no creían que fuera a cumplir su palabra de permitir la celebración del cabildo abierto del día siguiente.
El síndico Julián de Leyva no tuvo éxito en calmar a la multitud al asegurar que el mismo se celebraría como estaba previsto.
La gente se tranquilizó y dispersó gracias a la intervención de Cornelio Saavedra, jefe del Regimiento de Patricios, que aseguró que los reclamos de la Legión Infernal contaban con su apoyo militar y quien comunicó que él personalmente iba a designar las guardias para las avenidas de la Plaza con oficiales de Patricios y que dichas guardias estarían a las órdenes del Capitán Eustoquio Díaz Vélez, de cuya adhesión, de ninguna manera, podía dudar el pueblo.
El 21 de mayo se repartieron cuatrocientos cincuenta invitaciones entre los principales vecinos y autoridades de la capital. La lista de invitados fue elaborada por el Cabildo teniendo en cuenta a los vecinos más prominentes de la ciudad.
Sin embargo el encargado de su impresión, Agustín Donado, compañero de French y Beruti, imprimió muchas más de las necesarias y las repartió entre los criollos.
El Excmo. Cabildo convoca á Vd. para que se sirva asistir, precisamente mañana 22 del corriente, á las nueve, sin etiqueta alguna, y en clase de vecino, al cabildo abierto que con avenencia del Excmo. Sr. Virrey ha acordado celebrar; debiendo manifestar esta esquela á las tropas que guarnecerán las avenidas de esta plaza, para que se le permita pasar libremente.
Martes 22 de mayo: El Cabildo Abierto, según Juan Manuel Blanes:
De los cuatrocientos cincuenta invitados al Cabildo Abierto solamente participaron unos doscientos cincuenta. Entre ellos un rosarino Anastasio Echevarría.
El Cabildo Abierto se prolongó desde la mañana hasta la medianoche, contando con diversos momentos, entre ellos la lectura de la proclama del Cabildo, el debate, "que hacía de suma duración el acto", como se escribió en el documento o acta, y la votación, individual y pública, escrita por cada asistente y pasada al acta de la sesión.
El debate en el Cabildo tuvo como tema principal la legitimidad o no del gobierno y de la autoridad del virrey. El principio de la retroversión de la soberanía planteaba que, desaparecido el monarca legítimo, el poder volvía al pueblo, y que éste tenía derecho a formar un nuevo gobierno.
Hubo dos posiciones principales enfrentadas: los que consideraban que la situación debía mantenerse sin cambios, respaldando a Cisneros en su cargo de virrey, y los que sostenían que debía formarse una junta de gobierno en su reemplazo, al igual que en España. No reconocían la autoridad del Consejo de Regencia de España y de Indias argumentando que las colonias en América no habían sido consultadas para su formación.
El debate abarcó también, de manera tangencial, la rivalidad entre criollos y españoles peninsulares, ya que quienes proponían mantener al virrey consideraban que la voluntad de los españoles debía primar por sobre la de los criollos.
Uno de los oradores de la primera postura fue el obispo de Buenos Aires, Benito Lué y Riega, líder de la iglesia local. Lué y Riega sostenía lo siguiente:
No solamente no hay por qué hacer novedad con el virrey, sino que aún cuando no quedase parte alguna de la España que no estuviese sojuzgada, los españoles que se encontrasen en la América deben tomar y reasumir el mando de ellas y que éste sólo podría venir a manos de los hijos del país cuando ya no hubiese un español en él. Aunque hubiese quedado un solo vocal de la Junta Central de Sevilla y arribase a nuestras playas, lo deberíamos recibir como al Soberano.
El Cabildo Abierto, por Pedro Subercaseaux
Juan José Castelli habló a continuación, y sostuvo que los pueblos americanos debían asumir la dirección de sus destinos hasta que cesara el impedimento de Fernando VII de regresar al trono.
Pascual Ruiz Huidobro expuso que, dado que la autoridad que había designado a Cisneros había caducado, éste debía considerarse separado de toda función de gobierno, y que, en su función de representante del pueblo, el Cabildo debía asumir y ejercer la autoridad.
El fiscal Manuel Genaro Villota, representante de los españoles más conservadores, señaló que la ciudad de Buenos Aires no tenía derecho a tomar decisiones unilaterales sobre la legitimidad del virrey o el Consejo de Regencia sin hacer partícipes del debate a las demás ciudades del Virreinato. Argumentaba que ello rompería la unidad del país y establecería tantas soberanías como pueblos.
Juan José Paso le dio la razón en el primer punto, pero adujo que la situación del conflicto en Europa y la posibilidad de que las fuerzas napoleónicas prosiguieran conquistando las colonias americanas demandaban una solución urgente.
Cornelio Saavedra propuso que el mando se delegara en el Cabildo hasta la formación de una junta de gobierno, en el modo y forma que el Cabildo estimara conveniente. Hizo resaltar la frase de que "(...) y no queda duda de que el pueblo es el que confiere la autoridad o mando". A la hora de la votación, la postura de Castelli se acopló a la de Saavedra.
La postura de Cornelio Saavedra fue la que acabó imponiéndose.
El cura Juan Nepomuceno Solá opinaba que el mando debía entregarse al Cabildo, pero sólo en forma provisional, hasta la realización de una junta gubernativa con llamamiento a representantes de todas las poblaciones del virreinato.
Miércoles 23 de mayo: Tras la finalización del Cabildo abierto se colocaron avisos en diversos puntos de la ciudad que informaban de la creación de la Junta y la convocatoria a diputados de las provincias, y llamaba a abstenerse de intentar acciones contrarias al orden público.
Jueves 24 de mayo: El día 24 el Cabildo, a propuesta del síndico Leyva, conformó la nueva Junta, que debía mantenerse hasta la llegada de los diputados del resto del Virreinato. Estaba formada por:
Presidente y comandante de armas:
Baltasar Hidalgo de Cisneros
Vocales:
Cornelio Saavedra (militar, criollo)
Juan José Castelli (abogado, criollo)
Juan Nepomuceno Solá (sacerdote, español)
José Santos Incháurregui (comerciante, español)
Dicha fórmula respondía a la propuesta del obispo Lué y Riega de mantener al virrey en el poder con algunos asociados o adjuntos, a pesar de que en el Cabildo abierto la misma hubiera sido derrotada en las elecciones.
Cuando la noticia fue dada a conocer, tanto el pueblo como las milicias volvieron a agitarse, y la plaza fue invadida por una multitud comandada por French y Beruti. La permanencia de Cisneros en el poder, aunque fuera con un cargo diferente al de virrey, era vista como una burla a la voluntad del Cabildo Abierto. El coronel Martín Rodríguez lo explicaba así: Si nosotros nos comprometemos a sostener esa combinación que mantiene en el gobierno a Cisneros, en muy pocas horas tendríamos que abrir fuego contra nuestro pueblo, nuestros mismos soldados nos abandonarían; todos sin excepción reclaman la separación de Cisneros.
Finalmente decidieron deshacer lo hecho, convocar nuevamente al pueblo y obtener del cabildo una modificación sustancial con una lista de candidatos propios, en la cual Cisneros no podía figurar.
Por la noche, una delegación encabezada por Castelli y Saavedra se presentó en la residencia de Cisneros informando el estado de agitación popular y sublevación de las tropas, y demandando su renuncia.
Lograron conseguir en forma verbal su dimisión. Un grupo de patriotas reclamó en la casa del síndico Leyva que se convocara nuevamente al pueblo, y pese a sus resistencias iniciales finalmente accedió a hacerlo.
Viernes 25 de mayo: Durante la mañana del 25 de mayo, una gran multitud comenzó a reunirse en la Plaza Mayor, actual Plaza de Mayo, liderados por los milicianos de Domingo French y Antonio Beruti. Se reclamaba la anulación de la resolución del día anterior, la renuncia definitiva del virrey Cisneros y la formación de otra Junta de gobierno.
El historiador Bartolomé Mitre afirmó que French y Beruti repartían escarapelas celestes y blancas entre los concurrentes; historiadores posteriores ponen en duda dicha afirmación, pero sí consideran factible que se hayan repartido distintivos entre los revolucionarios. Ante las demoras en emitirse una resolución, la gente comenzó a agitarse, reclamando: "¡El pueblo quiere saber de qué se trata!"
La multitud invadió la sala capitular, reclamando la renuncia del virrey y la anulación de la resolución tomada el día anterior.
El Cabildo se reunió a las nueve de la mañana y reclamó que la agitación popular fuese reprimida por la fuerza. Con este fin se convocó a los principales comandantes, pero éstos no obedecieron las órdenes impartidas.
Cisneros seguía resistiéndose a renunciar, y tras mucho esfuerzo los capitulares lograron que ratificase y formalizase los términos de su renuncia, abandonando pretensiones de mantenerse en el gobierno.
Esto, sin embargo, resultó insuficiente, y representantes de la multitud reunida en la plaza reclamaron que el pueblo reasumiera la autoridad delegada en el Cabildo Abierto del día 22, exigiendo la formación de una Junta. Además, se disponía el envío de una expedición de quinientos hombres para auxiliar a las provincias interiores.
Pronto llegó a la sala capitular la renuncia de Cisneros, "prestándose á ello con la mayor generosidad y franqueza, resignado á mostrar el punto á que llega su consideración por la tranquilidad pública y precaución de mayores desórdenes".
La composición de la Primera Junta surgió de un escrito presentado por French y Beruti y respaldado por un gran número de firmas. Sin embargo, no hay una posición unánime entre los historiadores sobre la autoría de dicho escrito. Algunos como Vicente Fidel López sostienen que fue exclusivamente producto de la iniciativa popular.
Así nació la Junta Gubernativa, compuesta por Cornelio de Saavedra como presidente, Mariano Moreno y Juan José Paso como secretarios, Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Manuel Alberti, Juan Larrea y Domingo Matheu como vocales.
Ese hecho argentino señala un jalón en la historia de los pueblos libres. Como la Independencia de los Estados Unidos (1776) y la Revolución Francesa (1789), fue una revolución de principios: "Sacudir un régimen monárquico suplantándolo por otro nuevo de base republicana, es decir humana, con igualdad de posibilidades de vida libre para todos los hombres de su tierra."
Producida en Buenos Aires, el 25 de Mayo de 1810 se extendió por todo el virreinato, el 9 de julio de 1816 se hizo general, para todas las Provincias Unidas del Río de la Plata y en el año 1817, la causa de la Revolución "se americaniza" y se extiende a Chile, a Perú y otras naciones del continente sudamericano.
VEINTICINCO DE MAYO: La plaza más antigua de Rosario.
Sobre calle Real - hoy Buenos Aires - sobre el mismo predio que donara Montenegro en 1757 con el nombre de "Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de los Arroyos", se construiría la capilla proyectada por el norteamericano Timoteo Guillón, con un exótico pórtico hexástilo y dos torres, entre 1834 y 1836, y un local para escuela pública.
En el testamento, de don Santiago Montenegro de 1771, encontramos escritas estas expresiones: "dono a mi hija Josefa, los terrenos linderos a la plaza" con lo cual podemos advertir que ese predio ya había adquirido importancia y en el que se hallaba no sólo la plaza, sino a su vez la capilla, y su propia pulpería, ubicados sobre el Camino real o camino fluvial, próximo a la costa, y próximos a la primera carrera de postas que, desde ese año unía Buenos Aires con Perú y Chile.
En realidad hacia 1840, la plaza no era más que un descampado, un hueco bordeado por casas de sencilla estructura y muros encalados, pero la conversión en 1852, de Villa en Ciudad Rosario de Santa Fe, más la apertura de su puerto por el Gral. Urquiza, como puerto de ultramar - en supuesta oposición al de Buenos Aires - implicaría cambios rotundos en la futura trama urbana.
El viejo cerco de palos de la plaza fue modificado por hileras de paraísos. En su centro se erigió en 1855, una pirámide denominada "Monumento a la Constitución", obra del constructor Demetrio Isola, la que sería reemplazada en julio de 1883 por otro denominado "Columna a la Libertad", ejecutado en mármol de Carrara por el escultor Alejandro Biggi, que hoy persiste ostentando además de la imagen de la Libertad, las figuras de los próceres San Martín, Belgrano, Moreno y Rivadavia.
En 1870, la plaza sería el lugar de los negocios, escenario de los encuentros y festejos a la luz de los fuegos artificiales o al sonido de las retretas, funcionando pues, como el área cívica - común en las costumbres coloniales hispánicas -
En cuanto a la plaza, los primeros jardines y las cuatro veredas que la circundan se realizaron en 1888, y luego llegaría el alumbrado eléctrico en los cuatro faroles del centro y cuatro más en las esquinas.
En 1902, los viejos paraísos fueron sustituidos por plátanos y palmeras y los jardines se afrancesaron con cierta geometría.
En 1936 - 37 el efectivo Intendente Culaciatti, hizo reformar las escalinatas, terminarlas en forma circular y construir dos fuentes ( del autor de las mismas no hay información fidedigna.)
En síntesis, la plaza 25 de Mayo es un vívido reflejo de hombres que a través de los tiempos conjugaron sus esfuerzos para la construcción de la ciudad.