Nacido al norte de la villa entrerriana de Concepción del Uruguay, en proximidades del arroyo de la China, el 18 de octubre de 1801 sería el primer bautizado entre los onceavos hijos en la capilla erigida por su padre. Su padre, Joseph Narciso de Urquiza y Álzaga, era un inmigrante español que se unió en matrimonio con la infanzona María Cándida Ramón-García Monzón de origen luso-hispano-argentino, siendo ésta una descendiente de notables portugueses.
Se radicaron en la Intendencia de Buenos Aires, en la actual provincia de Entre Ríos, dedicándose a la actividad rural y a la función pública. Luego de la Revolución de Mayo, en 1810, emigraron a la Banda Oriental para seguir siendo fieles al Reino de España.
Regresaron en 1812, y cinco años más tarde el niño fue enviado al Colegio de San Carlos en Buenos Aires.
Estudió en Buenos Aires y de regresó a su tierra, dedicándose al comercio y al manejo de las propiedades rurales paternas.
Extremadamente mujeriego en 1820 tuvo su primera hija extramatrimonial; más tarde tendría muchos más hijos ilegítimos. Una ley sancionada durante su presidencia legalizaría varios de ellos. Le fueron legalmente reconocidos 23 hijos por la Ley Federal Nº 41 en donde ponía en un pie de igualdad a los 11 hijos legítimos con los extramatrimoniales que tuvo de soltero (hay versiones que señalan que tuvo entre 105 y 114 hijos en toda su vida).
Nos dice María Ester de Miguel: “Desde joven la había visto clara. Por un lado estaban las regiones y sus banderas federale y por otro, los porteños mandamás, llámense con el nombre que se quiera: Junta, Triunvirato o Directorio.
Vencido el poderío Directorial con la batalla de Cepeda, donde había corrido sangre y muertes injustas, y para Pancho Ramírez, acabado el tiempo de las armas, venía para Urquiza el de la política.
Los vecinos lo quisieron diputado y fue diputado, lo eligieron gobernador y fue gobernador de Entre Ríos desde 1841, convirtiéndose simultáneamente en el jefe de ejército más poderoso de la Confederación Argentina.
Resulta singular la fortaleza de Urquiza de vencerse a sí mismo y proponerse terminar con los abusos del gobernador de Buenos Aires pronunciándose públicamente contra Rosas en mayo de 1851 y retirándole el manejo de las relaciones exteriores.
Pronto sellaría una alianza con Brasil, Uruguay y Corrientes y al frente del Ejército Grande, marcharía sobre Buenos Aires para derrotar al gobernador, logrando su cometido el 3 febrero de 1852 en la batalla de Caseros.
Expresa Leandro Losada en “Historia de las elites en la Argentina”: Caído Rosas en 1852 luego de la batalla de Caseros, el triunfador de la coalición antirrosista, Justo José de Urquiza, se propuso la organización institucional del país. La convocatoria de gobernadores provinciales que culminó con el Pacto de San José de Flores en mayo de 1852 marcó el inicio de un conflicto que perduró casi una década: la oposición de Buenos Aires al nuevo proyecto político, en contra de la resolución que determino una participación igualitaria de todas las provincias en el Congreso Constituyente que debía redactar la Constitución (a la que se sumaba de manera más o menos implícita, la resistencia la nacionalización de las rentas de la ADUANA bonaerense).
Esa secesión de Buenos Aires que se consolido con la revolución del 11 de septiembre, dio lugar a la convivencia de dos unidades políticas: la Confederación Argentina con capital en Paraná y la provincia de Buenos Aires. Aquí, la defensa de los intereses provinciales acerco a antiguos rivales (unitarios y federales rosistas) y promovió una nueva agrupación, el Partido de la Libertad liderado por Bartolomé Mitre.
María Ester de Miguel agrega. “Tiempos borrascosos aquellos. El Presidente de la Confederación Argentina por entonces, era el comandante Urquiza aunque, por entonces, más hombre de tormentas que de calmas. Su destino manifiesto parecía estar al servicio de las batallas antes que de la meditación. El comandante se decía guerrero, sí, para conseguir el orden.
Sólo cuando haya podrá hacerse realidad el sueño de una Constitución que discipline conductas y organice el país. El poder sin leyes es insolente y arbitrario, se decía el señor Comandante; sueño con ser conductor de pueblos y progreso y no sólo estanciero exitoso metido a militar.”
Y así designado Director provisional de la República, asumió la tarea de convocar un Congreso General Constituyente, el que se realizó en Santa Fe y sancionó nuestra Carta Magna en 1853.
Proclamado presidente de la Confederación en 1854, sería el primer presidente constitucional de nuestra República, cargo desempeñado hasta 1860, demostró ser un luchador de índole y temperamento ejecutivo.
Mitre lo derrotó en Pavón (1861), pero su afiliación federal hizo sospechar que había “entregado” la batalla a los porteños, sospecha que atizó odios y culminó en tragedia”.
Retirado del campo de batalla, lo haría también de la política yéndose a sus pagos con el objeto de vivir una vida familiar en su señorial casona pero con constantes preocupaciones "como si aguardara una desgracia.”
En varios archivos se han hallado cartas referentes a esas intuiciones. El historiador uruguayo Fernández Saldaña ha publicados glosas sobre los papeles del general Nicasio Borges de nutrida foja de servicios, con quien mantuviera nuestro patriota correspondencia. Papeles de verdadero valor histórico como psicológico.
El lunes 11 de abril 1870,Viernes santo, en el esplendoroso Palacio San José iba a encontrarse esa noche con la muerte.
La mansión estaba rodeada por el cálido silencio el otoño entrerriano, silencio sepulcral que se extendía a lo largo de las 38 habitaciones ricamente decoradas, las columnas toscanas, las bellas arcadas itálicas, el opulento el Salón de los Espejos, la capilla corintia y la cúpula decorada por su pintor favorito Juan Manuel Blanes.
En aquel clima silente, el ruido de un tropel de hombres se multiplicó, hombres asesinos que cumplían el mandato de asesinar al vencedor de Caseros por orden de López Jordán.
Héctor Sebastianelli en su obra “Rosario temático” pág. 85 nos ilustra un hecho insólito: “El asesino de Urquiza”:
Rosario vivió horas y días de risueños comentarios con la fuga del general Ricardo López Jordán, jefe de los rebeldes que asesinaron a Urquiza en su residencia de San José, junto a dos de sus hijos. El temerario jefe estaba detenido en la antigua Aduana rosarina con una fuerte vigilancia a al espera del juicio del expediente que se le hacía.
En la noche del 11 al 12 de agosto de 1879, López Jordán logró fugarse en las narices de sus carceleros vistiendo las ropas femeninas de su esposa, en tanto ella vestía las ropas de su marido ocupando su lugar en el calabozo.
Se lo buscó por todas partes, incluso por islas y buques surtos en el puerto.
Lo cierto es que el 22 de junio de 1890 fue asesinado en las calles de Buenos Aires por el hijo del comandante Rufino Casa , a quien López Jordán había mandado degollar en 1873, colgando su cabeza de un árbol. “El que a hierro mata, a hierro muere”.
EL PARQUE URQUIZA DE NUESTRA CIUDAD
En el parque Urquiza, al borde de la barranca, muy cerca del busto del prócer que le da nombre al parque, se encuentran reconstruidos los restos de una de las baterías de artillería hechas en época de la Confederación Argentina.
Se trata de troneras levantadas con los mismos ladrillos que hace más de ciento treinta y cinco años fueron utilizados para defender la costa de eventuales ataques de la escuadra de Buenos Aires, luego de los sucesos que se desencadenaron en la batalla de Pavón entre el Estado de Buenos Aires y la Confederación Argentina. Este lugar, a pesar de la relevancia histórica estuvo descuidado por mucho tiempo.
Recién en 1981, el Club de Leones Juan Bautista Alberdi concretó la señalización del predio con un mural en el que se evocan los duros días de luchas entre porteños y provincianos para dirimir un viejo pleito sobre el destino de la Nación.
La ciudad de Rosario aún está en deuda con Urquiza - expresa un artículo del diario La Capital del 19 de octubre de 1937.
En la ciudad de Buenos Aires fue inaugurado ayer el monumento a Urquiza. El homenaje que el pueblo de la Capital, sus autoridades y las de la Nación han tributado a la memoria, traduciéndolos sentimientos que el país entero hacia su figura gloriosa, de acuerdo con la significación que la misma tiene. Rosario que fuera objeto de repetida atención del general, como darle el rango de ciudad y a su puerto habilitarlo para el libre tráfico de buques.
Lo reconocieron los hombres que integraban la Legislatura provincial de 1859, al sancionar la erección de una estatua ecuestre en Rosario al General Urquiza. A pesar de esa ley y a pesar de una Ordenanza municipal que fijaba el sitio donde iba ser emplazado el monumento, la estatua aún está por ser proyectada y realizada. Tan desmesurada demora no se justifica, por cierto de modo alguno…
Urquiza y su monumento en Rosario, por Francisco Cignoli en Especial para La Tribuna, 10 de febrero de 1957.
Rosario ha enriquecido su nomenclatura urquicista designando hace un año atrás designando con el nombre del vencedor de Caseros a uno de sus principales parques, en el que se ha emplazado el busto de Urquiza –ofrecido a la comuna por la Comisión Pro-Monumento a Urquiza - y dando el nombre de Caseros a otra de sus avenidas y a una de sus populosas barriadas.
Empero Rosario, ciudad que tanto debe a Urquiza y que lo acompañó en su gesta emancipadora, no cuenta todavía con el Monumento destinado a perpetuar su memoria, homenaje máximo que desde hace casi un siglo se viene gestando y cuya realización ya ha sido demorada injustificablemente, no obstante haberse actualizado la iniciativa en más de una oportunidad desde aquel entonces...
Haré una acotación: En sesión del 18 de junio de 1888, el Concejo Deliberante de Rosario dicta una ordenanza por la que se disponía solicitar de la legislatura de la provincia la autorización necesaria para levantar un monumento al Capitán general D. Justo José de Urquiza en la plaza de su nombre y se sanciona en consecuencia la ley respectiva el 25 de julio, promulgada el 31, pero a nada concreto se arribaría.
Transcurridos otros 38 años, otra ordenanza promovida por el concejal Antonio F. Cafferata es aprobada en 1926, y se sanciona otra ley disponiendo erigir una estatua ecuestre al Gral. Urquiza en la intersección de las avenidas Oroño y Pellegrini, que al igual de las precedentes no pasaron de simples proyectos.
Han pasado más de noventa años, estamos en el siglo XXI y la deuda de Rosario con su mayor benefactor aún está pendiente.
¿Sabía Usted?
Existió el Teatro Colón de Rosario (tristemente demolido en 1958) La esquina de Urquiza y Corrientes unía al Teatro Colón con el Conservatorio Mozart. Inauguró el 19 de mayo de 1904.
En 1904 se inauguró el Teatro Colón de Rosario, el arquitecto fue Augusto Plou. El edificio a medida que se fue construyendo fue modificado Para su inauguración se interpretó Tosca de Puccini.
Y ya que hemos hablado del teatro Colón de Rosario, no está demás darnos una vuelta por aquel templo del arte mayor, levantado por un grupo de capitalistas que comprara en diciembre de 1888, por 131.000 pesos, el terreno ubicado en la calle Corrientes y Urquiza con el fin de alzar allí aquel monumento artístico que, incomprensiblemente, fuera demolido en 1958 ante el dolor de la población entera.
NOTA CURIOSA PARA LOS ARGENTINOS:
El chateau San José señalado por du Graty como “más bello de la Confederación Argentina”, cuyo propietario don Justo José de Urquiza hizo construir entre 1848 y 1865, se encuentra a treinta kilómetros de Concepción del Uruguay.
Los jardines de San José posee varios de los elementos del jardín versallesco: la vegetación en parterres pero bordeado de sócalo; la alameda de 70 metros de largos que conduce a la glorieta.
El Palacio consta con fuentes, rejas elaboradas, estatuas, iluminación, kioscos en forma de jaulones, de glorieta y del antiguo pabellón chino.
Cuenta con un lago que ocupaba el centro del parque, de contornos irregulares que se alimentaba con agua del arroyo, y en el que se podía visualizar cisnes negros nadando gustosamente por el mismo.
Este magnífico complejo arquitectónico que lleva el nombre de nuestro biografiado puede compararse tranquilamente con las imponentes arquitecturas europeas del siglo XVIII.