El gobernador de Buenos Aires, don Juan Manuel de Rosas decidió esperar a Urquiza en los campos de Caseros. Y allí fue a enfrentar al Ejército Libertador compuesto de ocho mil entrerrianos, cinco mil correntinos, cuatro mil porteños, ochocientos santafesinos, tres mil brasileros y dos mil uruguayos.
En las filas de dicho ejército, cuyo jefe sería después el Primer Presidente Constitucional argentino, es decir al amparo de nuestra Constitución, se encontraban los dos argentinos que le sucederían en la más alta magistratura de la Nación: Bartolomé Mitre y Domingo Faustino Sarmiento.
El encuentro definitivo se produjo el 3 de febrero de 1852. Los libertadores obtuvieron un triunfo definitivo, pese al valor demostrado por el coronel Hilario Lagos al frente de la caballería rosista y por el coronel Martiniano Chilavert, a cuyo cargo estaba la artillería de Rosas.
Ese mismo día, mientras huía del campo de batalla, Rosas hizo un alto en el camino para redactar una nota elevando a la Legislatura de Buenos Aires su renuncia al cargo de gobernador.
Horas después se embarcaba en una nave británica marchando al exilio con su hija Manuelita. Nunca más podría regresar. Murió en Inglaterra en 1877 a los 84 años.
Con la batalla de Caseros y el triunfo de Urquiza quedó cerrado un ciclo funesto de la Historia Nacional, y pudo iniciarse un nuevo período, en el que el país superando muchos aspectos del estancamiento anterior, pudo incorporarse al mundo económico y cultural contemporáneo.
”Caseros fue el triunfo de la fuerza moral de los pueblos civilizados sobre la barbarie entronizada por imperio de la fuerza bruta – declara Héctor Ramos Mejías - La tiranía estaba ya tambaleante, no la apuntalaba sino el temor; por eso la resistencia fue débil o nula. Caseros más que un triunfo militar, fue un triunfo político que hizo posible la realización de dos hechos fundamentales: el restablecimiento de la libertad y la organización nacional.”
Asienta Ambrosio Romero Carranza: “No faltaron, es verdad, errores y desaciertos en quienes, durante años penosos de destierro, luchas civiles, proscripciones y sacrificios, habían mantenido enhiesta la tea de la libertad encendida por los prohombres de Mayo. Pero la historia, sin soslayar fallas inherentes a todo quehacer humano, reconoce el mérito de aquellos argentinos que, afrontando toda clase de peligros y dificultades, se esforzaron por organizar constitucionalmente a la República y consiguieron al final su propósito.”
Derrotado Rosas, los intereses localistas, el partidismo, las ambiciones, los egoísmos y las suspicacias demoraron la aplicación de la Ley Fundamental dictada un año después de Caseros(1853).
Las faltas cometidas por quienes llevaron a cabo la Organización Nacional no eximen, sin embargo a Rosas de su responsabilidad histórica.
La tiranía, que pesó sobre el país durante diecisiete años, quedaba para siempre vencida. La Argentina tendría en adelante, una forma de gobierno democrática y no autocrática como la que pretendió imponer por la fuerza, Juan Manuel de Rosas, en su afán de establecer orden a cualquier precio y por cualquier medio.
Es decir, que nuestra Constitución del 1853 (que aún nos rige) instauraría, de un modo solemne, expreso fijo y estable, el respeto y la garantía de los derechos y libertades de los argentinos.
Una institución emblemática en la intersección de las calles Tres de Febrero y Buenos Aires
La historia de la Biblioteca Escuela Asociación de Mujeres de Rosario
Inició en el año 1872 cuando el gobernador Simón de Iriondo, cumpliendo las propuestas del entonces presidente Domingo Faustino Sarmiento, nombró comisiones en las principales ciudades para recaudar fondos y organizar asociaciones de bibliotecas populares.
Así, con fecha 9 de julio de 1872 surgió la “Biblioteca Popular de Rosario” que funcionaba en los altos del Viejo Mercado Central (hoy Plaza Montenegro, donde funciona el Centro Cultural Bernardino Rivadavia) y que, en noviembre de 1910, se fusionó con el “Centro Literario y Patriótico Mariano Moreno” reconociéndose a la nueva entidad como persona jurídica con el nombre de “Biblioteca Popular Mariano Moreno”.
En 1925, cuando un número aproximado de cincuenta mujeres rosarinas con relevantes inquietudes culturales, se reunió en la “Biblioteca Argentina” con el propósito de formar una filial del a “Biblioteca del Consejo Nacional de Mujeres de la República Argentina”, con sede en la Capital Federal, calle Charcas 1125.
Le cupo el honor de oficiar de mediadora y secretaria de actas a la señorita Alcira Olivé, ilustre rosarina, mujer de letras y teatro.
Días después se integró una Comisión Directiva y resultó electa presidenta María Hortensia Echesortu de Rouillón, quien en el mes de diciembre de 1925, firmó un boleto de compra y venta con el señor Recagno, propietario de una finca situada en la calle Buenos Aires y 3 de Febrero.
La biblioteca funcionaba en la ochava de dichas calles, más al año siguiente, abril de 1926 comenzarían a impartirse cursos de idioma inglés, francés, alemán e italiano más un curso de secretariado comercial y otro de arte decorativo.
Otro hecho afortunado en ese mismo año de 1926 fue que la mencionada Biblioteca Popular Mariano Moreno, ya mencionada al principio quedó fusionada con la Biblioteca del Consejo Nacional de Mujeres de Rosario, aportando valiosísimo patrimonio bibliográfico.
En 1938por iniciativa y acción de la señora Ramona Ortiz de Colombres, al separarse la Biblioteca como filial de Buenos Aires, se dio comienzo a la construcción del actual edificio, con el objetivo de funcionar como centro educativo.
Y así se logró que como Escuela Comercial adscripta a la enseñanza oficial, surgiera la primera promoción de peritos mercantiles en 1952.
En 1971 la Institución fue declarada de bien público por el Gobierno Provincial y a partir de 1993 funciona como Escuela de Enseñanza Media Particular Incorporada N°8038”Biblioteca y Escuela de la Asociación de Mujeres de Rosario.
Información tomada de la Revista “Rosario y su historia” N°7, octubre de 2006.