Se llaman aborígenes a los pueblos y razas que ocupaban el Plata cuando los españoles conquistaron y colonizaron estos territorios en el siglo XVI.
Eran muy numerosas y variadas las razas aborígenes que ocupaban el territorio
argentino, y no es fácil clasificarlos por sus rasgos antropológicos
o lingüísticos, por ello se los ubica según la región
geográfica que ocuparon donde adaptaron su modus vivendi al relieve y
clima donde estaban insertos.
Los pueblos históricos del litoral vivían próximos a los
grandes ríos. A los habitantes del Paraná se les ha asignado el
nombre de ribereños plásticos, denominación derivada por
su habitat en las márgenes del Paraná y Uruguay, cuya característica
muy particular sería la cerámica “la abundancia de apéndices
ornamentales que añadían a las ollas” ( no asas ni agarraderas,
sino modelados en continuidad a las vasijas y ollas).
Esos adornos representaban por lo general cabezas de loros o de batracios, mamíferos
y reptiles.
Esa expresividad otorgó a sus hacedores, individualidad dentro del panorama
arqueológico de Argentina.
Estos ribereños plásticos o sus descendientes directos: timbúes,
corondás, caracarás, quiloazas y mocoretás (indígenas
propiamente dicho del Paraná santafesino) surgieron al paso de los primeros
bergantines españoles.
Se calcula que esa nación se componía de 15.00 ó más
almas. En cuanto a su conformación física los hombres eran altos
y garbosos mientras las mujeres de aspecto afeado, mostraban tatuajes y rasguños
rituales.
Eso clarifica Schmidl en el Cap. XIII de su “Crónica del viaje
a las regiones del Plata, Paraguay y Brasil”: “las indias se ponen
en cada lado de la nariz, una estrellita de piedrecillas blancas y celestes,
los hombres son altos y bien formados, pero las mujeres por el contrario viejas
y mozas son horribles, porque se arañan la parte inferior de la cara
que siempre está ensangentada.”
Llevaban una forma de vida particular: “canoeros por excelencia”,
construían sus embarcaciones de gran eslora, hechas con troncos de árboles
ahuecados, con capacidad hasta de 15 ó 20 remeros.
Utilizaban los indígenas el timbó como la madera más noble
para fabricar sus canoas: elemento indispensable para pescar, desafiar la furia
de los ríos y aguantar las crecientes.
Schmidl Enrico dice en su obra: “Cuando nos acercamos a esta nación,
nos vieron y salieron a recibirnos en son de paz en 400 canoas con 16 hombres
cada una.
Tales barquillas se labraban de un solo palo de 80 pies de largo por 3 de ancho
y se bogaban como en las barcas de pescadores de la Europa de entonces, sólo
que los remos no tenían refuerzos de hierro”.
Sus chozas aunque de materiales perecederos las agrupaban en poblados relativamente
estables. Estaban bajo la autoridad de un cacique, que llegaba a tener tantas
concubinas como le viniera en gana o pudiera mantener.
Autores dignos de crédito como Ramírez de Oviedo, sostuvieron
que en el sector geográfico que hoy corresponde a Entre Ríos y
costa de Santa Fe, los timbúes y caracarás cultivaban algo de
maíz y calabazas, aunque según Schmidl: ”los timbúes
no comían otra cosa que pescado y carne”.
Posiblemente sus antecesores, el núcleo guaraní y otras tribus,
hayan comenzado a practicar esporádicamente algún cultivo.
Bibliografía:
Expuesta en el texto.
Timbúes. Pasaje. Topografía:
Corre de E. a O. en la manzana limitada por las calles Vélez Sarfield,
Moré, Junín y Matienzo. Empalme Graneros.
Se le impuso ese nombre por D. 24.209 del año 1959.
Recuerda a la parcialidad de aborígenes que en el momento de la conquista
poblaron la región inmediata al río Carcarañá.