La pretensión del trasplante de una sociedad netamente hispánica fue sólo un sueño incumplido, porque su gente hispánica se mezcló con mujeres de sangre nativa de estas tierras, tomando la sociedad americana un carácter criollo y también mestizo.
Sus herederos asistiendo a las universidades se empaparon de ideas y principios de emancipación, y como consecuencia aspiraban a introducir cambios en las relaciones políticas y económicas con España.
Serrano, nacido en Chuquisaca (actual Sucre) en 1788, cuando los españoles habían establecido en América un imperio colonial y una dependencia política y económica de la metrópoli, al igual que nuestros patriotas estudió Derecho en su ciudad natal y una vez conseguida la licenciatura en 1811, trabajó algún tiempo como abogado.
Se unió las filas de los partidarios de la Independencia de las provincias del Alto Perú, las que tras la revolución que comenzó en Cochabamba en 1810, se habían incorporado a las Provincias Unidas, para volver después a manos del bando realista, cuyas tropas derrotaron a todas las expediciones que acudieron a liberar al Alto Perú.
Pero él siguió sus objetivos: la libertad de los pueblos de América del yugo español.
Su actitud le valió la persecución de las autoridades monárquicas, por las que fue desterrado en varias ocasiones.
Representó a Chuquisaca en la Asamblea General Constituyente de 1813 en Buenos Aires y en el Congreso de Tucumán en 1815, lo que le convirtió en uno de los más importante políticos independentistas del Alto Perú.
En Tucumán, donde fue elegido secretario por la mayoría de los votos de la Asamblea, se opuso a los diputados alto peruanos que pretendían elegir un monarca de la dinastía incaica que estableciese su corte en Cuzco, ciudad real de los incas.
En 1816 fue electo diputado por Charcas para el Congreso, del que fue secretario junto a Juan José Paso. Como tal y a partir del 6 de julio de ese año, fue el responsable de seguir un libro de sesiones secretas del Congreso.
También redactó el texto del Acta de la Independencia, en español y quechua; y, al disponerse la impresión del Acta, también se la redactó en aymará.
En el Congreso apoyó la idea de una monarquía constitucional, desechando la opción de elegir para el cargo a un descendiente de los incas y considerando que una monarquía moderada ocupada por una dinastía criolla, ya que mantenía que la independencia no se había logrado gracias a la participación en los combates de la población indígena, sino a la de los criollos y mestizos.
Juan Martín de Pueyrredón le adjudicó la redacción del Manifiesto de la Independencia que fue finalmente aceptado tras el rechazo de los propuestos por Medrano y Paso sucesivamente.
Fue uno de los firmantes en 1817 del acta de Independencia Argentina. Tras la victoria de las tropas de Sucre en Ayacucho, el territorio se vio libre de la presencia española.
Independencia de Bolivia: Serrano fue nombrado presidente de la Asamblea, cuyas sesiones se iniciaron el 10 de julio de 1825 en Chuquisaca, formada por los representantes populares elegidos según las normas establecidas por Sucre.
Para su labor contaba con el auxilio del presbítero José María Mendizábal quien había resultado elegido vicepresidente. Dirigió las duras sesiones en las que se discutió la futura organización política del Alto Perú.
Sometió a votación las tres opciones propuestas por los miembros de la asamblea: la independencia total, la anexión a Perú y la unión a Argentina.
Teniendo así el raro privilegio de participar en la firma de Independencia de dos países: Argentina y Bolivia. Fue hecho miembro de la Alta Corte de Chuquisaca en 1825 y fue presidente interino de Bolivia en dos ocasiones.
Asumió el cargo de miembro de la Corte Suprema de Justicia de Bolivia en 1828 llegando a presidir el tribunal en 1830 y falleció ejerciendo dicha presidencia en 1851 en Sucre.
Años después, defendiéndose de acusaciones de deslealtad afirmaba "el acta sagrada de la Independencia fue hecha por mí, suscripta por mí como diputado, y autorizada por mí como secretario". Una vez aprobada, fue comisionado también para la impresión de 3000 ejemplares del acta para su distribución.
Suyo es el texto que encabezaba dicho documento: "Las provincias del Alto Perú firmes y unánimes adoptan esta justa y magnánima resolución, protestan ante la faz de la tierra entera que su voluntad irrevocable es gobernarse por sí mismas y ser regidas por la constitución, leyes y autoridades que ellas propias se diesen y creyesen mas conducente a su futura felicidad".
La Asamblea, reunida en la antigua capilla de la Universidad bajo la presidencia de Serrano, aprobó la Declaración y proclamó el 6 de agosto la independencia definitiva de España.
El 11 de agosto se cambió el nombre de Alto Perú por el de República Bolívar, denominación adoptada en honor del libertador Simón Bolívar.
Desde entonces su vida estuvo dedicada por entero al servicio de la patria, labor que desempeñó en diversos campos, que iban desde la carrera diplomática hasta la carrera judicial y el poder legislativo.
Su destacada labor como juez hizo que fuese nombrado magistrado de la Corte Suprema, institución de la que fue elegido años después por sus miembros como presidente.
Serrano vivió los últimos años de su vida alejado de la vida pública y murió en La Paz en 1852.
Sus restos descansan, en el Panteón de los Hombres Ilustres de Bolivia, en Sucre.