Asienta Alicia Megías en "de la Villa a la Chicago Argentina": "Para la pequeña capilla del Rosario- elevada a ese rango en 1730 - la primera década del siglo XIX transcurrió entre movilizaciones de tropas de carretas y militares. -
Su estratégica ubicación en el cruce de rutas que vinculaban Buenos Aires con el Alto Perú, chile y Asunción, la constituyó en lugar de paso casi obligado, y a la vez, en escenario de muchos combates en los que se dirimieron los enfrentamientos Buenos aires - interior".
A esta problemática se sumaban las tropas realistas que después de 1810 realizaban incursiones por la región para retomar el dominio de estas tierras. Uno de los peligros más graves era la custodia del río Paraná.
El dominio del río, les permitía mantener el abastecimiento de las tropas, con los víveres que obtenían mediante golpes de sorpresa sobre las poblaciones ribereñas.
Ese 20 de enero de 1813, en que las naves españolas, aparecieron frente a nuestra ciudad, los vecinos del Rosario con sus autoridades a la cabeza hostilizarían al enemigo. Por eso no fuimos "un pueblo siempre manso en las grandes decisiones"; tuvimos nuestra historia.
El comandante militar del poblado, don Celedonio Escalada reunió sus milicias para impedir un posible desembarco. Sus fuerzas se componían sólo de 53 hombres, de los cuales 22 estaban armados con fusiles, 30 de caballería con chuzas, sables y pistolas y 6 que manejaban un cañoncito de campaña.
Los realistas no desembarcaron y continuaron su marcha remontando el río mientras el escaso ejército seguía sus movimientos desde la costa.
El 31 de enero, habiendo llegado frente, la escuadrilla hispánica desembarcó un destacamento con cien hombres que se dirigió al convento, donde no habiendo encontrado más que a unos pacíficos frailes, se proveyeron de algunas gallinas y melones, únicos víveres que encontraron, pues el temor a la depredación había hecho que se escondieran las provisiones.
El 2 de febrero, el coronel San Martín pasó por Rosario, al frente de su regimiento de Granaderos, llamado por el comandante militar Celedonio Escalada desde San Lorenzo, donde estaba fondeada la escuadrilla enemiga desde hacía tres días, y el cura párroco del Rosario, don Julián Navarro, el que había bendecido la bandera de Belgrano, y las milicias se le unieron a San Martín.
El 3 de febrero, tuvo lugar el Combate de San Lorenzo, primer ensayo de los granaderos, como lo dijera el mismo San Martín en el parte de la victoria.
Más allá del despliegue táctico, más allá de la harta difundida significación militar y política del encuentro, cabe subrayar sus características de heroicidad, que sentaron el principio bravío del entonces flamante Regimiento de Granaderos a Caballo.
Al lado de oficiales como Bermúdez se destacaron también Manuel Díaz Vélez e Hipólito Bouchard, soldados como el autoinmolado Juan Bautista Cabral y el granadero Baigorria.
Despeñado en la barranca, Díaz Vélez recibió un balazo en la frente y dos bayonetazos en el pecho. Cayó en manos del enemigo y fue canjeado juntamente con otros tres presos, para morir poco después en brazos de sus compañeros de armas. Bouchard tuvo el honor de tomar la bandera española luego de una fira lucha cuerpo a cuerpo con la escolta enemiga.
En cuanto a la múltiple significación de este choque armado, recuérdese que fue el único donde San Martín combatió en suelo argentino, personalmente con la añadidura de recibir una herida y correr el riesgo de muerte.
El hotel Savoy, un exponente del progreso rosarino ubicado en calle San Lorenzo y San Martín
Guillermo Zinny rescata noticias del pasado rosarino en “Viajeros del tiempo”, diario La Capital, 2007:
“Año 1908. Uno de los mayores exponentes del rápido progreso del Rosario es el número de edificios que vienen erigiéndose en todos los radios de la ciudad. Uno de ellos es el Hotel Savoy, de San Martín y San Lorenzo, próximo a inaugurarse y que será el más importante de los que tenemos hasta hoy.
Su propietario, el señor Guillermo Widmer, nos invitó a recorrerlo, y sin hablar de su majestuosa fachada, que está hecha de tal forma que el sol llega a todas sus dependencias, incluso hasta el sótano, asegurando de esta forma la higiene más absoluta.
Las obras estaban a cargo de un grupo connacional, Alejandro y Pedro Máspoli. El 3 de noviembre de 1908, Chiesa y Máspoli volvieron a presentarse, esta vez para “construir un piso sobre el edificio en construcción en la calle San Lorenzo esquina San Martín, frente al sud y este”. El Savoy estaba en marcha.
Una parte del subsuelo, amplio y ventilado, está destinado a las máquinas de los ascensores, la calefacción de las habitaciones, depósito de vinos y nevera, y la otra parte que a la esquina es para salón de billares.
En la planta que está a nivel de la calle está el bar, con entrada por la esquina y otras laterales, donde una orquesta de doce profesores ejecutan cada noche música selecta... (...)
En la esquina con San Martín, como remate, se erigió la cúpula, de 21,50 metros, con una aguja que llega a los 30 metros.
El Savoy fue inaugurado el 30 de abril de 1910 y dejó de funcionar el 15 de febrero de 2007. En abril de ese año un grupo de inversores rosarinos y porteños encabezados por el Grupo Rosenthal compró el hotel e inició su restauración. El pasado miércoles 1º de abril reabrió sus puertas, y con ellas su historia. Una larga historia cuyo punto de partida se encuentra hace más de cien años.