San Juan tiene la gloria de ser la cuna del más grande y abnegado de los educadores argentinos, don Domingo Faustino Sarmiento, cuya noble y vigorosa personalidad dio a la enseñanza en largos años de infatigable labor, definitivas normas.
A la llegada de los conquistadores, el territorio estaba ocupado por distintas etnias influenciadas culturalmente por los incas y distribuidos en distintas áreas de expansión, en el Norte vivían capayanes, yacampis y olongastas mientras en el Sur, los huarpes.
Varias dinastías del antiguo imperio incaico entre ellas las del Inca Yupanqui y posteriormente el Inca Viracocha III, trataron de extender sus dominios conquistando Chile y como resultado de estos movimientos los moluchos, que habitaban el sur del Perú , se corrieron a Chile y después a San Juan donde se los conocía con el nombre de toluches.
El malón fue la expresión belicosa de las relaciones entre indígenas y blancos, obedeciendo a la necesidad de defender sus tierras ante el constante avance de los hispánicos, sino también con el propósito de apoderarse de sus ganados para comercializarlos en Chile.
Más tarde y a consecuencia de la mezcla de estos aborígenes con los que ya moraban en la zona dieron nacimiento al indio Huarpe ó warpe, de alta estatura, pacíficos y dedicados a la ganadería, industrias caseras y al trabajo minero.
Usaban el cabello largo adornado con plumas. Se pintaban el rostro en ocasiones de ceremonias con líquidos vegetales.
Eran politeístas. El dios más venerado y respetado era Hunuc Huar. Para ellos este dios habitaba en las montañas. También adoraban al sol, las estrellas, la luna y los ríos.
La corriente colonizadora proveniente de Chile llegó a esas tierras andinas en la segunda mitad del siglo XVI.
La primera fundación se atribuye a Martín Ruiz de Gamboa, quien enviado por Pedro del Castillo, capitán general de Cuyo, estableció en 1561 un fuerte a orillas del actual río San Juan.
Un año más tarde el 13 de junio de 1562 Juan Jufré de Louyza y Mon
tese, adelantado de la tercera corriente colonizadora que penetró en el territorio por el norte, fundó San Juan de la Frontera, su actual capital en el valle de Tucuna, en nombre de Francisco de Villagra, Capitán General de los Reinos de Chile y de su Majestad el Rey de Castilla Felipe II.
"San Juan" fue puesto en honor al santo patrono de Jufré, San Juan Bautista.
En los primeros tiempos la convivencia entre españoles y aborígenes fue buena, pero finalmente los indios fueron sometidos.
A fines de 1593, el río San Juan arrasó con la ciudad, así es que Luis Jufré debió trasladar el poblado a 25 cuadras al sur del fuerte levantado por Gamboa.
San Juan se vio libre de las acechanzas de los naturales recién en 1595, pero durante las dos centurias siguientes, el maestre de campo, José de Amigorena, conocedor de las ambiciones de los caciques por parlamentos, alianzas, lograría mantener fuera del embate a las poblaciones, hasta la aparición de los ranqueles que sólo pretendían ganado y mujeres blancas.
Muy distinta fue la política de dominio empleada por Rosas en 1833 quien imitando a las autoridades españolas acostumbradas a pactar con los indígenas, sagazmente – no por filantropía - les entregaba ganado necesario para subsistir, bolsas de maíz otras especies, sujetándolos así durante cierto tiempo y escogiendo algunos jóvenes para sus faenas saladeriles.
Una década después de la caída de Rosas, en 1852 blancos y mestizos seguían derrochando valentía, mientras la ignorancia se expandía como la mala hierba en los campos sin roturar y en las fronteras, la proximidad del indio hostil y su brutalidad se extendía desde Cuyo al desierto.
La Campaña al Desierto de 1879 comandada por el General Roca y realizada por fuerzas conjuntas de Mendoza, San Juan, Córdoba y Buenos Aires aparte de arrinconar a Yanquetruz contra la cordillera, llevó a cabo una matanza organizada de esos pueblos originarios y del despojo de sus tierras.
En cuanto a la evolución de la estructura política comenzó con su integración a la Capitanía general de Chile, pasando al crearse el Virreinato del Río de la Plata, a formar parte de la intendencia de Córdoba del Tucumán, hasta 1813 cuando el Segundo Triunvirato estableció la segregación de los territorios cuyanos.
Sus pobladores fueron protagonistas también en la gesta sanmartiniana.
Hacia 1820, San Juan, se separó de la Gobernación de Cuyo, iniciando su autonomía política.
El 22 de diciembre de 1828 el Papa León XII ordenó la erección del Vicariato Apostólico de San Juan, independiente del Obispado de Córdoba, siendo Fray Justo Santa María de Oro el primer vicario de la provincia, el cual desempeñaría un papel importante en la gesta emancipadora ya que conjuntamente con Narciso Laprida participaron activamente en el Congreso de Tucumán, que declarara la Independencia Nacional.
Reitero: En la etapa de Constitución Nacional, luego de la batalla de Pavón, se destacó la figura del sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento, quien llegaría a la presidencia de la República.
En 1885 el comercio adquiere un desarrollo inusitado con la llegada del ferrocarril.
A comienzos del siglo XX San Juan estaba edificada casi en su totalidad.
En 1944, un terrible terremoto destruyó la ciudad y fue reconstruida, reemplazando la antigua construcción de adobe por la antisísmica.
La consolidación de la moderna San Juan se hizo en dos etapas, a partir de fines del siglo XIX hasta 1960 y desde esa fecha a la actualidad.
La primera etapa se caracterizó por la llegada de contingentes de inmigrantes y una expansión de la agricultura comercial de riego. Entre 1860 y 69 se construyeron las primeras obras de contención del caudal del río San Juan, con la intervención del ingeniero hidráulico Cipoletti.
San Juan, detrás de su ya reconocida imagen de excelente productora vitivinícola, la provincia esconde diferentes opciones para vivir el paisaje casi lunar y realizar una vida llena de aventuras.
San Juan ofrece un imponderable testimonio de siglos de antigüedad que se conoce como: El Valle de Ischigualasto. Conocido también como Valle de la Luna. Hace unos 200 millones de años era un vergel de helechos gigantescos y rincosaurios, dicinodontes y otros vertebrados.
Bibliografía:
Iriarte, Tomás de: Memorias. Historia de San Juan. Tomo 4. Pág. 281 y sig.
San Juan. Calle. Topografía:
Corre de E. a O. desde 300 al 5599; a la altura de San Martín 1100; Bv. Avellaneda 1000.
Se le impuso ese nombre por O. 3 de 1905.
Recuerda a la provincia argentina de San Juan.
Sarmiento observa desde las alturas
En medio de la calle San Juan, sobre un pedestal, Sarmiento imponente y grave observa tomándose el mentón, el incesante transcurrir de la ciudad.
Plaza Sarmiento, se remonta cuando Nicasio Oroño en 1855 toma la iniciativa de suprimir la laguna de Sánchez, que por entonces se extendía por una superficie de siete manzanas, alcanzando mayor profundidad en el predio que hoy ocupa la plaza.
Allá por 1904, Arcelia Delgado de Arias propuso junto al doctor Nicolás Amuchástegui y otros prominentes vecinos emplazar un monumento glorificando al Gran Maestro.
Ganó el concurso de maquetas, su ejecutor Víctor del Pol y por una segunda Ordenanza Municipal del Concejo Deliberante en 1907 se estableció su localización en el centro de la calle San Juan entre Corrientes y Entre Ríos.
El 20 de diciembre de 1911 se llevó a cabo la inauguración del mismo.
Sobre un pedestal de granito de 9 metros, se levanta el monumento, en cuyas caras las figuras alegóricas definen su pensamiento, su obra y su lucha ideológica.
UNA PRESENCIA ESPAÑOLA SOBRE CALLE SAN JUAN
Algunos ejemplos notables de notable valor urbano engalanan nuestras calles y dejan oír el canto de su materialidad como testimonios de otras épocas insertados en el devenir de la ciudad.
Una pieza de importancia, incluida entre las mayores de Rosario, su lengua es “La Cervantina” proyecto de Gerbino – Swcharz , en San Juan 881 – 883 y 885, encargado por los hermanos Romanos que habitaron el edificio al cual le dieron final de obra en 1928.
La estructura consta de dos salones en planta baja y cuatro viviendas distribuidas en dos pisos.
En el primer piso de la fachada, una hornacina contiene la figura corpórea de Miguel de Cervantes Saavedra realizada por Eduardo Barnes, el mismo artista, cuya muestra de obras escultóricas se mantiene en los fosos del teatro El Círculo.
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