El primer acto de dominio privado en este espacio que hoy es Rosario, se produjo cuando se estableció el primer poblador, el capitán Romero de Pineda.
Debió ser bravo soldado, listo para lances y de singular coraje al enfrentar querandíes y charrúas, para hacerse acreedor como premio a sus servicios de una merced que el Gobernador General y Capitán de las Provincias del Río de la Plata, Don José de Herrera y Sotomayor le otorgara en nombre de su Majestad, el rey de España, el 29 de agosto de 1689.
La merced fue redactada en esta forma: "Concédele la merced real para el ilustre capitán de caballos, sus hijos y descendientes por sus méritos y servicios y por ser hijo, nieto y bisnieto de los primeros conquistadores y pobladores de estas tierras" (refiriéndose a la ciudad del puerto de Buenos Aires) y así mismo por ser noble y casado con mujer de igual calidad".
Como reconoce el historiador Fernández Díaz: "la donación constituye una ejecutoria de nobleza en reconocimiento a sus servicios”.
Distrito rural poblado por gran cantidad de ganado bagual y regado por varios cursos de agua.
El mismo comprendía tierras desde el paraje llamado de las Salinas (hoy Ludueña) hasta el que llaman de la Matanza (hoy Arroyo Seco) sobre el río Paraná de frente y por fondo todo lo que estuviese vacío, abarcando entradas y salidas, aguadas, montes, lagunas y tierras anexas para que en las mismas fundase estancias, considerando todo como cosa propia, adquirida por el título que se le diera."
Debió ser bravo soldado, listo para lances y de singular coraje al enfrentar querandíes y charrúas, logrando hacerse acreedor como premio a sus servicios de una merced que el Gobernador General y Capitán de las Provincias del Río de la Plata, Don José de Herrera y Sotomayor le otorgara en nombre de su Majestad, el rey de España, el 29 de agosto de 1689.
Como reconoce el historiador Fernández Díaz: "la donación constituye una ejecutoria de nobleza en reconocimiento a sus servicios.
Al aceptar tal donación Romero de Pineda debía cumplir esta consigna: "Recorrer la tierra y defender el camino en tránsito trazado por los conquistadores que unía Buenos Aires con el interior y pasando por las inmediaciones de lo que se llamaría Pago de los Arroyos, guardia permanente de estos caminos".
Romero de Pineda contaba con una treintena de hombres dedicados a las vaquerías, incursiones que realizaban en el campo para cazar el ganado cimarrón, al que le extraían el cuero, el sebo y la lengua - dejando el resto del animal tirado en la tierra para ser utilizado por animales salvajes-. Posteriormente instaló su estancia.
Como afirman Augusto Fernández Díaz y Juan Alvarez “Puede inferirse que el sitio elegido por Romero de Pineda para establecer su estancia fue la desembocadura del Saladillo, en su banda norte, por ser un “paraje ideal por ofrecer el río un puerto abrigado y ser tierras vacunas”.
A su muerte en 1695, la superficie comprendida entre los arroyos fue dividida entre sus dos herederas: Francisca, casada con González Recio y Juana, casada con Gómez Recio.
El heredero de Juana hizo construir una pequeña capilla de barro y paja para que serviría de oratorio en su estancia.
Posteriormente, a la muerte de don Luis, serían sus hijas, Francisca y Juana, quienes se repartirían las tierras.
Francisca recibiría una porción de una legua a partir del Arroyo Ludueña hacia el Sur, en tanto que a Juana le correspondería la otra fracción, considerablemente mayor, pero a cambio de hacerse cargo de las deudas.
Fue en esta segunda estancia donde el hijo de Juana, el capitán Domingo Gómez Recio, construyó un Oratorio muy simple llamado de la Concepción de los Arroyos.
El mismo estaba ubicado a la vera del arroyo Saladillo y no en la actual Plaza de Mayo, dato que lúcidamente aporta Augusto Fernández Díaz en su trabajo “Rosario, desde lo más remoto de su historia”.
Durante 1719, las tierras de la estancia San Miguel del Carcarañal, propiedad del hijo de Antonio de Vera Mujica, fueron adquiridas por los jesuitas. Estas tierras definirán luego parte de los límites en el pago.
A su vez, atendido por franciscanos se estableció en la zona el Pago del Salado, para hacer frente a las irrupciones de los indios calchaquíes.
Luego, hacia 1724, Santiago Montenegro se estableció también en la zona y de manera permanente, en terrenos que habían sido de los Gómez Regio (heredero de Juana de Pineda) para más tarde instalar un molino. Esta etapa facilitó que se estableciera un oratorio en torno a una capilla dedicada a la Virgen del Rosario.
Asimismo, también merece mencionarse a la primera autoridad civil de la zona: don Francisco de Frías, quien en 1725 fue designado por el Cabildo santafesino como Alcalde de Hermandad para el Pago de los Arroyos.
No obstante, es necesario apuntar que no se le pudo asignar sitio fijo como asiento de su autoridad porque ningún pueblo existía hasta ese momento. Así fue como don Francisco de Frías se convirtió en un funcionario ambulante, recorredor de campañas mal delimitadas a las que comenzaron a trasladarse algunas familias del norte que huían de los constantes ataques de los salvajes.
Por otra parte, a los pocos años surgió la necesidad de contar también con una autoridad espiritual que asistiera a los pobladores de ambas estancias.
Así fue como, en octubre de 1730, el Cabildo Eclesiástico resolvió crear el Curato del Pago de los Arroyos, designando como cura párroco a Ambrosio de Alzugaray, bisnieto de Romero de Pineda y sobrino del capitán Gómez Recio, propietario del oratorio.
Ahora bien, como ya señaláramos, el oratorio se llamaba de la Concepción de los Arroyos y no del Rosario. Todo indica que al momento de ser designado, el párroco Alzugaray llevó consigo una imagen de la Virgen del Rosario, la que desde hacía años era profundamente venerada en una reducción ubicada veinte leguas al norte de Santa Fe y que fuera destruida por una invasión de indios a comienzos del siglo XVIII.
Así fue como el Oratorio de la Concepción se convertiría en Capilla del Rosario, en la que desarrollaría su labor Alzugaray hasta su muerte, en 1744.
En el año 1757 don Santiago Montenegro dona los terrenos donde se levantará la futura iglesia, predio actualmente ocupado por la Iglesia Catedral (Códoba esquina Buenos Aires).
En 1823, algunos vecinos, encabezados por el cura párroco doctor Pascual Silva Braga, pidieron al gobierno santafecino que diera al poblado Pago de los Arroyos el titulo del villa o ciudad y la pusiera bajo la advocación de nuestra señora del rosario.
El 2 de diciembre de ese año de ese año, la Junta de Representantes de Santa Fe le otorgaron el rango de “Ilustre y Fiel Villa”.
Una nueva y brillante etapa.
El decidido apoyo que rosario brindo a Urquiza en su campaña contra Rosas constituyo la piedra de su rápido crecimiento.
El general vencedor de Caseros procedió a gestionar ante las autoridades provinciales la sanción de una ley que le otorgase a Rosario el titulo de ciudad.
La legislatura accedió en el 3 de agosto de 1852 la modesta población ostento du ansiado rango.