RODÓ JOSÉ ENRIQUE (1872 -1917)
Expresa Guadalupe Palacio de Gómez: “El arielismo fue una corriente ideológica latinoamericana de principios del siglo XX que tomó su nombre de la obra “Ariel” del escritor uruguayo José Enrique Rodó.
Se caracterizaba por oponer al utilitarismo anglosajón, los valores de la cultura greco-latina heredados del Imperio español en Hispanoamérica.
Expresaba una visión idealista de la cultura hispanoamericana como modelo de nobleza y elevación espiritual en contraposición a la cultura de los Estados Unidos como ejemplo de sensualismo y grosería materialista.
El arielismo es anterior al ensayo Ariel y es inicialmente formulado por Rubén Darío y Paul Groussac.
"Desde comienzos de los años 90 del siglo XIX, The Tempest se convirtió en una de las más recurridas fuentes de metáforas políticas y culturales en Hispanoamérica y el Caribe”.
José Enrique Camilo Rodó Piñeyro nació en Montevideo, Uruguay, el 15 de julio de 1872.
Miembro de una familia bien posicionada económicamente, Rodó aprendió a leer a los cuatro años, con la ayuda de su hermana, y desde entonces fue un apasionado lector.
Su rendimiento escolar presentó altibajos desde un primer momento, iniciando sus estudios en la Escuela y Liceo Elbio Fernández de Montevideo, donde se interesó principalmente por materias como la historia y la literatura.
Ingresó en 1882 y al año siguiente debió pasar a otro colegio oficial por problemas económicos de su familia, debidos a algunos fracasos en los negocios de su padre.
Al quedar huérfano de padre tempranamente y su madre lo hizo asistir a una escuela carente de creencias religiosas, a pesar de su fe católica.
A los catorce años comenzó el bachillerato y debió dejarlo a medias, pues su carácter no soportaba disciplina de ningún género y aparte el estudio de materias no afines con sus preferencias, le obligarían a dejar los claustros, en los que sólo brilló como destacado alumno de literatura.
En consecuencia, comenzó a trabajar en tareas de ayudante en un estudio de escribanos.
Se dio sin descanso a la lectura, convirtiéndose en un autodidacta más, y de esa época datan sus primeros trabajos literarios, donde confiesa su admiración por Lamartine, Cervantes, Balzac y Perrault.
Desarrolló su faceta periodística y a partir de 1895 se fueron publicando poemas y artículos suyos en periódicos, así como algunos artículos de crítica literaria en la Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales (1895-1897), que fundara junto con otros intelectuales uruguayos.
En 1896, en el mismo órgano, publicó dos ensayos, “El que vendrá” y “La novela nueva”, que volvería a publicar junto con otro artículo en 1897 bajo el título “La vida nueva”.
En estos ensayos Rodó se propuso analizar algunos de los aspectos que contribuían al sentimiento de malestar de su época. Ofrecía una alternativa espiritual con la esperada llegada de un redentor que podía, según él, establecer una nueva vida basada en el amor, la armonía y la paz.
José Enrique Rodó formó parte de la vida política de su país como miembro del Partido Colorado de José Batlle y Ordóñez: fue diputado por Montevideo en 1902 y renunció a su cargo en 1905, pues estaba desilusionado de la realidad política de su país.
Luego de publicar “Liberalismo y jacobinismo” en 1906, y como consecuencia de diversos antagonismos, se distanció de Batlle.
Entre 1904 y 1907 sufrió una crisis anímica. A pesar de su pesimismo vital, escribió Motivos de Proteo, una serie de artículos didácticos de tono optimista e idealismo moderado. Uno de los temas fundamentales es la regeneración, que implica que cada individuo tiene que aspirar a la perfección y a ideales desinteresados desarrollando en el proceso un balance armónico. Sus consejos morales y éticos se expresan en muchos casos por medio de parábolas.
En 1907 volvió a la política otras dos veces: cuando fue elegido diputado en 1908 y de nuevo en 1910.
Publicó otro ensayo importante, “El mirador de Próspero”, en 1913 y dos años después, se dedicaría a las obras de Rubén Darío, Simón Bolívar y Juan Montalvo.
Cuando su salud empeoró, emprendió el siempre soñado viaje a Europa, designado como corresponsal de la revista argentina Caras y Caretas.
Entre 1916 y 1917, las impresiones de sus viajes por España, Francia e Italia se publicaron en la revista, en artículos cuyo tono melancólico refleja su desilusión y tristeza.
Rodó murió en el olvido en un hotel de Palermo (Sicilia) el 1 de mayo de 1917, a los 45 años de edad. Sus restos no fueron trasladados a Montevideo hasta 1920.
Durante una noche del verano de 1920, toda una ciudad, todo un pueblo, veló los repatriados restos de Rodó. Montevideo cubrió de crespones negros los faroles de sus calles y en los muros de muchas casas había en letras doradas sobre fondos oscuros los siguientes nombres: “Ariel”, “Motivos de Proteo”, “El mirador de Próspero”.
Los ensayos de Rodó, marcados por la defensa del americanismo y la crítica a la cultura norteamericana, tuvieron una extraordinaria difusión.
Su tersa prosa y su agudo pensamiento han influido en varias generaciones de toda América. El movimiento latinoamericano de la Reforma Universitaria, iniciado en 1918, lo consideraba uno de los «maestros de la juventud”.