Nos dice Hebe del Carmen Livi en “La navegación del Salado”: “Los pueblos pueden preferir las vías navegables para sus intercambios comerciales. La rapidez y el bajo costo del transporte incentivan continuamente la búsqueda de nuevas rutas marítimas y fluviales. América no permanece al margen de este proceso de lanzamiento al mar, y en las regiones alejadas de él, siempre un río está cerca para sustituirle”.
Un logro relevante de la Constitución de 1853, fue “la libre navegación de los ríos” y a partir de allí se sucederían ininterrumpidamente expediciones a lo largo de esta vía fluvial, ya por sus costas, ya por su propio cauce, con el fin de establecer una ruta de intercambio comercial más económica que las terrestres, también poner una valla a las depredaciones indias y buscar una salida al Paraná para la provincia de Santiago del Estero.
El gobernador de esta provincia D. Manuel Taboada, en su enorme entusiasmo por logró interesar a los más fuertes empresarios de la Confederación, como Smith Hnos., Esteban Rams y Rubert Y Cía. en la exploración del río Salado.
Y en uso de ese derecho otorgado por el decreto de la libre navegación de los ríos llegó al Río de la Plata, el comandante Thomas J.Page de la Marina de los E.E.U. para estudiar la navegabilidad de los ríos y levantar cartas de ellos. El 13 de julio de 1855 salió de Santa Fe, llevando a bordo el gobernador José María Cullen más sólo llegarían 13 días después a Monte Aguará a 96 millas en línea recta de punto de partida y a 350 siguiendo el cauce.
Desde allí en un punto de la provincia de Santiago del Estero, en un esquite de 18 pies por 3 que se encontraba en el río Dulce, desde un lugar llamado Sepultura, se emprendió el descenso del río.
El día 12 de octubre llegaron a Esquina de las Cañas a 14 leguas de Monte Aguará adonde llegara Page remontando el río.
En base a todas las observaciones. el norteamericano elaboró un informe donde establecía que el río Salado es navegable desde Santa Fe hasta San Miguel, próximo al límite entre Salta y Santiago del Estero.
En 1857 Esteban Rams emprendió una nueva expedición llevando a remolque una chata con un piquete de infantería para defensa y herramientas para remover obstáculos , pero los raigones del lecho del río sólo le permitió llegar a Monte Aguará donde permaneció casi un mes donde los indios sele acercaban en forma amistosa.
El explorador ante los costos elevados invertidos en la exploración viajó a Europa buscando empréstitos para solventar la navegación del Salado y en 1862 con el respaldo del capital necesario en un convoy partió por tierra pensando seguir el curso del río.
El 29 de julio de 1863 Rams con el general Antonino Taboada descendió el río en dos botes c hasta Monte Aguará.
En diciembre de ese año se produjo la inauguración de las obras de canalización del río con el auspicio del Presidente de la República, Bartolomé Mitre.
El empresario Rams continuó con sus trabajos llevando a los gobiernos provinciales y nacional a continuar con la mirada puesta en el río que baja de Salta, hasta que el cólera que asoló a Buenos Aires en 1867puso fin a las ilusiones de muchos y a su vida.
Germán Burmeister en su obra puso en duda la navegabilidad del Salado exponiendo como causa de ello la diferencia de niveles, los bañados y los raigones que retirados un día vuelven al otro acarreados por las periódicas variaciones de caudal.
Durante décadas posteriores se reactualizaron proyectos al respecto, pero ninguno fue llevado a la práctica mientras tanto el río Salado duerme tranquilo sin que el ruido de motores perturbe la calma de sus aguas barrosas.
Solo lo surcan las canoas o botes de pacientes pescadores como expresión de una navegación que pudo ser y no se dio.