Desde los tiempos de Hipócrates (siglo V a.C.) se habían atribuido las enfermedades a abstractos desequilibrios de los humores internos del cuerpo humano.
En la segunda mitad del siglo XIX el progreso de la medicina continuaba, el árbol plantado en la primera mitad crecía extraordinariamente, y nacían en él, numerosas ramas, cada una de las cuales sería tronco independiente de otro nuevo y frondoso árbol.
Con la muerte de Broussais (1838) quedaron definitivamente enterradas las doctrinas o sistemas tradicionales, y la clínica y el laboratorio se convirtieron desde entonces, en las únicas e inagotables fuentes de conocimientos.
Éstos se acumulaban en números tan enormes en todos los campos, su importancia era tan grande y vasta, que cada vez se hacía más raro el tipo de médico universal, y era mayor el número de especialistas que estudiaban una determinada disciplina, división del trabajo que era a su vez, un factor de progreso al enfocar sus energías en un solo sentido.
En esa época se produjo una revolución en el pensamiento médico: Apareció "El concepto microbiológico", que alteró esencialmente el modo de ser de la medicina y se difundió tan rápido y universalmente, que por un tiempo ejerció un dominio casi absoluto en todos los órdenes.
De la mano de geniales investigadores como Louis Pasteur y Robert Koch, quedóo firmemente establecida la teoría del origen microbiano de las enfermedades infecciosas, según la cual éstas son provocadas por gérmenes patógenos ambientales que penetran en el organismo sano; la determinación de las causas concretas y seguras de una amplia gama de afecciones supuso el inicio de la actual medicina científica.
Un nombre llevó ese período a la gloria, el de un sabio que, sin ser médico, sería el mayor propulsor del progreso de la medicina en ese sentido: Luis Pasteur, la figura más representativa de la bacteriología”.
Pasteur dio asimismo un impulso decisivo al desarrollo de las vacunas, siendo especialmente recordado por el éxito de su vacuna contra la rabia (1885).
Nació el 7 de diciembre de 1822, en Dóle, Francia. Su padre, un modesto artesano deseaba que su hijo aprendiera su oficio, aspiración que cambió de parecer cuando el director del Instituto adonde concurría el niño, le diría que su hijo era dueño de un talento fuera de lo común, apropiado para estudios superiores.
Su padre, que dirigía una pequeña tornería, se había trasladado a Arbois durante la infancia del pequeño Louis, que realizó sus primeros estudios demostrando más vocación por la pintura que por los libros.
A pesar de ello, su padre lo obligó a cursar estudios secundarios en el Liceo de Besançon, donde consiguió el título de bachiller en letras en 1840 y en ciencias en 1842.
Ese mismo año fue admitido en la Escuela Normal Superior de París, pero con una baja puntuación, que al año siguiente mejoró. Estudió química bajo la dirección de Dumas y Balard.
En 1847 se doctoró en física y química.
Al año siguiente, sus investigaciones sobre el ácido racémico, y a continuación sobre el para tartárico, le llevaron a formular una teoría sobre la disimetría molecular; creyendo haber descubierto una línea de demarcación entre las sustancias orgánicas elaboradas por seres vivos (con estructura molecular disimétrica) y las preparadas en los laboratorios (con estructura simétrica).
Tales estudios han valido a Pasteur la consideración de fundador de la estereoquímica, rama de la química que describe la estructura tridimensional de las moléculas.
Hoy sabemos que su concepción era errónea, pero igualmente constituiría el punto de partida para investigaciones de gran trascendencia.
En 1848 fue nombrado profesor de física y química en el Liceo de Dijon, y tres meses después suplente en la cátedra de química de la Universidad de Estrasburgo, cátedra de la que sería titular en 1852, para pasar después (1854-1857) a la Universidad de Lille como profesor de química y decano de la Facultad de Ciencias.
Presentado el joven científico, al célebre Juan Bautista Biot, juntos arribarían al estudio sobre las propiedades de algunos ácidos.
Biot valoró las capacidades de su discípulo y no se equivocó porque a los pocos años presentaría en la Academia de Ciencias de París, un método científico o proceso de fermentación demostrando que existían gérmenes que destruían el vino.
. Con una orientación principalmente práctica, encaminada a resolver algunas dificultades con que topaban las industrias vinícolas y cerveceras de la región, Louis Pasteur solo emprendió en Lille sus conocidos estudios sobre la fermentación.
Sus investigaciones le llevaron a corroborar, por un lado, la idea de que las levaduras eran las responsables de la producción de alcohol en la fermentación, y por otro, a descubrir que la producción en el proceso de fermentación de ciertos ácidos y sustancias indeseables (que agriaban el vino o la cerveza) era debida a la acción de microorganismos como las bacterias.
Pasteur resolvió el problema con el simple método de someter a altas temperaturas las soluciones azucaradas iniciales; se eliminaba con ello las bacterias, evitando así la acidificación del producto final.
Aunque su convicción de que la levadura desempeñaba algún tipo de papel en ese proceso, Pasteur logró demostrar, gracias a sus anteriores trabajos en química, que la producción de alcohol en la fermentación se debe, en efecto a las levaduras y que la producción de sustancias como el ácido láctico o el ácido acético que agrian el vino se debe a la presencia de microorganismos como las bacterias, que sólo podrían ser eliminados si se los sometía a temperaturas muy elevadas "pasteurización".
Descubrimiento que lograría su incorporación como miembro en la Academia de Ciencias en 1862.
La primera gran victoria la obtuvo en 1881, al descubrir la vacuna contra el carbunco (enfermedad fatal para el ganado vacuno) más llegaría a la cumbre de sus investigaciones al descubrir la vacuna contra la rabia, al demostrar que las enfermedades surgen de un ataque invasivo procedente del exterior del organismo.
En cirugía también obtendría sus logros, como precursor de la antisepsia, haciendo que Joseph Lister (1827 - 1912) profesor de la Universidad de Glasgow, aplicara sus ideas a la cirugía y creara la antisepsia, si bien mataba al microbio, dañaba también a la célula orgánica y pronto sería sustituida por la simple asepsia.
Su nombre aparece perpetuado en estos últimos siglos, en los institutos Pasteur diseminados por el mundo.
Su muerte se produjo en St. Cloud el 28 de setiembre de 1895, a los 73 años, aunque había enfermado de parálisis a los 46.
En el momento de su deceso, ya era considerado en su patria, como un héroe nacional.
Bibliografía:
Universitas. Enciclopedia Cultural. Salvat Editores, 1959. Historia de la medicina. Tomo 6. Pág. 298 y sig.
Pasteur. Pasaje. Topografía:
Corre de E. a O. desde 7000 hasta 7199, desde Guatemala a Méjico, paralelo a Av. Eva Perón 7100.
Se le impuso ese nombre por D. 21705 del año 1958.
Recuerda al científico francés Luis Pasteur (1822 – 1895) descubridor de la vacuna antirrábica y otros tantos avances de la medicina.
PALABRAS DE RECONOCIMIENTO A SU SABER:
Le caben las palabras de valoración de nuestro investigador Ameghino que repìtiera E. L. Holmberg, casi en tiempo contemporáneo a Pasteur: "Supo mirar y ver con ojos geniales; supo sustraerse a la mayor parte de los compromisos de la sociedad que absorben y deleitan el tiempo de los desocupados; supo ser independiente y altivo, con la resistencia de un espartano y la dignidad de un héroe; supo merecer sin doblarse y triunfar sin dianas, colocándose en la cumbre junto a los más grandes sabios del siglo XIX, sin dislocar a nadie ni despertar envidias. Tuvo el ahinco del conquistador de un mundo de misterios".