En 1814, el rey Fernando VII de España había regresado al trono español. Esta situación quitó argumentos de acción a los hombres que habían iniciado la Revolución de Mayo en el Virreinato del Río de la Plata e instaurado la Primera Junta en 1810.
Los gobiernos que habían sucedido a ésta: Junta Grande, Primer Triunvirato, Segundo Triunvirato y Directorio - ya no podían actuar en nombre del rey de España porque Fernando VII había vuelto a estar en el poder efectivo.
El rey quería reconquistar sus colonias; los realistas, que eran los partidarios del colonialismo, habían triunfado en Huaqui, Vilcapugio y Ayohúma, y eran fuertes en el Alto Perú, la actual Bolivia.
Desde allí pensaban atacar las bases de los independentistas e invadir Las Provincias Unidas del Río de la Plata, (actual territorio de Argentina) teniendo como objetivo la ciudad de Buenos Aires.
El 15 de abril de 1815, una revolución terminó con el gobierno centralista del Director Supremo el general, Carlos María de Alvear. Éste no creía que nuestras fuerzas militares pudieran derrotar a los ejércitos españoles y veía con alarma la creciente desunión de las provincias del interior.
Se designó un sustituto, Álvarez Thomas con un sentido más profundo de independencia de España.
Expresa Félix Luna en un texto: “Si las Provincias Unidas a partir de la Asamblea de 1813 tiene una Bandera, un Himno, tiene moneda propia, legisla leyes de fondo como la abolición de la esclavitud a los que nazcan a partir de esa fecha, la trata de los negros, la abolición de los títulos de nobleza, la libertad de imprenta, son signos de un país que se está diseñando y en consecuencia necesita darle fuerza legal a lo acontecido en 1810, convocando a una reunión de diputados representantes de todas las provincias”.
Sin embargo la situación de los patriotas independentistas en su frontera noroeste, no estaba asegurada hasta que en marzo de 1816 el general porteño José Rondeau aceptó firmar el Pacto de los Cerrillos con el caudillo salteño (Salta incluía a Jujuy y Tarija) Martín Miguel de Güemes.
A partir de ese momento, las fuerzas de Güemes sostuvieron la lucha en el frente norte, dando espacio y tiempo a los ejércitos del Gobierno Nacional, al mando del general José de San Martín, pudieran avanzar contra sus enemigos, los realistas, más allá de la Cordillera de los Andes hacia Chile y luego hasta Perú.
Mientras tanto, por entonces, el caudillo José Gervasio Artigas y sus aliados defendían el territorio oriental de las incursiones portuguesas, pese a sus ideas contra las actitudes disidentes de los gobernantes porteños.
Fue Artigas un precursor de la Independencia porque sostenía: Hab ía que formar una confederación entre las provincias que conformaban las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Organización bajo la forma de república con separación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.
Organización plasmada en una Constitución escrita. “Es muy veleidosa la probidad de los hombres; sólo el freno de una Constitución puede afirmarla. Mientras ella (no exista), es preciso adoptar las medidas que equivalgan a la garantía preciosa que ella ofrece.”
Gobierno centrado en la conservación de la igualdad, la libertad y la seguridad de los pueblos.
Libertad de comercio entre las provincias de la confederación.
Pero su pensamiento más fuerte sería: Capital fuera de Buenos Aires.
El Congreso de Tucumán
Los revolucionarios exigieron la convocatoria a un Congreso General Constituyente y prontamente se enviaron diputados, iniciando las sesiones el 24 de marzo de 1816. Cada delegado representaba 15.000 habitantes.
Aunque Los sucesos de Mayo no habían sido recibidos en toda su dimensión en el resto del país: el centralismo virreinal fue reemplazado por el porteño, nombrando incluso gobernadores de Buenos Aires en Córdoba, Salta y Charcas. Los cabildos de varias ciudades dudaban acerca de reconocer el movimiento porque algunos como Montevideo y el Alto Perú, eran francamente hostiles o estaban en manos de realistas que sólo aceptaban el Consejo de Regencia que funcionaba en España; en Córdoba, incluso, se abortó una rebelión realista.
Sin embargo muchas ciudades y villas como Mendoza, San Juan, Tucumán, Salta, Catamarca, Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Santiago del Estero, Jujuy, Tarija y otros reconocían la necesidad urgente de reuniones en Congreso para incitar la unión de los pueblos, sabiendo además que dicha asamblea tucumana tendría por delante una urgente y profunda función legislativa y ejecutiva más allá inclusive del gran documento sancionado el 9 de julio.
La Declaración de la Independencia por el Congreso reunido el 9 de julio de 1816, fue la culminación de un proceso que se inició con el movimiento de Mayo de 1810, cuando todavía no todos nuestros patriotas pensaban en cortar lazos con España.
La declaración fue realizada en la Casa de Tucumán, ubicada en la ciudad de San Miguel de Tucumán.
El Congreso Nacional de 1816 en sus cuatro años de deliberaciones - la mayor parte de las cuales se celebró en Buenos Aires, luego de su traslado desde Tucumán - realizó centenares de sesiones, debatiendo problemas de variada importancia.
Las características fundamentales del Congreso Nacional inaugurado en Tucumán fueron las de su soberanía, carácter constituyente e ideas republicanas, al señalar enfáticamente: "Los diputados en particular sólo tienen el del resto de los ciudadanos", en una evidente intención de soslayar actitudes aristocratizantes o establecer privilegios, salvo los fueros típicamente parlamentarios.
El historiador Armando Alonso Piñeiro explica que “el Congreso Nacional de 1816, tuvo un carácter de continuidad institucional que constitucionaliza sus funciones, atribuciones y dictámenes. Este continuismo institucional se verifica mediante dos conductos: el constituyente y el legislativo. El primero se consagra por la continuidad de los poderes parlamentarios, mientras que la función legislativa tiene una importancia desusada, más significativa que su naturaleza específica.”
Victoriosa al fin la tendencia libertaria y soberana - motorizada por la presión de San Martín, Belgrano y Pueyrredón - el Congreso cumplió su misión histórica.
Aquel año de 1816 los argentinos conocían mucho mejor que sus herederos de hoy, a los congresales de Tucumán. Bien vale evocarlos: de los 29 legisladores, 17 eran abogados, 10 clérigos, uno funcionario y el restante (Godoy Cruz era bachiller en filosofía, en cánones y en leyes además de industrial y comerciante, llegando a ser después gobernador de Mendoza).
He aquí los 29 nombres que integraron el Congreso de 1816:
Manuel Tomás Acevedo, Tomás Manuel de Anchorena, Pedro Miguel Aráoz, Mariano Boedo, Eduardo Pérez Bulnes, José Antonio Cabrera, Pedro Ignacio de Castro Barros, José Eusebio Colombres, José Darragueira, Esteban Agustín Gascón, Tomás Godoy Cruz, José Ignacio Gorriti, Francisco Narciso Laprida, José Severo Malabia, Juan Agustín Maza, Pedro Medrano, José Andrés Pacheco de Melo, Juan José Paso, Pedro Ignacio de Rivera, Fray Cayetano José Rodríguez, Antonio Sáenz, Jerónimo Salguero, Fray Justo Santa María de Oro, Teodoro Sánchez de Bustamante, Mariano Sánchez de Loria, José Mariano Serrano, José Ignacio de Thames, Pedro Francisco Uriarte.
Bibliografía:
Amuchástegui Nicolás R.: "El 9 de Julio de 1816." Buenos Aires 1933.
Gandía Enrique: "Los hombres de Tucumán." Buenos Aires 1941.
Más la expuesta en el texto.
Nueve de julio. Calle. Topografía:
Corre de E. a O. desde 100 Bis hasta 5.299 a la altura de 1° de Mayo 1300, Bv. Oroño 1300, Gutemberg 1300.
Se le impuso ese nombre por O. 3 de 1905.
Recuerda a la fecha patria “9 de Julio de 1816”, día de la Declaración de nuestra Independencia, decisión tomada por el Congreso de Tucumán declarando la formal ruptura de vínculos entre las Provincias Unidas del Río de la Plata y la monarquía española.