En un pueblito de polvo y barro de la campaña bonaerense , nació el 21 de diciembre de 1795, Francisco Javier Thomas de la Concepción Muñiz – bautizado a la costumbre de los siglos XVIII y XIX – imponiendo a los niños por lo menos tres nombres.
Desde su niñez lo enviaron a Buenos Aires para recibir una educación mejor de acuerdo a las posibilidades familiares. La ilusión de sus padres era que el hijo se recibiera de doctor en teología y para ello lo ingresaron al Seminario Conciliar. Más el canónigo Venegas, muy visionario del carácter de sus alumnos, al descubrir enseguida que el adolescente tenía más vocación científica que religiosa, lo alentó a anotarse en el flamante Instituto Médico Militar del Director Supremo AlvarezThomas.
Instituto que era el mismo Protomedicato fundado por el virrey Vértiz que había comenzado a funcionar en 1780, pero recién recibiría la autorización real en 1798, para que sus miembros organizaran una escuela de medicina. Y como era de suponer Francisco Muñiz cursó Anatomía y Fisiología, resaltando aptitudes científicas brillantes en las cátedras del establecimiento.
Aunque vastamente conocido por su proficua labor médica – razones que lo impulsaron justicieramente a la posteridad – Muñiz desarrolló, sin embargo, otras tareas que son menos difundidas, como la función política y revolucionaria.
Pues adicto fervoroso al movimiento de 1810, militó en las filas morenistas, siendo uno de los redactores del Manifiesto de la Sociedad Patriótica aunque por entonces ya asomaba su ideario federal, que lo convertiría en un elemento propiamente dicho rosista, sin que algunas actitudes demagógicas del Restaurador hicieran mella en su ideario político.
En los años 20 editó un periódico ”Teatro de la opinión” siendo por entonces un médico recién recibido, lo que permitió su desempeño de cirujano en Chascomús como parte del Regimiento de coraceros comandado por Lavalle. Médico cirujano durante el gobierno de Rivadavia y jefe del Cuerpo de cirujanos en la guerra con el Brasil.
Paralelamente a esa labor asistencial desempeñó inesperadas tareas en otras áreas de la ciencia. Como lo explica uno de sus biógrafos, inició ”investigaciones paleontológicas de valor en la laguna y ríos próximos a Chascomús. Reconoció los restos de un tatú fósil o gran armadillo que se conoció por primera vez en el mundo, el Dyasipus Giganteus.
Más tarde investigó pacientemente y con éxito sorprendente los yacimientos paleontológicos de Luján hasta juntar una colección científica nada menos que de once cajones que envió en 1841 a don Juan Manuel de Rosas y que el gobernante regalara a un almirante extranjero.
Ello no lo desanimaría, pues hasta 1848 un período fructífero en cuanto sus investigaciones paleontológicas, inclusive incursionó en la paleontología vegetal y las costumbres zoológicas contemporáneas a tal punto que mantuvo una correspondencia proficua con eminentes figuras de su época, como Carlos Darwin.
Todo ello no le impidió desplegar, a partir de las postrimerías del gobierno rosista, una intensa actividad política: diputado, senador – y paralelamente a la dirección de la Facultad de Medicina – sería coronel honorario, miembro de la Convención Constituyente de la provincia en 1853 y nuevamente senador en 1863.
Al intervenir como médico en la Guerra de la Triple Alianza, recibió el 1º de octubre de 1865, una carta del presidente Mitre desde Paso de los Libres, quien reconociendo “la abnegación de un sabio” le expresaba: “No quiero que usted se ausente de este punto sin manifestarle mi estimación y agradecimiento, tanto en nombre del Ejército como en el mío, por el patriotismo y consagración a sus nobles deberes que usted ha acreditado una vez más en su larga y honrosa carrera.”
La epidemia del cólera primero, 1867 y de fiebre amarilla de 1871, se propagó rápidamente en las fuerzas armadas y de allí a las ciudades.
Muñiz jugando un papel importante en sanidad poblacional cayó mortalmente. Su vida se apagó el 8 de abril de 1871.
Bibliografía:
Rivera Jorge B: “Francisco J. Muñiz” en Otras vidas argentinas. Pág. 1 y sig. Centro Editor de América Latina.
Piñeiro Armando Alonso : “Un científico asomado a su tiempo”.
Muñiz. Calle. Topografía:
Corre de S. a N. Entre las calles Antelo y Gallini, desde ooo hasta 1299 a la altura de Juan B. Justo 1900.
Se le impuso ese nombre por Ord. 14 del año 1940.
Recuerda al multifacético médico y paleontólogo Francisco Javier Muñiz (1795 – 1871) quien tuviera destacada actuación en distintos ámbitos de nuestro país.