Durante la baja Edad Media la población española era heterogénea. Además de la mayoría cristiana, existían núcleos de judíos, mudéjares o musulmanes y moriscos (musulmanes convertidos al cristianismo)
La sociedad, como del resto de Europa era de carácter feudal: nobles, villanos libres y siervos. Esta situación con el advenimiento de los Austrias en España, fue evolucionando con matices distintos según las regiones.
A partir del siglo XII se advirtió un resurgimiento de la vida urbana y conjuntamente un resurgimiento de la industria y el comercio. Al acentuarse la lucha contra el reino moro, surgieron nuevas villa o burgos (ciudades) cuyos habitantes ya no dependían de un señor feudal sino del rey.
Al finalizar la Edad Media, la debilidad del rey Enrique IV provocó una crisis dinástica. Los aristócratas formaron dos partidos: uno que apoyaba la herencia de su hija Juana - apodada por sus enemigos “la Beltraneja” por considerara bastarda - y otro que patrocinaba a Isabel, hermanastra del monarca. La lucha se resolvió a favor de Isabel cuando el monarca la reconoció heredera.
El 13 de diciembre de 1474 una procesión formada por nobles y pelados más distinguidos de Castilla, proclamaba a Isabel de la región, reina de Castilla.
Entre las voces de la muchedumbre resonaban ¡Viva Castilla! ¡Castilla para Isabel! ¡Castilla para Isabel y su prometido el rey Fernando! Más éste por entonces rey de Sicilia, todavía no rey de Aragón, estuvo ausente para tal ceremonia por haber recibido un llamado urgente de su padre y obviamente debió acudir a sus posesiones.
El matrimonio de Isabel y Fernando, celebrado en 1469, hizo que la monarquía castellana se fortaleciera y centralizara su acción política. No obstante sus poderes no eran absolutos. En España, los Reyes Católicos fueron artífices de esta nueva concepción del poder.
El Marquesado de Moya, antiguo mayorazgo español estaba integrado por la construcción palaciega llamada Villa de ese nombre, con su fortaleza y lugares adyacentes en tierras de Cuenca –estaba enclavado dentro del territorio de la Península.
Había pertenecido primitivamente a A Pedro López de Madrid, alcalde ordinario de Cuenca, España, desde 1463, la Villa de Moya más nunca pudo tomar posesión de la misma y recién lo lograría en 1475, su tercer hijo, don Andrés de Cabrera, primer Marqués de Moya, nacido en 1430 y muerto en 1511.Como propietario desempeñaba las funciones de Alcalde Mayor y guarda perpetuo de los tesoros de la Corona.
Aparte era gobernador de la ciudad de Segovia y quien había sido el depositario del valioso documento – “el testamento dictado antes de morir, por el rey Enrique IV, hermano de Isabel, declarándola heredera de la Corona, quien cuidaría del trono y sus bienes hasta su muerte”.
El Marqués de Moya, como su esposa Beatriz de Bobadilla, joven de veintitrés años como su esposo casi dos años menor que la reina. prestaban servicios incondicionales en la corte hispánica. Los protegían de las ambiciones y intrigas, propias de la vida palaciega.