Dicha definición es ajustadamente apropiada para el prestigioso jurisconsulto, don Manuel Ignacio Molina, activo partícipe en la gesta revolucionaria de 1810.
Nació en la ciudad de Mendoza el 1° de enero de 1758 en un hogar de raigambre hispánica integrado por el Maestre de Campo don Gregorio Ignacio Molina y Vasconcellos y doña Josefa Ventura de Videla.
Después de realizar estudios primarios con los Padres mercedarios de su ciudad natal, ingresó en el Colegio Monserrat de Córdoba, matriculándose más tarde en la Universidad de San Felipe en Santiago de Chile.
En 1784 rindió las “treinta y cuatro cuestiones canónicas” graduándose en cánones y leyes.
En los claustros demostraría a través de su exposiciones su virtuosismo de hábil político y de hombre de ideas superiores.
Obtenido el título de abogado en 1787ejerció primero la profesión en Mendoza, llegando a ocupar después funciones de Procurador general de la ciudad, Alcalde de primer voto y Regidor fiel ejecutor.
Al descubrir que en Buenos Aires, muy distintamente que en el interior, no se tenían en cuenta los linajes y que existía una categoría social “los criollos” hijos de españoles que no eran mestizos.
Grupo social que después de la hazaña de expulsar a los soldados más valientes del mundo, pensaba que ante los acontecimientos que ocurrían en la Península había llegado el momento de sustituir al virrey por una junta integrada por vecinos de Buenos Aires.
A partir del 25 de 1810, el interior empezó a pensar que se había sustituido el despotismo de Madrid por el de Buenos Aires, según lo auspiciaba Artigas, lo que trajo una serie de consecuencias.
Cuando el 13 de junio de 1810 llegaron a Montevideo , los pliegos anoticiando la deposición de Cisneros y la constitución de un Gobierno patrio,, un Cabildo Abierto aclamó al reciente gobierno, que convocaba de inmediato al interior a enviar representantes que redactaran nuevas disposiciones de acuerdo a las necesidades locales del país y para obtener una opinión pública generalizada.
Resultó Molina electo por Mendoza, quien se presentó ante las autoridades porteñas el 9 de octubre de 1810, conjuntamente con otros diputados del interior.
Como amigo de Saavedra, tomó parte activa en la asonada del 5 de abril de 1811, a favor de éste, incorporándose a la unta Conservadora como representante de Mendoza.
Enterado de las incidencias que ocurrían en su provincia decidió regresar a ésta, donde por sus actividades políticas en Buenos Aires, fue ordenada su prisión en San Luis.
Al enterarse el Triunvirato de su situación fue absuelto, libre de culpa y cargo y nombrado gobernador de Cuyo.
En tal circunstancia conoció los proyectos del general San Martín y no dudó de presentarse el 16 de diciembre de 1815 al Director Supremo con el objetivo de reconquistar la Independencia de Chile.
En 1816 consiguió que salieran de Buenos Aires con destino al Ejército de los Andes, armas, ganado y dinero para solventar los gastos que ameritaba el Cruce de los Andes.
Su misión alcanzó pleno éxito y regresó a Mendoza en marzo de 1816.Electo Alcalde de primer voto en el Cabildo, ejerció el mando civil de la ciudad, cuya forma y procedimientos respetaron siempre las decisiones del Libertador.
También como justo reconocimiento a su adhesión a la causa libertadora recibió de manos de su amigo más dilecto, las medallas y cordones de Chacabuco y Maipú.
Años después falleció en Mendoza a los setenta años, el 22 de diciembre de 1828 y sepultado en el templo del Convento de Santo Domingo.