Sebastián Caboto, quien los conoció en el 24 de enero de 1527, los llamó mocoretás en su mapamundi de 1544.
El cronista de la expedición del adelantado Pedro de Mendoza, Ulrico Schmidel, describió a los mocoretáes en su obra Viaje al Río de la Plata, llamándolos machkuerendes.
Domingo Martínez de Irala los denominó macarotaes; Juan de Garay en 1573 fundó Santa Fe en la provincia de indios calchines y mecoretaes, Juan Ortiz de Zárate los mencionó como mecoretaes y el padre Rivadeneyra en su mapa de 1581 los llamó mocoretaes.
Hasta 1630 existió una reducción fundada por Hernandarias llamada San Lorenzo de los Mocoretáes, a tres leguas al norte de Cayastá en la provincia de Santa Fe. Los que en el siglo XVII ya habían desaparecido.
Estos natrales tenían como comida más abundante el pescado y algo de carne, porque algunos eran cazadores de nutrias y venados, mientras otros recolectores de miel con la que sabían elaborar una bebida alcohólica.
La vivienda se reducía a un paraviento de paja o fibras vegetales que colocaban en forma de v invertida. Decoraban su cerámica. Tenían caciques hereditarios y vivían en casas comunales.
Casi todos estos núcleos poblacionales se adornaban con unas estrellitas de piedra de distinto color que se colocaban en las narices.
A efecto de colocarse estos adornos ambos sexos se perforaban las aletas de las fosas nasales, más tampoco faltaban los ornamentos auriculares, el tatuaje ni las pinturas corporales.
Eran fuertes y numerosos contando como con 18.000 hombres de pelea, teniendo como desplazamiento muchas canaen o esquifes; y con ellos recibían bien a los hispánicos su modo haciéndolos después parte de su miseria.
Cada hombre tenía el número de mujeres que quería, y las cedían a los españoles” por vil interés”, dice Lozano.