MISTER ROSS RODRIGO (1834 – 1898)
El talento, la inventiva y la enorme capacidad de trabajo del inmigrante quedaron demostrados en la Exposición Nacional realizada en Córdoba en 1872. Allí, Mr. Ross exhibió bombas extractoras de agua, amasadoras de pan, trituradoras de cuarzo y pedestales para vagones. Estos y otros elementos ya venían siendo fabricados en Rosario, donde Ross abastecía de motores a vapor a diversas fábricas locales, produciendo además molinos, prensas tipográficas y elementos para la construcción.
Si bien Ross no fue el primero en traer a la ciudad el transporte sobre rieles a tracción a sangre, fue quien le dio la impronta definitiva, por ello es considerado un empresario multifacético que se destacó como creador y administrador del Tranway Anglo-argentino.
Nacido en la ciudad de New York en 1834, arribó a nuestra ciudad en 1866, dedicándose de inmediato a la fundición de maquinarias.
En 1834 en la Exposición Nacional de Córdoba anonadó al público exhibiendo amasadoras de pan, trituradoras de cuarzo, bombas extractoras de agua, pedestales para vagones, motores a vapor, calderas y columnas de hierro de fundición para la construcción. Hasta entonces desconocidos en el ambiente empresario, para continuar sin pausa en obras de magnitud para Rosario.
Nos dice Mikielievich: “La intensa y desigual lucha sostenida por Mr. Ross con las autoridades municipales de turno durante años, como también los sinsabores deparados por los inacabables juicios pendientes en tribunales superiores de justicia, desde mediados de 1897 comenzaron a lesionar las facultades mentales el acosado empresario. Es así que un par de meses antes de concluir el año, sus familiares se ven precisados a internarlo en el manicomio de Buenos Aires, establecimiento del que egresa, aparentemente recuperado en enero de 1898”.
El diario “la Capital” informa el día 26 del citado mes, sobre la reaparición de Mr. Ross en las cales de Rosario, crónica de la que se reproducen los siguientes párrafos: “Vestía con suma originalidad, saco y corbata blancos y amplios pantalones de casimir mal ajustados a la cintura, demostrando como siempre el poco cuidado que tiene en su indumentaria, que suele ser en variadas ocasiones de lo más variada y pintoresca.” .
Mr. Ross, el más popular de los hombres de grandes negocios e iniciativas de esta ciudad, en su lenguaje que participa del inglés, del castellano y del portugués, sin que pueda definirse a cuál de éstos se aproxima más, nos manifestó que había sido conducido a un manicomio porque decían que estaba loco, pero que ahora se encontraba bien.
Lo notamos bastante delgado, aquellos carrillos colorados y abultados, hoy, a consecuencia de la enfermedad están algo pálidos y sueltos, pero su conversación y sus actos correctos demuestran que el popular y querido empresario, el que ha cruzado de rieles la ciudad en ciudad en todas direcciones, llevando el progreso y el movimiento hasta los más alejados barrios, goza de la plenitud de sus facultades, de lo que mucho nos felicitamos haciendo votos por que continúe y se acentúe su mejoría.
Promediando el mes de marzo, volvió a padecer desequilibrios emocionales y fue nuevamente internado en Buenos Aires, establecimiento donde falleció de un paro cardíaco.
La intensa actividad y las continuas luchas como aquellos que quieren construir un mundo mejor, minaron su cuerpo y su espíritu.
Sus restos traídos por ferrocarril, llegaron a Rosario el 31 de mayo de 1898.
“El Municipio” dirigido por Deolindo Muñoz, diario de gran circulación y reconocido por la equidad de sus juicios, expresa en su edición del 31 de mayo de 1898: “No era el extinto cualquiera que con más empeño hubiese coadyuvado al engrandecimiento material de la segunda ciudad de la República”.
Mister Ross fue el alma de muchos progresos que hoy admira la población, el iniciador de grandes obras y la palanca impulsora de soberbios proyectos. Es considerado como la figura más singular y pintoresca del Rosario de las últimas décadas del siglo XIX.
La Fundición del Rosario, la instalación de bombas para extraer agua del río Paraná destinada a proveer a los aguadores callejeros y la Compañía de tramways Anglo Argentina, que extiende sus rieles entre las estaciones de los ferrocarriles y Rosario - Buenos Aires, y Córdoba - Rosario, son obras que revelan la constancia y la fuerza de voluntad de aquel ser privilegiado.
A pesar de su riqueza, a pesar de haber conquistado el derecho al descanso, Mister Ross continuó siendo el hombre laborioso que en el escritorio, en mitad de una vía o en lo alto de un coche dirigía y vigilaba el mejoramiento del servicio, era el obrero modesto que sin pretensiones de exterioridad, lo mismo tomaba la pluma que el pico o el freno, que así guiaba los caballos de su tranvía como intervenía en la administración complicada de sus bienes”.
Caritativo y más de una vez espléndido, no llamaron a su puertas la desgracia, la beneficencia pública, la desolación o el desamparo, sin encontrar en Mr. Ross un consuelo o una limosna, un elemento de acción, un donativo y en más de una ocasión solemne prestó inolvidables servicios por los cuales se le debe gratitud inmensa.
En 1898 falleció estando en un manicomio; sin embargo, su nombre quedará unido a la ciudad y sus iniciativas no se borrarán a través de los años.
Rodrigo Ross ha muerto, pero su genio emprendedor vive en sus obras. ¡Dios lo tenga en su santa gloria!”
Sus restos descansan en el Cementerio de Disidentes.
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