MIDDLETON
Rosario fue, antes que buenos Aires el vértice de una trama ferroviaria que extendía sus rieles en todas las direcciones. A partir de 1863, albergó a una numerosa comunidad de origen británico que se estableció como consecuencia de la concesión del tendido de vías a una compañía de ese país.
A muchos
les resultará difícil pensar una ciudad habitada por ingleses
y acostumbrada al silbato de los trenes.
Junto al personal administrativo y técnico que se requería para
llevar adelante las instalaciones ferroviarias se hubo consolidado en Rosario
una colectividad inglesa, escocesa, galesa e irlandesa que el 1914 constituiría
la más numerosa y más rica de las naciones angloparlantes fuera
del Imperio.
Para los
ingleses la Argentina y particularmente nuestra ciudad era un destino casi ideal,
si bien no tenían las garantías de una autoridad como la Reino
Unido de Gran Bretaña, tampoco sufrían los rigores climáticos
de muchas de sus colonias.
El Imperio no intervenía en la economía argentina sino que eran
los capitalistas británicos quienes optaban por invertir por su cuenta
y riesgo, surgiendo una época de fuertes inversiones en ferrocarriles,
gas, industria y comercio.
Mister E. Middlelton, hijo, estableció en 1906 bajo la razón social Middleton y Lejarza, una firma que comenzaría a trabajar como comisionista importadora y vendedora de materiales para alambrados, vigas de hierro, chapas, caños, etc.
Más el verdadero logro coincidió con la invención de un aparato llamado “El guardiano” empleado para la destrucción de la langosta - cuyas mangas siempre eran un verdadero azote para los campos sembrados – el cual tuvo una venta masiva, y lo impulsaría a establecer en Oroño y San Luis un amplio salón de ventas de máquinas agrícolas, materiales para la construcción de cisternas y molinos de viento, contando con personal especializado en la instalación de sistemas de agua y reparación de automóviles.
La firma Middleton y Cía era a principios del siglo XX la única concesionaria de Buick y Enfield , con gran solvencia y peso en la industria de Rosario.
Su propietario cultivaba no sólo una capacidad en el manejo de los negocios sino una brillante capacidad física que lo hacía descollar en el mundo de los deportes nacionales.
Tal popularidad
la gozó en vida , y perduró después de su muerte, por la
fascinación que suscitó su personalidad fuera de lo común
, sus polifacéticas actividades , y la obra que cimentó a lo largo
de su vida. Reputación que había conquistado ya como alumno de
la Escuela Felsbed en Essex , Inglaterra.
Indubitablemente, constituyó un paradigma digno de valorar, especialmente
en los tiempos actuales, porque desdeñó el lujo y el facilismo.
En cambio, se dio en cuerpo y alma a esfuerzos tendientes a lograr , gracias
a su tesón e inteligencia , la introducción de nuestra ciudad
en deportes que, a lo largo de los años, promovieron pasiones de los
grandes públicos.
Alcanzó 110 premios en distintas actividades deportivas, particularmente en tiro y su destreza en el manejo del fusil quedó demostrado al ganar cinco de los diez certámenes realizados en 1908 en Mar del Plata.
Aquí fue capitán del equipo del Club Atlético del Rosario (hoy Plaza Jewell) y al mismo su secretario general por varios años.
Convengamos que Middleton llevaba consigo un dinamismo sin igual y el deseo de honrar la vida en todos sus aspectos.
Bibliografía:
Mikielievich Wladimir C: Diccionario de Rosario. Obra inédita.
Middleton.
Pasaje. Topografía:
Corre desde 2100 hasta 2199 a la altura de Ocampo 1800.
Carece de designación oficial.
Recuerda a E. Middleton que en la primera década del siglo XX, en Rosario
fue figura destacada en el mundo de las finanzas y los deportes.