Mercante Víctor (1870 – 1934)

Vencida la tiranía en la batalla de Caseros, renació en nuestro país el interés por la educación, haciéndose sentir distintas corrientes pedagógicas. Las primeras que se difundieron  en materia educacional en el suelo patrio serían  las  compuestas  por la generación del 37, desde el exilio. Esteban Echeverría consideraba a la educación como el único medio capaz de hacernos verdaderamente libres. Ideas reforzadas por Juan Bautista Alberdi que reconoció el innegable empeño  de aquellos rebeldes por elevar el nivel  de instrucción de las clases populares.


El presidente Avellaneda calificó a la educación como “asunto vital” Sostenía que sólo el trabajo inteligente rinde y que sólo una opinión ilustrada puede preservar al pueblo de los engaños y desastres que amenazan a la democracia.


Durante su presidencia entraron en vigencia dos leyes que ejercieron benéfica influencia en  la educación. Por la primera de ellas N° 758 el Poder Ejecutivo quedó  autorizado para establecer escuelas Normales  en las provincias, las que fueron abiertas en   tanto cuanto lo permitieron los recursos fiscales.


Por entonces nacía en Merlo, provincia de Buenos Aires, un niño que llegaría a ser uno de los máximos representantes del normalismo.


La sanción de la ley 1420 de educación común, gratuita, laica y obligatoria hizo posible que el lema de la generación del ’80 en Argentina, "gobernar es educar", se concretara.


Sin embargo, a principios del siglo XX, sus logros fueron puestos en duda. Las alentadoras cifras que, para muchos, eran la muestra del triunfo de la civilización, según otros, eran un signo evidente de los magros resultados alcanzados por ese modelo de escuela pública.


Para estos últimos, el despliegue discursivo con el que se había engalanado el carácter misional de la escuela desbordó a una institución que no conseguía acortar la brecha entre lo que se esperaba y, finalmente, podía concretar.


Frente a las marcadas expectativas que se depositaron en la educación, y al preocupante cuadro social que se percibía, cualquier logro que se  hubiera conseguido aparecía como de mediano alcance.


Para otros, como el normalista Antonio Díaz, era importante recordarles a los alumnos que "desde ese asiento duro y sin respaldo podrán llegar hasta el sillón presidencial de la República, si se tiene talento y virtudes cívicas".


 Esta apuesta democratizadora consideraba a la escuela primaria como un monumento nacional y no sería obra patriótica derribarlo para levantar otro, sino que era "imprescindible perfeccionarlo y elevarlo".


En el mismo sentido Reyes Salinas, quien luego ocupara el cargo de ministro de Instrucción Publica en tiempos de Yrigoyen, reclamó por echar sin temores "vino nuevo en nuestros odres viejos".


La controversia alcanzó su punto de inflexión en el contexto de la presentación del plan de reforma educativa de las escuelas primarias, los Colegios Nacionales y las Escuelas Normales, impulsado por Carlos Saavedra Lamas, ministro de Culto, Justicia e Instrucción Pública.


La propuesta que elevó al Poder Legislativo en 1915 apeló a una profusa y contundente argumentación pedagógica, a partir de la cual se justificó la urgencia de cambiar el rumbo de la educación pública en el nivel primario y medio. La reforma fue puesta en práctica por un año, para ser derogada durante la presidencia de Hipólito Yrigoyen.


El normalista Víctor Mercante, miembro de ese cuerpo homogéneo de profesionales que surgió al amparo de las políticas de E•stado, fue protagonista clave en aquellos días.


En 1918, publicó su obra La crisis de la pubertad y sus consecuencias pedagógicas, considerada "la más importante de Hispanoamérica y la más revolucionaria", dando cuenta de la autoría intelectual de la reforma.


La aproximación a la figura de Mercante, y el análisis aguzado del texto, revela aristas novedosas para el campo de la historia social de la educación, como la conformación de un campo pedagógico y el protagonismo de un normalista en la esfera política de su tiempo.


Atendiendo a ese escenario social y político que impulsó la reforma, este trabajo es un primer avance de una investigación en la que interesa estudiar el proceso de profesionalización del magisterio.


El normalista Víctor Mercante, miembro de ese cuerpo homogéneo de profesionales que surgió al amparo de las políticas de Estado, fue protagonista clave en aquellos días de principios del siglo XX.


En 1918, publicó su obra La crisis de la pubertad y sus consecuencias pedagógicas,considerada "la más importante de Hispanoamérica y la más revolucionaria", dando cuenta de la autoría intelectual de la reforma.


La aproximación a la figura de Mercante, y el análisis aguzado del texto, revela aristas novedosas para el campo de la historia social de la educación, como la conformación de un campo pedagógico y el protagonismo de un normalista en la esfera política de su tiempo.


Atendiendo a ese escenario social y político que impulsó la reforma, este trabajo es un primer avance de una investigación en la que interesa estudiar el proceso de profesionalización del magisterio.


¿Qué era el normalismo? Una corriente pedagógica  que tomó su nombre  de su origen institucional. Las Escuelas Normales  donde se formarían los primeros docentes argentinos.


 Mercante llegó a ser uno de ellos, primero cursó la escuela primaria en su pueblo natal y la secundaria en la  rama magisterio en la revolucionaria escuela de Paraná. Ocupó el centro de la escena  en el debate pedagógico que desplazando a la pedagogía tradicional que se caracterizaba como el arte de “transmitir” reemplazándola por el arte de hacer  comprender, fijar y mantener la atención espontánea y la  experimentación llegando los niños a sacar sus propias conclusiones”.


 Su vocación por el estudio lo llevó al conocimiento de las corrientes pedagógicas europeas predominantes en psicología, pedagogía y biología adscribiéndose  a la orientación positivista y experimental.


A su juicio  era necesario en Ciencias Naturales experimentación. Por ello una de sus grandes preocupaciones constituyó lograr una educación utilitaria, y  con una profunda visión de futuro decía los programas deben ser científicos, no literarios clásicos. No necesitamos hábiles retóricos ni insignes repetidores sino naturalistas  que se capaciten para una Argentina fabril y mecanizada. Mercante con sus teorías educativas  se adelantó casi  un siglo  a la patria industrializada.


 Llamado por Joaquín V. González organizó la sección Pedagógica  de la Universidad Nacional de la Plata, base de la actual Facultad de Humanidades y Ciencias de la educación, pasando más tarde a desempeñar la Inspección general de la escuela media, normal y especial del Ministerio de justicia e Instrucción Pública de la Nación.


Entre sus obras magistrales como “La educación del niño” , “Charlas pedagógicas”  se destacan “La educación del adolescente” y “La pubertad y sus consecuencias pedagógicas” donde resalta  esa etapa definitoria en el desarrollo psicológico  del ser humano sin distinción de clases sociales.


Retirado en 1920 de la función pública  continuó su labor de investigador en materia de educación como “Cultivo y desarrollo de la aptitud matemática del niño”, “La verbocromía” “Maestros y educadores” más una serie de artículos publicados en Archivos de pedagogía y ciencias afines.


El 20 de setiembre de 1934, después de representar a nuestro país en el Congreso Internacional de Educación en Chile, falleció durante el viaje de regreso.

Para comenzar a transitar la temática, se analiza el pensamiento de este referente de campo pedagógico y, en particular, la mencionada obra, en la que se advierte el lenguaje científico al que apeló para contrarrestar los argumentos de aquellos que habían cuestionado la medida de Saavedra Lamas.


El autor y su texto devienen disparadores de una grilla de cuestiones a seguir indagando, como las singularidades de la conformación del normalismo - con sus vacíos y discusiones conceptuales a la hora de abordarlo como la conquista de la profesionalización,  la conformación un campo pedagógico, con sus límites y alcances en la conquista de la autonomía -teniendo en cuenta que la educación, por entonces, fue promovida y tutelada por el Estado - y la inesperada presencia pública de estos nuevos agentes políticos e intelectuales en la Argentina de fines del siglo XIX y principios del XX.

Los nuevos agentes políticos e intelectuales del campo educativo

La búsqueda de un personal idóneo para garantizar la puesta en marcha del sistema público de enseñanza, hizo imprescindible fijar políticas destinadas a promover la profesionalización del magisterio.


En el año 1870, un primer paso concreto a favor de ese cometido se consiguió con la creación de la Escuela Normal de Paraná. Como se afirmó, con la profesionalización de los educadores se conseguiría "la conquista del puesto de honor que teóricamente se señala". Se supuso que el pasaje por esos "ritos de institución" generaba el status de la profesión y su visualización social positiva. La formación debía apuntar específicamente al aprendizaje de los "roles" y a la internalización de los aspectos sociales y simbólicos que implicaban el ejercicio del magisterio.


Si bien no se puede equiparar la situación del magisterio a la construcción del ideal profesional, al énfasis en la carrera, la educación especializada y la meritocracia que se gestó en el caso de los médicos y los abogados, lo cierto es que se habló de profesionalizar a los educadores.


La carrera de educador fue revestida de un discurso simbólico que apuntó a una formación normalista y a su correlato, la obtención de un título habilitante, al tiempo que se apeló a la imagen del apostolado, el sacerdocio y el sacrificio que revestía a la función de un carácter misional.


 Al respecto, la hipótesis que orienta la línea de trabajo a seguir considera que a la hora de hablar de profesionalización del magisterio es necesario diferenciar la formación del magisterio de la carrera como formadores de maestros, es decir, como profesores y profesoras de escuelas normales. Si la primera estuvo condicionada por los sobresaltos de planes de estudio que se cambiaban permanentemente y se orientó fundamentalmente a la captación de alumnas, el profesorado apuntó a una capacitación y especialización pedagógica que fue un referente para América Latina.


Por entonces nacía en Merlo, provincia de Buenos Aires, un niño que llegaría a ser uno de los máximos representantes del normalismo.


¿Qué era el normalismo? Una corriente pedagógica  que tomó su nombre  de su origen institucional. Las Escuelas Normales  donde se formarían los primeros docentes argentinos.


 Mercante llegó a ser uno de ellos, primero cursó la escuela primaria en su pueblo natal y la secundaria en la  rama magisterio en la revolucionaria escuela de Paraná. Ocupó el centro de la escena  en el debate pedagógico que desplazando a la pedagogía tradicional que se caracterizaba como el arte de “transmitir” reemplazándola por el arte de hacer  comprender, fijar y mantener la atención espontánea y la  experimentación llegando los niños a sacar sus propias conclusiones”.


    Su vocación por el estudio lo llevó al conocimiento de las corrientes pedagógicas europeas predominantes en psicología, pedagogía y biología adscribiéndose  a la orientación positivista y experimental.


A su juicio  era necesario en Ciencias Naturales experimentación. Por ello una de sus grandes preocupaciones constituyó lograr una educación utilitaria, y  con una profunda visión de futuro decía los programas deben ser científicos, no literarios clásicos. No necesitamos hábiles retóricos ni insignes repetidores sino naturalistas  que se capaciten para una Argentina fabril y mecanizada. Mercante con sus teorías educativas  se adelantó casi  un siglo  a la patria industrializada.


Llamado por Joaquín V. González organizó la sección Pedagógica  de la Universidad Nacional de la Plata, base de la actual Facultad de Humanidades y Ciencias de la educación, pasando más tarde a desempeñar la Inspección general de la escuela media, normal y especial del Ministerio de justicia e Instrucción Pública de la Nación.


Entre sus obras magistrales como “La educación del niño” , “Charlas pedagógicas”  se destacan “La educación del adolescente” y “La pubertad y sus consecuencias pedagógicas” donde resalta  esa etapa definitoria en el desarrollo psicológico  del ser humano sin distinción de clases sociales.


Retirado en 1920 de la función pública  continuó su labor de investigador en materia de educación como “Cultivo y desarrollo de la aptitud matemática del niño”, “La verbocromía” “Maestros y educadores” más una serie de artículos publicados en Archivos de pedagogía y ciencias afines.


El 20 de setiembre de 1934, después de representar a nuestro país en el Congreso Internacional de Educación en Chile, falleció durante el viaje de regreso.

 

Bibliografía:
Forgione José D: Noticia biográfica de Víctor Mercante en Antología pedagógica argentina. El Ateneo. Buenos Aires, 1949. Pág. 429 y sig.
Lionetti Lucía: “Víctor Mercante”. Trabajo expuesto en Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Tandil, Rep. Argentina. Año 2000.
“La educación del adolescente” en “Anales del Instituto de Psicología de la Facultad de Filosofía y Letras . Buenos Aires.1941.

Mercante Víctor. Calle.Topografía:
 Corre de S. a N desde 100 hasta 1299, a la altura de Génova 1400, Av. Sorrento 300 y Av. Alberdi 1000.
Se le impuso ese nombre por O. 24 del año 1940.
Recuera  al pedagogo Víctor Mercante (1870 – 1934).