La xilografía (del griego ξυλον, xylón, ‘madera’; y γραφη, grafé, ‘inscripción’) es una técnica de impresión con plancha de madera.
El uso de la xilografía para grabados artísticos alcanzó su auge en Europa en el siglo XV, y fue perdiendo vigencia a medida que se imponían otras técnicas de grabado sobre metal: a buril, aguafuerte, etc.
Seguramente fue en la actual Alemania donde la xilografía alcanzó mayor desarrollo, en parte porque ciudades como Núremberg eran importantes centros de producción y comercialización del papel, que sustituyó al tradicional pergamino de la Edad Media y que facilitó y abarató la producción de libros y estampas.
A finales del siglo XV, Michael Wolgemut regentó un activo taller, que producía ilustraciones en xilografía para libros como la Crónica de Núremberg, un tomo de gran volumen y más de 1800 imágenes (si bien bastantes repetidas).
La xilografía, a pesar de su calificación como técnica primitiva, fue adoptando mejoras que ayudaron a mantener su vigencia. Hans Burgkmair es considerado el inventor de la xilografía tonal o a varios colores, un método bastante trabajoso que intentaba recrear las láminas coloreadas a mano.
Para ello, se elaboraban varias planchas de la misma imagen, una por cada color, tallándose en cada una solo el plano de un color.
Al estampar sucesivamente las diferentes planchas en el mismo papel, una sobre otra, se combinaban los tonos y se formaba la imagen deseada en color. Este fundamento podría entenderse como un antepasado de la moderna impresión ófset.
El texto o la imagen deseada se tallan a mano con una gubia o buril en la madera. Se utiliza habitualmente una sola matriz (llamada también taco) para cada página.
A continuación se impregna con tinta y presionándola contra un soporte (como el papel) se obtiene la impresión del relieve.
Las maderas más adecuadas para realizarla son la de boj, la de cerezo o la de peral. Otras maderas menos duras, como las de arce y roble, no son adecuadas para la xilografía.
Existen dos tipos de xilografía en función de cómo se realice el grabado en la madera:
Xilografía “al hilo”:
La superficie de grabado está cortada en paralelo a las fibras del tronco. Este método es propenso a la aparición de nudos y fibras irregulares con el consecuente problema para la impresión.
Fue la técnica predominante hasta el siglo XIX y en textos especializados se denomina entalladura.
Xilografía “a testa”:
La cara es perpendicular a las fibras. Es la técnica predominante a partir del siglo XIX, cuando se bautizó con el término xilografía, que es un neologismo.
Prácticamente el único uso que se le sigue dando a la Xilografía es el artístico debido a su notorio carácter gráfico (el trazo grueso), puesto que han surgido muchos otros sistemas de impresión que hacen que la impresión de textos e imágenes sea óptima y con clichés (matrices de impresión, en el caso de la Xilografía es la madera) mucho más duraderos y que proporcionan impresos de mayor calidad.
Melé Bruniard es el seudónimo artístico de Nélida Elena Bruniard nacida en Reconquista, provincia de Santa Fe, el 19 de noviembre de 1930, fue una excelsa grabadora de xilografías y dibujante santafesina.
Con su familia, a los diez años de edad, se mudaron a Rosario.
De 1947 a 1951 estudió en el Instituto Superior de Bellas Artes de su nueva ciudad y en Universidad Nacional del Litoral, como profesora de dibujo y pintura. Se perfeccionó en el taller de Juan Grela.
Fue integrante de la Agrupación de Grabadores Rosarinos, y también del Grupo Taller.
Accedió al puesto de profesora titular de Grabado, Dibujo e Ilustración, en la Escuela Provincial de Artes Visuales n°3031 "General Manuel Belgrano".
Mostró su arte participando de muestras individuales y colectivas en el país y en el extranjero; y, obtuvo distinciones en salones artísticos. En colecciones privadas y en museos nacionales y extranjeros existen sus obras.
Beatriz Vignoli en Unite de Página/12 despidió a Mele Bruniard con estas sentidas palabras:
“Con ella se va un mundo de figuras fabulosas que había inventado y que habitaba.
Mi madre guardó toda su vida una tarjeta de Navidad y Año Nuevo con un grabado suyo que nos enviaron ella y Eduardo Serón hacia 1972.”
Entrevisté a Mele en el año 2000 en la casa de ambos en Rosario, cuando ganó el consagratorio premio Trabucco y publicó Bestiario, su hermoso libro de grabado.
Aquella tarde, ella sacó de entre sus archivos un cuaderno que era uno entre muchos, lleno de dibujos de seres fantásticos, letras y palabras extrañas.
En aquella visita del 2000, la vi jugar a Mele con la mirada sobre sus pinturas, encontrando figuras de la naturaleza allí donde él se había esmerado en despojar la forma de referencias.
Me contó que eso era lo que dibujaba durante sus propias clases en la Escuela Provincial de Artes Visuales.
Su rostro adusto de profesora temida cedió dejando paso como por encanto, a una sonrisa de niña traviesa.
Mele me leía en voz alta las palabras indígenas o latinas que había encontrado y anotado (muchas eran nombres científicos de caracoles marinos) y se reía a carcajadas a medida que las pronunciaba.
Estiraba las vocales, las íes sobre todo; las emitía en registros más agudos y reía.
Con esas palabras creó el idioma edénico en el que dialogan los “bichos” de sus grabados.
Sentí que estaba ante un ser de una excentricidad admirable. ¿Le causaban gracia esos vocablos olvidados que acumulaba, o le daba alegría su talento como de chamana para inventarles a los animales un lenguaje sonoro y gráfico?
Mele desplegaba su grimorio de hallazgos taxonómicos zoológicos y en su voz yo oía cómo gorjeaba su memoria, los animales montaraces que la poblaban.
Doce años más tarde supe que en 1955 había ilustrado los Cuentos de la selva de Horacio Quiroga: una pareja hecha en el cielo, como quien dice.
Aquella tarde me contó que el apodo Mele se lo puso su abuela ciega, lo dijo en “Aislados”, programa donde Pablo Feldman la entrevistó en la isla, en 2012, pero como uno de esos chistes amargos que el alma del mundo suele hacernos a los humanos,
Ese año tuvo lugar su exposición retrospectiva en el Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino, de nuestra ciudad, en cuyo libro catálogo, escribió la curadora Nancy Rojas: “El grabado es la práctica que la artista abordó desde sus primeras incursiones en el arte en el taller de Juan Grela, para crear un universo de trabajo propio”.
En esa exposición pudo verse un autorretrato firmado con las iniciales N. E. B.: Nélida Elena Bruniard.
Ya llevaba por entonces 70 años viviendo en Rosario. Había venido al comenzar su adolescencia.
Como muchas artistas mujeres, Mele saboreó a edad avanzada los reconocimientos.
Hoy, copias ampliadas, pintadas, de estampas de su “Bestiario”, embelleciendo los galpones del CEC y en el actual Centro Cultural Fontanarrosa se luce desde 1980 “Desde el origen”, un mural cerámico basado en un boceto suyo.
Damero enigmático, es una xilografía es otra imagen de su autoría reproducido en la tapa de un libro de poemas de María Cecilia Micetich, quien la despidió ayer con estas palabras: “Adiós, querida Mele Bruniard... nos queda tu obra para recordar la sonrisa que tallaste en nuestro mundo... Te digo adiós mientras sigo escribiendo tu poema nacido de un sueño. Hasta siempre”.
Un martes 13, el de junio de 1961, Mele se casó con el pintor y arquitecto Eduardo Serón, quien la sobrevive y ojalá reciba en forma presencial todos los abrazos que necesita en este duro tiempo de distancia.
Entre los reconocimientos que Mele pudo disfrutar en sus últimos años, se encuentran la exposición de sus dibujos inéditos en la galería Diego Obligado y el libro que la editorial Iván Rosado publicó en 2015 con esa serie de obras, cuyo título completo es: “Dibujos realizados con pincel, plumín y Pelikan Graphos”.
Ya había sido inmortalizada de joven por la cámara de Anatole Saderman, mirando al objetivo con una firmeza de ojos negros comparable a la de sus gubias y sus tintas xilográficas.
Sin embargo, en esa mano firme había la caricia, porque nadie como ella (véase el video por Fabián Scabuzzo) grabó con tanta suavidad y misterio el pelaje y los ojos de los gatos. Ya alcanzó sus sueños, y ya el sueño la alcanza.
Bibliografía:
La expuesta en el texto.
Mele Bruniard. Calle. Topografía.
Corre de E. a O. paralela a Camino Sur a Funes. B1.
Con anterioridad se denominaba calle 1310 y desde el presente llevará su nombre.
El Concejo Municipal votó la O. 10237/21, la cual le asignará visibilidad a las mujeres de la historia, entre estas se encuentra Mele Bruniard, a quien se la recordará en la nomenclatura de nuestra ciudad.
Recuerda a la consagrada grabadora de xilografía y dibujante rosarina.
Noticia de reconocimiento para los rosarinos:
Como historiadora, Guadalupe Palacio de Gómez agrego: No debemos olvidar su nombre, reconociendo su talento para crear pintorescos dibujos únicos e irrepetibles por su estilo personal.
Por ello Silvia Greco y yo propusimos al Concejo Municipal, el 8 de marzo del 2021, honrar su obra denominando una arteria de Rosario, con su nombre.