Según el escritor marroquí S. M. Hassan, su país “se parece a un árbol cuyas raíces penetran hondamente en el suelo de Africa y que respira gracias a su follaje, que susurra a los vientos de Europa. Pero también se extiende el Oriente, al que nos unen lazos culturales.”
Así debido a su estratégica posición geográfica, el reino de Marruecos fue, desde siempre, un territorio propicio para el encuentro y mixtura de razas.”
Más de lo accesible de lo que uno se imagina , este reino islámico, en el norte de África y a pasos de Europa, sus ciudades imperiales de Fez, Meknes, Rabat y Marrakech describen un circuito de un cultura tan fascinante como distinta.
La más antigua de las ciudades imperiales abre sus puertas de su medina o casco antiguo mostrando el trajín de los souks o mercados los hamman o baños públicos y las medersas o escuelas coránicas, más el sosiego de sus mezquitas.
A orillas del océano Atlántico, Rabat, la capital del reino es bastante más serena y algo más ordenada que el resto de las ciudades mencionadas. Conocida por sus bulevares con palmeras y flores y el blanco de sus construcciones, es la residencia del actual rey el sultán Mohamed VI.
Salé, otra situada a orillas del rió Bou Regreg tiene su origen en el siglo X, cuando una tribu de musulmanes bereberes levantaron un poblado llamado Salé (Chella por los romanos).
En 11 el gran líder Abb El Monumen convirtió la modesta fortaleza de Rabat en una base de operaciones militares. Por ello el nombre de la ciudad tiene su origen en aquella primera fortaleza o ribat.
Uno de los lugares más misteriosos de Rabat es el interior de la Cabsba des Oudaïas, la ciudadela fortificada que bien protegió a la tribu de los Ouidï.
El ingreso es por una puerta maciza y de relaciones armónicas, construidas por Yacub el Mansour.
Dentro, las arterias silenciosas y enredadas confluyen en el Museo de Artes Marroquíes,que alberga una colección de trajes típicos, armas y joyas berebere.
Por la tarde, la inmensa puerta de la Kasba se cierra y sólo permanecen en su interior los residentes permanentes, obviamente para orar a Mahoma, estando .prohibido para los extranjeros.
En el Reino de Marruecos se mezclan lo místico con la opulencia, sus costumbres ancestrales (donde las mujeres bereberes del desierto marroquí usan túnicas para tapar sus cuerpos y velos para cubrir sus rostros), como también las fiestas callejeras con encantadores de serpientes, acróbatas y escribas públicos, con un país lujoso del mundo moderno; con gran potencial económico y alta tecnología, considerado el mayor exportador de roca fosfatada.
Marruecos hoy es considerado una nación en proceso de veloz crecimiento financiero a nivel internacional.
El sector de sus manufacturas (marroquinería) y orfebrería se lanzaron en el siglo XX a la competencia en el mercado mundial.