MARISCAL SANTA CRUZ ANDRÉS
Tenía sangre de reyes y de incas, monarcas castellanos y de hijos del sol.
Fue su padre don José de Santa Cruz y Villavicencio y su madre una india aymará de la familia que gobernaba en Calahumana.
En un aldea del Alto perú, en territorio que después se llamaría Bolivia abrió sus ojos un día de 1792.
Apenas un adolescente, traspuestos apenas los lindes de la niñez, Andrés como ocurría en estas tierras y en esos tiempos sería incorporado a las fuerzas militares del rey.
Lucharía contra los patriotas que a partir de 1810 se levantaron en casi la total extensión de la América española contra el yugo metropolitano.
En 1817 en un revés de armas caería en manos del que después habría de ser el general Lamadrid y enviado a Buenos Aires, como prisionero tomó contacto allí , por primera vez con los patriotas y por primera vez tuvo noticias claras y ciertas del sentido de aquella lucha cuyo significado no comprendía. Como Castilla, el héroe peruano a quien conoció también en prisión en la capital porteña huyó al Brasil y por el arduo camino continental volvió al perú para reincorporarse a las fuerzas del rey.
En 1820, en Pasco, luchando contra Lavalle descubriría en su interior la dimensión de los hombres que bregaban por la emancipación americana. Convencido de que su deber, como hijo de América debía poner sus fuerzas sin vacilaciones en esa sagrada causa, se pasó a las filas nacionales. Serviría en los ejércitos libertadores de San Martín, primero, y de Bolívar después.
En Junín sería jefe de estado mayor y uno de los héroes de Ayacucho como en 1929, tercero de los presidentes de Bolivia.
Según Héctor Pedro Blomberg: "Los blancos lo estimaban y las clases indígenas del Perú y Bolivia, veían en él a un descendiente de los hijos del Sol, lo veneraban".
En 1837 cuando el Perú llamó en su ayuda las armas bolivianas, el Mariscal indio cumplió brillantemente su compromiso, formando un poderoso ejército con los viejos guerrilleros de las republiquetas, para quienes su nombre y su sangre eran una bandera.
En 1837, al ajustarse en Tacna el pacto de la Confederación Perú - boliviana, Santa Cruz, que contaba entonces 45 años, asumió el título de Supremo Protector de la misma, ante la expectación inquieta de los países vecinos. Chile y Argentina veían en ello un peligro.
Tropas chilenas y nacionales invadirían territorio boliviano y el ejército de la Confederación fue finalmente triunfador en Yungay el 30 de enero de 1839.
Quiso buscar apoyo en los pueblos del sur del Perú, donde las masas le respondían ciegamente, pero los militares, sus antiguos compañeros y subordinados, habían decretado su caída definitiva.
La estrella deslumbrante del gran Mariscal de los ejércitos peruano- bolivianos, Gran Ciudadano y Presidente de Bolivia se eclipsaba para siempre.
El gran indio" comprendería su situación renunció a sus cargos y marchó al
al exilio rumbo a Guayaquil.
Más tarde llegaría a París con su familia donde nombrado ministro de Bolivia residió largos años.
Regresó a América, desembarcó en buenos aires con intenciones de dirigirse a su tierra y como se le cerrarían las puertas bajó nuevamente a Argentina.
Más por consejo de una de sus hijas tornó a Nantes, Francia. Murió repentinamente, aunque anciano el 25 de setiembre de 1865.
Mucho tiempo después de su muerte, los indios que pululaban en los valles y aldeas del Titicaca cantaran con sus quenas y yaravíes sus hazañas aguardando su regreso.
Bibliografía:
Blomberg Héctor Pedro: "El indio que fue mariscal".
Igarzábal Alvaro de: "El mariscal Andrés de Santa Cruz". Revista Continente N°68. Noviembre de 1952.
Santa Cruz. Bajada. Topografía:
Acceso a la ribera del Paraná, prolongación de la calle Ayacucho, construída en 1858 por el mariscal Andrés Santa Cruz y su hijo, propietarios de los terrenos donde construyó su residencia.
El Mariscal Santa Cruz y Rosario
Mikielievich
en su Diccionario de Rosario en 1994 enuncia: “Bella Vista
es el nombre que le dió Andrés Simón Santa Cruz a la residencia
que hizo construir aproximadamente en 1857 en Rosario, en el lugar donde actualmente
ocupa la plazoleta Santa Cruz, en la parte E. de la manzana limitada por el
pasaje Santa Cruz y calles Ayacucho, Mendoza y Alem. Adquirieron lotes los siguientes
vecinos: los herederos de Robles, la esquina N.E. de las calles Mendoza y Gral.
Belgrano (hoy Alem); más C. Saguier, Carlos Casado, la fábrica
de tejas de Angel Tejo, Lanús y Arellano y Cía.
Cubría casi totalmente el área del actual barrio Martin".
La planta de la residencia del mariscal disponía de una bajada
para llegar al río, conociéndose por Puerto Santa Cruz que pasaría
llamarse Puerto Casado por haber adquirido el empresario, unos pocos años
después el predio y los lotes inmediatos.
Tal
información fue del archivo del Ingeniero Devoto, numerado 660.
Nombre aplicado a la calle Ayacucho al finalizar la séptima década
del siglo XIX, con motivo de apertura de calles y venta de lotes de la finca
de Santa Cruz, propiedad ubicada sobre las barrancas del río Paraná,
desde la calle Alem a la de Chacabuco (actuales designaciones). Con el primer
nombre aparece en el plano de Nicolás Grondona de 1858.
En abril de 1873 los vecinos solicitaron al C. D. la compostura de esa bajada,
así denominada y el día 30 se dispuso la inversión de hasta
80 pesos fuertes en el mejoramiento hasta dejarla en comunicación con
el muelle de Carlos Casado.
En octubre de 1879, la bajada en condiciones intransitables, quedó perfectamente
arreglada permitiendo subir y bajar a los carruajes con la mayor facilidad.
La mejora se debió al vecino José M. Bolaños.
El arquitecto José Mario Bonacci en su artículo:“Dos
cortadas, dos realidades”. Rosario desconocida en el diario
La Capital del día 25 de julio de 20004 acota:
“Otra
presencia, en este caso teñida de pintoresquismo lo constituye la cortada
Santa Cruz, contenida entre Mendoza, Ayacucho, San Juan y Alem. La vecindad
con el río y su costa antes de construirse el puerto moderno y la avenida
Costanera, hacían que esa manzana presentara un nivel de algunos metros
más alto que el actual, respecto de la calle.
A
comienzos del siglo XIX, la creación de la batería Libertad en
lo que hoy es el parque Belgrano (noroeste) cuyos rastros de muros y ladrillos
antiguos fueron visibles hasta que se construyó el edificio que hoy ocupa
parte del terreno, señaló a Santa Cruz como custodio de la misma,
cuya casa estaba ubicada en las inmediaciones de la esquina que hoy forman Mendoza
y Ayacucho.
(...)Los edificios de altura que la flanquean en sus bordes le han quitado luz
y se ha vuelto más penumbrosa, pero aún conserva parte del antiguo
adoquinado grueso con su textura tan particular.