MANSILLA LUCIO VICTORIO(1831 –1913)XXX

Lucio Victorio Mansilla, periodista, escritor, militar y diplomático, con una de las vidas más novelescas de la historia argentina, nació en Buenos Aires el 23 de diciembre de 1831.

 

Fueron sus padres el general Lucio Mansilla y doña Agustina Rosas, hermana del "Restaurador", conocida como "la belleza de la Federación".

Siendo un adolescente sus padres lo enviaron de viaje para alejarlo de "unos amores que la prudencia no veía con buenos ojos". Estuvo en la India, Egipto, Turquía, Italia, Francia e Inglaterra. El pronunciamiento de Urquiza en 1851 lo obligó a regresar apresuradamente al país. Tenía apenas 20 años.

Nos dice el historiador Felipe Pigna: El 2 de febrero de 1852, mientras las tropas de Urquiza se dirigían a Buenos Aires, Lucio visitó a su tío Juan Manuel en Palermo quien le leyó sin inmutarse su extenso discurso a la legislatura, como si nada sucediera. El episodio quedó reflejado en su relato Los siete platos de arroz con leche, donde cuenta cómo el gobernador probaba su discurso con él mientras cada tanto, como marcando el tiempo, irrumpía Manuelita Rosas con un plato de arroz con leche.

 

En los días románticos de la Gran Aldea, cuando los señores paseaban en los círculos elegantes mostrando su empaque un tanto nostálgico mientras las damas gustaban de lo caballeresco, se escuchaba la voz vibrante  y a la vez persuasiva de un ameno charlista, un tanto sofisticado vistiendo de capa y espada  y cuya reputación de hombre mundano, aventurero, locuaz y cosmopolita,  bien pronto ganaría auditorios, tanto en las ruedas  del club como en los salones concurridos por las mejores familias.
                
De casta le venía: sobrino carnal de Juan Manuel de Rosas  (su madre, la bella Agustina rosas, era la hermana favorita del Restaurador), Mansilla pertenecía al linaje de estancieros dueños del país y, sobre todo, de su provincia más rica, Buenos Aires, señores feudales de horca y cuchillo, apenas atemperados sus esfuerzos por la lenta infiltración de usos y costumbres de dos países rectores de Europa o sea, del mundo en el siglo XIX. Inglaterra y Francia. Como primogénito del general Lucio Mansilla y de la menos rica Agustina, Lucio Victorio  fue criado y educado con casi espartana severidad, pero con un concepto hondamente arraigado  de su posición social.

Sería un viajero infatigable, después de recorrer Egipto y pasar por Estambul visitó París y  Londres, donde  se enteraría de los acontecimientos que se precipitaban en Buenos Aires – Urquiza está  a punto de pronunciarse contra Rosas – Decidió emprender el regreso.

Al arribar a fines de 1851 – informa su excelente biógrafo Enrique Popolizzio – luciría  vestimenta extraña y fastuosa.

 


Ya en el transcurso de aquel primer viaje de juventud llevaría Lucio Victorio, un diario de sus andanzas, donde registró personas y lugares que había conocido, anécdotas, reflexiones y ocurrencias.

La vida militar  en las  fronteras  de la campaña inmensa y despoblada  implicaba riesgos sobre todo la irrupción de  los indios, peligros que a él no le importarían  decidiendo  internarse en las desoladas llanuras entre los ríos Quinto y Colorado  a fin de estudiar los usos y costumbres de aquel mundo exótico, queriendo  conocer sus necesidades, sus ideas, su religión y su lengua.                  

Convirtióse por entonces  en un infatigable  trabajador que asombraba por la capacidad de despachar intrincados asuntos burocráticos,  alternar con los notables del lugar y con los caciques, trazando simultáneamente completísimos relevamientos topográficos del lugar.


Y algo más: las impresiones suficientes para dar forma  a uno de los pocos libros argentinos de vida perdurable. “Una excursión  a los indios ranqueles”, escrito con el estilo natural y sencillo  de los grandes charlistas, deslumbrando sin necesidad de exagerar. No fue en vano un destacado prosista de la generación del 80.

Se dieron en Mansilla las virtudes del escritor innato y las cualidades sobresalientes de soldado. Con el grado de capitán participaría en la batalla de Pavón y en la guerra del Paraguay, llegando a obtener  los galones de coronel.


La dura lucha en los frentes de batalla, la vida cuartelera tan rica en experiencias, el trato con los veteranos y  las especialísimas condiciones de vida modelaron su carácter, y dieron a su obra especial encanto.

Aprovechó anécdotas las barajó con destreza de sagaz observador y las narró sin petulancia. Volcándolas   en su obra “Entre nos”.
        
Pasaría  sus últimos años viviendo en París asistido por su criado gallego, más no lograba ser feliz. La  única hija que le quedaba murió   en plena juventud, al igual que sus hermanos. Circunstancia que  acentuó la sensación de vacío que transmitirían  sus textos postreros con  el presentimiento de la destrucción del mundo que tanto le había gustado vivir.

Mansilla viudo,  ya en su vejez en un intento de lograr compañía y nuevos afectos volvió a casarse en la Abadía de Westminster el 9 de febrero de 1899 con una dama inglesa de ancestros argentinos,  relativamente joven para un hombre en el ocaso de su vida. 


Sería la suya una existencia inquieta y múltiple, codeándose al final de sus días con el gran mundo imperial europeo, vistiendo siempre  con extraordinaria elegancia y  singularizando su apuesta figura con extravagancias de “dandy”.
 
Aquellos ojos de Mansilla que tantas imágenes habían captado a lo largo de su existencia tan singular y atípica, imágenes tanto de  las cortes europeas  como de  las tolderías  de los caciques, se apagaron antes que su cuerpo.


Murió ciego en París el 6 de octubre de 1913.


  

 

Bibliografía:
“Una excursión a los indios ranqueles”. Art. de Enciclopedia Estudiantil. Editada por Editorial  Codex S. A. Buenos Aires 1960.

“Lucio Victorio Mansilla. El príncipe de las pampas”. Art. del diario La Nación en su edición del 17 de diciembre de 2000.

Mansilla Lucio V. Cortada. Topografía:
Corre de E. a O. desde 4700 hasta 4799 a la altura  de Gútemberg 1700.
Se le impuso ese nombre por D. 21748 del año 1958.
Recuerda al general Lucio V. Mansilla (1831 – 1913), prosista   de la Generación del 80, viajero incansable, aunque   más conocido por ser autor de la obra “”Una excursión a los indios ranqueles”.