El Dr. Julio Isidro Maiztegui nació el 25 de agosto de 1931, en la ciudad de Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires.
En 1957 se graduó como médico en la Universidad de Buenos Aires.
Al año siguiente comenzó una especialización en Clínica Médica y en Enfermedades Infecciosas en el Hospital de Boston obteniendo en 1964, el Master en Salud Pública en la Universidad de Harvard.
La primera epidemia de mal de los rastrojos o enfermedad hemorrágica argentina, descripta por el doctor Rodolfo Arribalzaga en Junín y Chacabuco, se produjo en el noroeste de la provincia de Buenos Aires. Sólo seis meses más tarde virólogos locales aislaron el agente causal, que se bautizó virus Junín.
En 1965 Maiztegui retornó a Argentina para trabajar en el CEMIC (Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas) y con el apoyo de la Fundación Emilio Ocampo, inició sus trabajos en Pergamino.
Entre 1968 y 1969 obtuvo el Master en Epidemiología, en la Escuela de Medicina Tropical de la Universidad de Londres.
En 1971 dentro de sus investigaciones sobre la fiebre hemorrágica argentina o enfermedad de Chagas, logró demostrar que la mortalidad del 30% de los pacientes que presentaban la enfermedad se reducía solo al 3% si esos pacientes eran tratados con plasma de personas ya enfermas antes del octavo día de haber contraído el mal.
También conocida como tripanosomiasis americana o Mal de Chagas-Mazza,nota es una enfermedad parasitaria tropical, generalmente crónica, causada por el protozoo flagelado Trypanosoma cruzi.
Se considera que la enfermedad de Chagas es endémica de América, distribuyéndose desde México hasta Sudamérica, aunque existen vectores y reservorios incluso en el sur de los Estados Unidos, y en la actualidad se considera una enfermedad, aunque esporádica, con casos identificados en Canadá y EE.UU.
Se estima que son infectadas por la enfermedad de Chagas entre 15 y 17 millones de personas cada año, de las cuales mueren unas 50 000. La enfermedad tiene mayor prevalencia en las regiones rurales más pobres de América Latina.
La etapa aguda infantil se caracteriza por fiebre, linfadenopatía, aumento del tamaño de hígado y bazo y, en ocasiones, miocarditis o meningoencefalitis con pronóstico grave.
En la etapa crónica, a la cual llegan entre el 30% y el 40% de todos los pacientes chagásicos, suele haber cardiomiopatía difusa grave, o dilatación patológica (megasíndromes) del esófago y colon, megaesófago y megacolon respectivamente.
La importancia de la parasitosis radica en su elevada prevalencia, grandes pérdidas económicas por incapacidad laboral, y muerte repentina de personas aparentemente sanas.
Reconocida por la OMS como una de las 13 enfermedades tropicales más desatendidas del mundo, y por la OPS como una enfermedad de la pobreza, la enfermedad de Chagas ha sido un azote para la humanidad desde la antigüedad, y sigue siendo un problema relevante social y económico en muchos países de América Latina.
En 1978, se creó el Instituto Nacional de Virosis Hemorrágicas, "Dr. Julio Maiztegui" (INEVH), que dirigió desde su creación hasta su muerte.
La entidad, que hoy lleva su nombre, es actualmente un centro nacional y regional de referencia en el diagnóstico de laboratorio del hantavirus, el dengue y la fiebre amarilla.
El día 29 de agosto de 1993, a los 62 años, la muerte lo sorprendió sin haber concretado todos sus objetivos, pero si pudiendo ver en acción la vacuna Candid 1 contra la FHA.
Veinte años después , (2014) la subdirectora general de la Organización Mundial de la Salud, Marie Paule Kieny, anunció ayer en Ginebra que, mientras se ponen en marcha pruebas clínicas para probar la seguridad y eficacia de potenciales vacunas contra el ébola, en las próximas semanas empezará a utilizarse en Liberia plasma de pacientes ya recuperados para tratar a los enfermos.
Esta estrategia es ni más ni menos que la desarrollada en la Argentina contra la fiebre hemorrágica argentina (o mal de los rastrojos) por el doctor Julio Maiztegui.
En los últimos meses, los técnicos e investigadores del instituto que lleva su nombre transfirieron a la OMS toda la tecnología y los protocolos para la producción del llamado "plasma hiperinmune", que consiste en un concentrado de anticuerpos de los pacientes que sobrevivieron al ataque de la enfermedad.
Éste, precisamente, fue el tratamiento que se administró a la enfermera española Teresa Romero, que, según se difundió ayer, tras quince días de sufrimiento está curada del mal. Ella recibió suero de una religiosa que había contraído el mal previamente en África.
Los científicos del Instituto Maiztegui son los únicos que tienen publicaciones internacionales sobre la efectividad del suero hiperinmune en una fiebre hemorrágica.
David Wood, de la OMS, realizó varias videoconferencias con los especialistas del Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas Dr. Julio I. Maiztegui sobre los detalles de la preparación del plasma y los procedimientos de concentración de anticuerpos.
"La OMS adaptó los procedimientos para su aplicación en África y luego los mandaron a revisar al Maiztegui", afirmó ayer el viceministro de Salud, doctor Jaime Lazovsky.
La doctora Kieny informó que en breve esperan tener en los tres países la capacidad instalada para extraer plasma y procesar la preparación para el tratamiento de pacientes infectados.
"Esperamos que en las próximas semanas ya haya instalaciones en Liberia para recolectar la sangre, tratarla y procesarla para su uso", dijo Kieny.
Si una persona se defendió exitosamente de la infección, quiere decir que su cuerpo produjo anticuerpos eficaces para atacar el virus.
"Hay que hacer todas las pruebas para descartar que el donante tenga alguna infección activa [como hepatitis o VIH] -explica Lazovsky-. Luego se separan las células de la sangre: glóbulos rojos, blancos y plaquetas. Y finalmente al plasma se le hace un tratamiento especial que permite concentrar los anticuerpos. Eso es lo que se transfunde."
Normalmente, se necesita suero de dos convalecientes para tratar a cada enfermo, por eso todavía no está claro qué disponibilidad habrá ni si las donaciones alcanzarán para abastecer la demanda.
"Lo ideal es esperar hasta que la persona se recupere de la infección para extraerle sangre, por eso sólo ahora están empezando -aclara Lazovsky-. Es una enfermedad que puede requerir hasta un año de convalecencia."
La primera epidemia de mal de los rastrojos o enfermedad hemorrágica argentina, descripta por el doctor Rodolfo Arribalzaga en Junín y Chacabuco, se produjo en el noroeste de la provincia de Buenos Aires. Sólo seis meses más tarde virólogos locales aislaron el agente causal, que se bautizó virus Junín.
Después de obtener un máster en Salud Pública en la Universidad de Harvard y otro en Epidemiología de la Escuela de Medicina Tropical de la Universidad de Londres, Maiztegui retornó al país para trabajar en el Cemic y enseguida inició sus trabajos de investigación sobre esta enfermedad, que afectaba principalmente a peones rurales.
El brote que se registra en Guinea, Sierra Leona y Liberia es considerado el más grave de la historia de la enfermedad y ya causó la muerte de más de 4500 personas. El 29 de julio pasado, el virólogo argentino residente en París Pablo Goldschmidt había recomendado esta estrategia en una nota que publicó La Nación.
Actualmente, es un centro colaborador de la Organización Mundial de la Salud.
Bibliografía:
Enlaces externos: «Dr. Julio I. Maiztegui» (en español). «Sitio web de la Fundación Maiztegui».
Maiztegui Julio Isidro. Calle.Topografía:
Corre e E. a O. a la altura de Rondeau 4300, Rotonda de Bv. Rondeau y Pintor Musto.
Carece de designación oficial.Recuerda al médico e investigador argentino. Uno de los científicos sociales más destacados del país, dejando como legado haber trabajado arduamente en el descubrimiento de la vacuna contra la fiebre hemorrágica argentina, también conocida como "mal de los rastrojos".