La historia guarda sus ironías y premia generosamente a ciertos personajes, rodeando sus figuras, surgidas de la penumbra, con un flamante limbo de luz inmortal. Cualquiera que sea su obra, admira únicamente su primordialidad y graba su nombre entre los héroes.
Cristina Schafer de Meneghetti en el Diario El Litoral en su edición del Viernes 22 de octubre de 2004 expresa: Los primeros que enseñaron en Santa Fe la Vieja.
Fueron décadas de pobreza, desolación, peligros, inundaciones, lucha contra el indio, pero la preocupación por la enseñanza siempre estuvo presente entre los vecinos por obra de su órgano oficial, el Cabildo.
El maestro de aquellos lejanos tiempos - lego, doctrinante o sacristán- no poseía otros conocimientos que saber leer, escribir y un poco de cuentas. La familia educaba. La escuela, por su parte, enseñaba el trazo de los palotes, a vocear en coro el abecedario y a contar con los dedos de la mano.
Desde la fundación hasta el traslado definitivo de la ciudad, junto a los maestros particulares estuvieron las órdenes religiosas, que establecieron escuelas de primeras letras junto a los conventos. La preocupación dominante era entonces la civilización del indígena y su catequización.
El doctrinante era sinónimo de maestro para el catecúmeno. La doctrina estaba siempre acompañada de las otras materias primarias de lectura y escritura: "El catecismo con la cartilla". La mayoría de las escuelas coloniales eran doctrinantes, para evangelizar al indio.
Entre los primitivos pobladores de Santa Fe y llegado de "fuentes asunceñas" figura Pedro de Vega, sin más antecedentes que ser "maestro de escuela". No es posible referirse a los primeros educadores santafesinos sin mencionarlo, como así lo confirman las actas capitulares respecto de su designación y del conflicto que promoviera en 1577. Quizás por la modesta paga o por su aspiración de riqueza en nuevos horizontes -como otros muchos vecinos de Santa Fe- Pedro de Vega anunció su retiro, lo que provocó que el Cabildo decidiera penarlo con una multa de "200 castellanos" si se alejaba, por no haber en la ciudad otra persona idónea para desempeñar "el magisterio". El maestro debió entonces continuar en su oficio.
Reitero: A Santa Fe le cabe el privilegio de haber sido precursora de la enseñanza dirigida por el Cabildo y de que Pedro de Vega fuera su primer maestro, y -por añadidura- el primero del Río de la Plata. Luego su nombre desapareció misteriosamente, no registrándose ningún educacionista particular durante muchos años.
Pasaron los años y el gobernador Nicasio Oroño (1865-1868), fue quien por decreto del 7 de junio de 1866 estableció la obligación del gobierno de "... proveer a la educación del pueblo"..
En 1587, habiendo arribado los primeros jesuitas y tomado posesión de los dos solares que el Cabildo les donara para edificar la casa y el convento, se los autorizó a dar doctrina a los naturales.
El maestro Pedro de Vega no tuvo esa suerte porque en la historia de Santa Fe, Cenicienta del litoral platense, sólo es recordado de cuando en cuando, y no se le reconoce como primogénito de la enseñanza provincial civil.
Debemos reconocer el mérito de los cabildantes provinciales, quienes tuvieron el acierto de cumplir la orden de Garay, haciendo funcionar en la humilde aldea la primera escuela municipal, en tierra argentina, que prestó sus servicios elementales a la educación cristiana, , a leer y escribir a los hijos de españoles y criollos desde 1574.
Esta primera dignidad en la docencia es, - dicen los historiadores - el más alto timbre de honor para Santa Fe.
Buenos Aires recién bajo el gobierno de Hernandarias, en 1605 tuvo su primera escuela, atendida por el maestro Francisco Victoria.
Córdoba, fundada en la misma fecha que Santa , no menciona escuela, pero uno de sus vecinos, Ramón Pajón,declararía que enseñaba a leer y escribir a los hijos de los conquistadores en los primeros años, pero figura como maestro recién en 1904 otro educador Juan Bautista Mena.Santiago del Estero , fundada en 1553 tuvo sus escuelas desde la llegada de los primeros jesuitas en 1586 y Tucumán , con su primer iglesia en 1617.
En general, en las poblaciones coloniales la educación estuvo a cargo de los misioneros, legos o sacristanes, con la obligación expresa de enseñar la doctrina cristiana acompañada de otras materias primarias de lectura y escritura, combinando la cartilla con el catecismo.
En cambio, a Santa Fe le cupo el honor de tener el primer maestro laico, don Pedro de Vega , quien comenzó a ejercer en mayo de 1577.
Dijo por entonces el Procurador de la ciudad Pedro de Espinosa, en un escrito presentado al Cabildo:
"Ansi mismo ha venido a mi noticia que dicho señor teniente gobernador, capaitán Francisco de la Sierra, a dado licencia a Pedro de Vega para que vaya a la ciudad siendo comoes de gran servicio de Dios nuestro Señor y de Su Majestad con notorio daño y perjuicio a los vecinos estantes y aviente de esta ciudadpor la falta que haría ala doctrina cristiana...por tanto pido a vuestras mercedes no consientan que dichos españoles ,junto con el dicho Vega , no salgan ni se hayan uso de la licencia.".
No obstante Pedro de Vega , desoyendo tales acusaciones se dedicó de lleno a enseñar a los niños de la aldea, a leer y escribir, contar y descubrir nuevas facetas del conocimiento.
En 1580 ante la rebelión de los mancebos de la tierra contra el poder de España, conocido en Santa Fe, como "Revolución de los siete jefes" la educación fue descuidada por los cabildantes de la ciudad
Pero nuestro paciente educador continuaría silenciosamente formando a sus alumnos, logrando a su vez escurrir su personalidad por la trastienda de la historia. Nada después se supo de él.
Su nombre duerme desde aquellos tiempos en el discreto misterio de las actas, pero le cabe el honor de haber sido el primer maestro de escuela pública de nuestra provincia.
Bibliografía:
Mikielievich Wladimir C. "Primer maestro santafesino laico." Trabajo inédito. Rosario, 1980.
Maestros Santafesinos. Calle. Topgrafía:
Corre de N. a S. a l paralela a Juan María Gutiérrez 500 Bis, a la altura de Ayacucho 4900.
Desconozco fecha en la que le impuso ese nombre.
Recuerda al primer maestro santafesino laico, merecedor del mejor reconocimiento por los hijos de esta provincia.