Un paraje que cambió su fisonomía con la llegada del capitán Ludueña. En la historia de esta zona se mezclaron indios y conquistadores sobre un escenario desolado cercano a un arroyo. Y en su conformación posterior intervinieron elementos comunes a la consolidación de lo que hoy es Rosario.
El actual barrio adopta el nombre de uno de los antiguos habitantes de estas
tierras: el capitán Antonio de Ludueña.
Sin embargo, esta zona conocida en el siglo pasado como Arroyo de Ludueña
o Aldea de Ludueña, no tuvo siempre la misma denominación.
Los datos que siguen ”Ludueña en el siglo XVII”, figuran
en los trabajos de investigación histórica escritos por Marta
Frutos de Prieto y Wladimir C. Mikielievich publicados por la Sociedad de Historia
de Rosario, y de “La Historia de Rosario” de Juan Alvarez.
Las tierras al sur del arroyo fueron pobladas desde el comienzo mismo del proceso
colonizador español, mucho antes de la llegada del capitán Ludueña.
El primer dato oficial que se tiene de la zona, es la fecha de la toma de posesión
del capitán de Luis Romero de Pineda el 27 de diciembre de 1689, de la
merced que le otorgara el rey de España, que se extendía desde
el arroyo Salinas (hoy Ludueña ) hasta el arroyo de la Matanza (hoy Arroyo
Seco).
Según asevera César Carrizo en "Imagen y jerarquía
de Rosario": "era el predio una vasta extensión de cinco leguas
sobre las barrancas del Paraná por seis leguas de fondo hacia tierra
firme".
A la muerte de Romero de Pineda en 1895, una de sus hijas hereda una franja
de tierra desde el arroyo Salinas (hoy Ludueña) hasta el arbolito de
la Cruz (hoy Bajada España). Tierras que pasan luego a manos de su hijo,
Luis Gómez Recio.
La llegada del capitán Ludueña a la zona se dio en la primera
década del siglo XVIII. En esos años se produjo en la ciudad de
Santa Fe un movimiento demográfico de despoblamiento provocado por las
violentas incursiones de aborígenes del norte argentino, los abipones.
Los malones dificultaban los trabajos en la campaña provocando una crisis
económica en la región.
La miseria generalizada y el temor que el centro mismo de Santa Fe fuera invadido
provocaron una migración hacia el sur, hacia los pagos del Carcarañá
y los Arroyos.
Ese contingente santafesino se afincó en calidad de ocupante precario
del suelo, en algunos casos con consentimiento de los propietarios y en otros
sin él, aunque con el tiempo se fueron acordando arrendamientos y medierías
.
Entre los casos de ocupación con licencia los documentos de la época
registran al capitán Ludueña, un cordobés de nacimiento
que debió abandonar su estancia fortificada en el norte , la que fue
destruida por los malones.
En el año 1718 emigró al paraje de Salinas, siendo amparado por
su propietario Luis Gómez Recio, con quien tenía una antigua amistad.
El progresivo aumento del núcleo de pobladores del paraje hizo necesaria
alguna forma de ordenamiento administrativo.
El 13 de junio de 1873, la Municipalidad sancionó una ordenanza que organizó
a Rosario en cuatro secciones claramente delineadas: ciudad, extramuros, suburbios
y bajo.
Los extramuros estaban por fuera de avenida Francia y bulevar 27 de Febrero,
creándose en éstos las aldeas de saladillo, San Francisquito y
Ludueña, con el propósito de planificar el trazado urbano de los
núcleos de viviendas surgidos, sin ordenamiento en esos parajes.
Posteriormente, con la llegada del ferrocarril Central Argentino (después
Mitre) en 1870 con destino a Córdoba, el barrio quedó fraccionado.
El N. delimitado por las calles Provincias Unidas, Gorriti, Iguazú y
vías del Mitre ; el S. por las calles Carriego, Av. Eva Perón,
Solís y las vías del Mitre al norte.
Bibliografía:
Lo expuesto en el texto.
“La historia de Rosario desde la mirada cómplice de sus vecinos.
Capitel en Barrio Ludueña.”
Diario La Capital. Rosario, 2 de noviembre de 1997.