LOS PODESTÁ

Su génesis partió de la unión de Pedro Podestá y María Teresa Torterolo, ambos genoveses que se conocerían en Montevideo para luego casarse

La vida difícil económicamente hizo que se establecieran en 1851 en un Buenos Aires, dominado por el rosismo en momentos que su estrella tambaleante haría correr el rumor que si Urquiza llegara al poder serían degollados todos los gringos.

El temor les obligó a regresar a Montevideo donde su prole aumentaría como valor agregado al nacer siete hijos más, a saber: Pedro, José Juan llamado Pepe - que algún día alcanzaría la gloria del teatro – Juan José, Graciana, Antonio, Amadea, y Pablo Cecilio.

Edmundo Guibourg en "Teatro, circo, arte lírico" manifiesta: "La robusta pareja de comerciantes no suponía que había alumbrado la vida, la presencia, y el vuelo del futuro teatro del sur del continente".

En el cuarto hijo; Pepe se despertó tempranamente la pasión por el circo, originada por las representaciones que la suerte le había permitido asistir.

Agrega Guibourg: "Cuenta en sus memorias: "Medio siglo de farándula" que convencería a sus hermanos para que practicaran bajo su dirección, las pruebas que había Visto". En afecto, pronto fundaron su propio circo encabezado por el ingenioso Pepe.

Su hermana Graciana al casarse con Alejandro Scotti, empresario circense, haría nacer el elenco Podestá – Scotti de relativa notoriedad dentro de la imperante modestia del circo criollo.

Treinta años después, Pepe, aparte de integrar un trío de trapecistas con sus hermanos José y Pablo, actuando en el Humberto Primo, situado en la actual esquina porteña de Moreno y Ceballos (sede del Departamento de Policía metropolitano), había creado un pintoresco personaje, Pepino el 88.

No era el clown que se daba bofetadas con el tony, ni el saltimbanqui que decía arbitrariedades ni incoherencias sino un extraño personaje vestido churriguerescamente con un traje de volados multicolores, luciendo una peluca blanca dividida en dos jopos laterales en punta, con la cara toda de albayalde y la boca ennegrecida con un chafarriñón en forma de ocho.

Su diálogo con el jefe de pista sobre temas en boga, lo hacía en forma tan exageradamente grave, que de su exceso surgían virulentos chistes con la mordacidad de niño terrible dirigida a un político, en ocasiones espectador primero en festejar su desenfado.

Por esa época brillaba el circo de los hermanos Carlo que para cerrar la temporada de 1884, optarían por despedirse de Buenos Aires colocando en escena una secuencia de tinte local.

Elegido el folletín de Eduardo Gutiérrez, Juan Moreira, el que debía traspasarse al género mimodrama, comenzarían la ardua tarea de encontrar quien tuviera las condiciones escenográficas de interpretarlo. Así descubrieron al indiscutible Pepino el 88, que sabía montar, tocar la guitarra, vestir el chiripá, llevar el poncho y pelear a lo gaucho. Un criollazo de una sola veta, como el tronco de un quebracho.

Como refuerzo toda la compañía de los Podestá sería incorporada a la empresa de los Carlo. Pasarían cuatro años de giras ininterrumpidas durante cuales la obra sería depurada, con agregados de nuevos personajes, bailes, canciones y payadas, llegando hasta intervenir Gabino Ezeiza.

En esa práctica constante un día Pepe descubriría que ese drama con voces sería mejor que hablado con mímica y gestos adquiririendo una fuerza emotiva mayor comparable a la que producen las concepciones clásicas en todas partes del mundo.

En efecto Juan Moreira habría de obtener un éxito rotundo, magnificado por la palabra, en el circo y en el teatro.

Los actores alcanzarían un buen dominio del oficio y para los Podestá dueños de la escena, distraer con la triste condición del gaucho, por Buenos Aires, y los pueblos circunvecinos de la geografía porteña sería la perfección teatral y una mina de oro.

 

 

 

Bibliografía:

Guibourg Edmundo y Augusto: "Nacimiento y progreso del teatro nacional hasta nuestros días" en Historia de Levillier. Tomo V. Pág. 4096 y sig.

Ordaz Luis: "Teatro argentino ". Centro Editor de América Latina. Pág. 6 y sig.

 

Los Podestá. Pasaje. Topografía:

Corre de E. a O. desde 8600 hasta 8999 a la altura de Alvarez Condarco 300 Bis, paralela a al calle Eva Perón 8900.

Se le impuso ese nombre por Decr. 4669 del año 1977.