LOS ANGELES

Nos dice el diario La Capital en su edición del 13 de febrero de 1996: bajo el título: “Un curso que rompe con la monotonía y supo ser lugar obligado de visita. Las Quebradas del Saladillo, paisaje para la nostalgia.”


Aunque los bañistas ya no se dan cita en el lugar llamado antiguamente Balneario “Los Angeles”, las barrancas ofrecen un espectáculo para la contemplación.


Hasta hace unos 25 años fue uno de los lugares de concurrencia casi obligados par los habitantes de la zona sur.


Siempre se lo comparó con un paisaje serrano trasplantado al medio de la pampa. Hasta se hablaba de las propiedades curativas de sus aguas.


Con el paso del tiempo sufrió la contaminación, y las erosiones le fueron cambiando la fisonomía.


Hoy, las quebradas del arroyo saladillo, entre la cascada (a la altura de avenida Fausta) y el puente de Circunvalación ofrecen todavía un espectáculo que asombra en su contraste con la geografía monótona de la llanura.


Una calle de tierra bordea el arroyo desde la cascada, ahí donde los árboles del parque empiezan a espaciarse.


Más abajo, ya en la barranca, un camino angosto ofrece paso a los que quieren acercarse más al arroyo. Desde allí puede verse como este sinuoso se pierde entre sus propias barrancas, que en estos días alcanzan hasta diez metros de altura.


La Capital estuvo en el lugar, donde pudo captar que algunos se acercan a pescar, otros a encantarse con el paisaje o simplemente a recordar.


Balneario traicionero: Un cuarentón, melena y bigotes grisáceos entrecierra los ojos para llegar más lejos con la vista y mira desde la cascada la lejana zona donde la gente gustaba bañarse, y recuerda: “Veníamos de chicos, cuando todavía estaba la Campana – peligrosísima- ¡Ahí sí que tenías que saber tirarte, y sobre todo, salir del agua! Si no te acomodabas bien debajo del Agua, el arroyo te podía arrastrar debajo de la Campana. Quedabas atrapado por el techo que se formaba hacia la comba y significaba una muerte segura.


El balneario Los ángeles todos los veranos se cobraba alguna vida, por lo general joven, porque la Campana, era un pozo de 50 metros de diámetro que formaba el arroyo, constituyendo  uno de los lugares más llamativos para los bañistas.


Acota Mikielievich: “Los que llevan más años a cuestas quizás recuerden que en una época se podía ver claramente el agua hasta una profundidad de dos metros, por lo limpia que era por entonces. Incluso se decía que tenía propiedades curativas.


A la altura de la cascada, donde el arroyo cambiaba abruptamente de coloración, se acumulaba basura en los costados de la barranca. Algunos desperdicios provenían de otras zonas, arroyo arriba, pero también eran arrojados a la misma altura del Parque Sur.


Un vecino Juan Dionisio de 72 años expresa al periodista: “se recuerda que uno de los puentes que atravesaba el arroyo en el suroeste rosarino, sirviendo de dique de contención hasta el año 1974, se derrumbó. Y por esa época se abrió el desagüe de cloacas y elementos contaminantes de los asentamientos industriales, por lo cual la situación se agravó”.


La contaminación y el cambio de paisaje con la erosión terminaron en poco tiempo con las quebradas.


En 1996 ese Balneario otrora pintoresco, ofrecía un espectáculo desolador e inapto como balneario.


A principios del siglo XX el camino hacia el río sería una sorpresa. En avenida París y Oribe, una pluma (especie de grúa con un aparejo para botar embarcaciones)  esperaba las lanchas que querían bajar al arroyo.


La avenida París era en realidad una cortada que luego que volvía al sendero.


Su intersección con Oribe estaba justo en la barranca, a pocos metros del puente del Acceso Sur. En este codo funcionaba una especie de club privado, aunque no tenía nombre – o nadie del lugar sabía decir cómo se llamaba – ni delimitaciones.


Era una pequeña construcción, muy cerca del aparato para bajar las lanchas. Un tal Víctor cuidaba las pocas embarcaciones que había en tierra y los botes amarrados barranca abajo.


Se comenta que los dueños de lanchas dejaban sus embarcaciones ahí, pues llegaban con sus trailers para usar el servicio.


Los lugareños creen que iban hacia el río, muchos de ellos hacia el banquito del Swift .Un lugar prácticamente anónimo, con algo de pintoresco, empotrado en la ciudad.


Es decir, ese lugar tuvo un cambio social notorio, ya que alguna vez fue regocijo de pobres que buscaban paliar el calor del verano en el Balneario los Ángeles, convirtiéndose en una diversión para una clase media alta, sin que les importara la peligrosidad de sus aguas.

saladillo.html

 

Bibliografía:


La expuesta en el texto.
Los ángeles. Calle. Topografía:


Corre de Noroeste a Sureste a la altura de Viña del Mar 3700.
Carece de designación oficial.


Recuerda aquellos personajes que lograron con su quehacer,  la grandeza de  la ciudad de Rosario y fueron bautizados con el nombre de Ángel.