LÓPEZ VICENTE FIDEL (1815 – 1903)

Existen en las letras argentinas la dinastía de los López: Vicente Fidel López y Planes fue el autor de las estrofas del Himno Nacional, su hijo Vicente Fidel López, novelista e historiador y su nieto Lucio Vicente López: político, novelista también, y periodista de muy lucida actuación. 


Nacido  en Buenos Aires en  1815,  era hijo del político y autor del Himno Nacional Vicente López y  Planes.


Se hizo abogado, perteneció a la Asociación de Mayo, fue un historiador y novelista del período romántico argentino, que se inició en el Salón Literario de Marcos Sastre, fundó y dirigió la Revista de Valparaíso (1842) y colaboró en diversos periódicos, sobre todo, en la etapa de su emigración.


 Pero sus ocupaciones de político no le permitieron seguir adelante con el cielo de novelas históricas que había proyectado, y que inició brillantemente, circunstancia que lo dejó como novelista en un nivel que seguramente hubiera podido superar el del historiador.


Se expatrió por no tolerar la tiranía de Rosas y vivió muchos años en Chile, donde trabajó como abogado y periodista y convivió con los intelectuales de la emigración (Sarmiento, Alberdi, Bello).


López como narrador tuvo méritos y aciertos  en sus novelas “La novia del hereje” y “La loca de la guardia”.


Un fluctuante rigor crítico  y la influencia de las pasiones políticas, de las cuales no pudo sustraerse, no le quitaron mérito a su obra, cuya tarea como político y educador lo convertirían más allá de cualquier opinión, en glorioso gestor de nuestra organización nacional.


De regreso a su país (1852), se distinguió como abogado, fue rector de la Universidad de Buenos Aires y ministro de Hacienda con el presidente Pellegrini.


También desempeñó múltiples funciones: ministro, rector de la Universidad, presidente del Banco Central de la Provincia, fue escritor hasta cuando murió en Buenos Aires casi nonagenario, rodeado del respeto de sus discípulos  y la admiración de sus conciudadanos. Su “Autobiografía” quedó inconclusa.


Vicente Fidel López, formó parte de los hidalgos emigrados  cuando la mazorca aterrorizaba  a los porteños ¡Una verdadera generación ejemplar! Sarmiento, múltiple y apasionado; Echeverría que  tomó la voz de la juventud y de la renovación literaria nativista; Gutiérrez, símbolo de la cultura y de la crítica, elevando su verbo a la categoría de sacerdocio; Mármol que escribió con la sangre de los mártires el mensaje de la generación proscripta, y Ascasubi dando   al gaucho rebeldía contra la barbarie.


Un hombre como él, formado en el ejemplo de un patricio y de un pota, mal podía vivir bajo el imperio de la fuerza y el puñal.


 López ocupó un sitio y dijo lo suyo. No fue exclusivamente un historiador, sino que gracias a su estilo ameno y colorido tuvo acceso a la literatura de su siglo y de su círculo, un tanto malogrado por  la manifiesta pasión política; frecuentó el Salón Literario de Marcos Sastre y la Asociación de Mayo, donde se citaban Gutiérrez, Alberdi y Echeverría.


Juntamente con Mitre, se dedicó a la historia, discutió sus orientaciones en forma tal que su diálogo escrito representa una lección imperecedera.


 Mientras Mitre escribía las magistrales historias  de Belgrano y San Martín ciñéndose a documentos  y a un método de rigurosa investigación, López, más personal  se inspiraría en el gran escritor inglés Mackulay para relatar hechos  y etapas del acontecer argentino de acuerdo a interpretaciones concebidas a priori  de los mismos  y ratificadas  o modificadas según los casos.


Mantuvo una polémica con Mitre, no sobre el fondo de la emancipación americana (1881 - 82), sino sobre la forma, es decir no  se discutió exclusivamente sobre la definición  objetiva de los ciertos y determinados hechos, sino que encaró muy especialmente sobre cómo debía afrontarse la interpretación  de tales acontecimientos.


La divergencia no tuvo el carácter de una disputa egoísta, sino con la altura de  dos maestros. Primero López lanzó el reto en un libro: “Historia  de la Revolución argentina desde  sus precedentes coloniales hasta el derrocamiento de la tiranía en 1852” ochocientas páginas, al cual Mitre lanzaría un contrataque  con furia bien argumentada  con la obra “Comprobaciones” (cuatrocientas páginas) , elevando la discusión a una altura intelectual y tan graciosa que conformaron un verdadero testimonio para la historia patria. 


No estaban para improvisaciones los contendores, de manera que se sometieron  de buen grado a una paciente guerra de trincheras de la pluma, inspirada en movimientos tácticos y reflexivos que terminaron por interesar sólo a eruditos y filósofos  de  nuestra civilización.


El historiador Carlos Ibarguren en una exposición realizada en la Facultad de Filosofía Y letras, el 24 de abril de 1915 dijo: “Guardo un hondo recuerdo del doctor López. Le vi por primera vez en una asamblea popular, allá por el año 1889. La multitud sólo lo conocía de nombre y reclamaba su palabra. El anciano que nunca fue caudillo, irguióse y habló, su silueta pequeña, menuda, conservaba juvenil agilidad; en su faz morena que contrastaba con la albura de sus canas, destacábase enérgico el expresivo ceño, los negros ojos brillantes, la mirada punzadora. Con voz potente, el patriota, salido del largo retiro, recordó al pueblo sus derechos y a la juventud sus deberes. Y él testigo, actor y escritor de nuestra historia, se nos aparecía, así, como una imagen fogosa y venerable, de la patria vieja...”

 

 

Bibliografía:
a expuesta en el texto.
Enciclopedia estudiantil.
Editorial Codex. Buenos Aires. 1961.
La expuesta en el texto.

López, Vicente Fidel. Cortada. Topografía:
Corre de E.  O. desde 2000hasta 2099 a la altura de New York 400Bis, paralela a Gorriti 2000.
Carece de designación oficial.
Recuerda al  consagrado historiador Vicente Fidel López (1815 – 1903)  escritor, periodista, abogado y político argentino.