LEVENE RICARDO (1885 -1959)

Nació  el 7 de febrero  de 1885, cuando imperaba el régimen conservador del Poder Ejecutivo ejercido por Julio Argentino Roca, quien se había propuesto lograr una Argentina rica y moderna, profundizando un cambio iniciado por sus predecesores.

Su familia judía de un buen poder económico, aspiraba que que su hijo recibiera una educación superior.


Asistió al Colegio Nacional  primero y a la Universidad de Buenos Aires después, en la que se doctoró en Jurisprudencia y Leyes en 1906.


Fue profesor de Historia en el Colegio Nacional Mariano Moreno entre ese año y 1928,  publicando simultáneamente  abundantes notas periodísticas en los diarios y revistas de derecho de su época.


Desde 1911 fue profesor en la Facultad de Filosofía y Letras, inicialmente como suplente de la Cátedra de Sociología que dirigía Ernesto Quesada.


Desde mediados de la década de 1920 fue uno de los principales referentes de la Nueva Escuela Histórica, junto con Emilio Ravignani y, en menor medida, Rómulo Carbia, Diego Luis Molinari y Luis María Torres.


La Nueva Escuela pretendía profesionalizar y aplicar el método científico a los estudios históricos, dejando atrás un largo período durante el cual las publicaciones sobre historia tuvieron más bien un carácter de ensayos filosóficos y sociológicos (incluso psiquiátricos).


Desde 1915 se había incorporado a la Junta de Historia, que con el tiempo llegaría a ser la Academia Nacional de la Historia, y fue su presidente entre 1927 y 1931.


En 1925 se hizo cargo, como director ad-honorem, del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, que contribuyó a fundar y organizar.

También dictó clases en diferentes universidades de país, como la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).


 Por un breve período entre 1930 y 1931 presidió la UNLP, y tras un período de inestabilidad institucional fue electo para el período 1932 - 1935.
Simultáneamente, buscó conscientemente la formación de una identidad histórica común para los argentinos, que fuera capaz de absorber a los inmigrantes e hijos de inmigrantes.

Durante la década de 1930 se enfrentó abiertamente con el grupo conocido como los revisionistas, que pretendían un punto de vista actual y uso político para la historia.


Tuvo una muy cercana relación con los gobiernos de la Década Infame, especialmente con el presidente Agustín Pedro Justo, que le encargó la fundación de la Comisión de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, que presidió desde 1939 hasta 1946.

Esta etapa de su vida lo llevó también a un progresivo enfrentamiento con Ravignani y sobre todo con Molinari, ambos de simpatías radicales. Fue nuevamente presidente de la Academia Nacional de la Historia entre 1934 y 1953, llevándola rápidamente a representar una visión historiográfica "oficial".


Desde este pensamiento, Levene opinaba que el sujeto historiador debía ser un agente social comprometido con la verdad, aquella veracidad que era positivamente factible desde la rigurosidad documental.


El historiador era un maestro, en tanto la historia era maestra de la vida, tal como pauta en la cita: “(…) Los historiadores desempeñan una misión social, además de la tarea científica que cumplen, siguiendo la estrella polar de la verdad, que es por sí sola un resplandor de la justicia y la belleza. (…)”.


La misión social aludida por el autor se relacionaba con finalidad educativa/formativa del accionar del historiador como sujeto social comprometido con “la verdad histórica”.


Levene sostenía que el historiador presta su servicio social-civil desde instituciones concretas y haciendo conocer los “(…) grandes hechos y los grandes hombres, y a amar esa incorpórea deidad, la imagen encendida de la patria, que irradia luz y calor, que alienta el espíritu de lucha de los hombres y mantiene viva la aspiración ascendente de la Historia (…)”.

 La sensibilidad del sujeto debe salir a la luz, y el hombre, el historiador, debe permitirse conmoverse ante el pasado.


 Los discursos orales de Levene mostraban un orador frecuentemente conmovido por la historia y muy inclinado a mostrar o exteriorizar esas sensaciones. Indica precisamente: “(…)


El historiador moderno, en efecto, ha abandonado la actitud meramente expectante, admira las hazañas memorables, pero exalta con simpatía humana, como filósofo, los valores éticos, y comprende, como ciudadano, la vida y la lucha en el clima de su época (…)”.


Desde una postura notoriamente antipositivista, Levene proponía  novedosamente que la historia no es un dogma inmutable, sino “conciencia del hombre culto”, conciencia que se transforma, resalta, en un saber emotivo y reflexivo sobre los antepasados.


En los discursos muy a menudo aparecen relaciones complejas y confusas entre Historia, patriotismo, nacionalismo, educación y proyecto social. Elementalmente consideró  Levene que “(…) un Pueblo que no sabe su historia no sabe dónde va porque ignora de dónde viene (…)”.


 Si el pasado era la clave de entendimiento y concreción del rumbo del futuro, la historia debía ser un saber democráticamente y ampliamente distribuido desde la educación y promocionado desde el Estado: “(…)


La historia es, (…) escuela de patriotismo para orientar la acción social, principio y fundamento de nuestra nacionalidad, fuente perenne de creación de la nueva realidad, porque la realidad se transforma y engrandece al proyectarse el pasado en el presente, por el esfuerzo de las nuevas generaciones”


 Los pueblos que olvidan su pasado son fácil presa del espíritu de aventura o se entregan sin resistencia a la nerviosa improvisación de la hora que pasa, signo inconfundible de que se ha perdido el recuerdo y ha hecho crisis moral la noción del deber de gratitud (…)”.

La Historia de la nación inspira, forma, enseña, educa, estructura y da continuidad a la tradición, y fundamentalmente conserva. Parece que en este complejo de conceptos relativos y funcionales al de historia, o en tal caso, complejo panorama de atributos adjudicados a la historia, Levene deja entrever una perspectiva ideológica conservadora.


Es claro que la tradición conservada en la historia nacional era garante, también, de un determinado “perfil” cultural basado en determinadas instituciones, ideas, creencias religiosas y preceptos jurídicos-morales de los argentinos.

 

Verdaderamente La historia está hecha por el pueblo y para el pueblo, es escuela de formación de los hombres públicos, maestra de la vida que adoctrina en el nacionalismo ilustrado.”

 Levene se refirió a que   La Historia es expresión palpitante de la vida de un pueblo, de su unidad en el espacio y de su continuidad en el tiempo (…)”.

Al llegar al poder el peronismo, se pronuncio abiertamente en contra de éste (Molinari era senador nacional por el peronismo); debiendo durante un tiempo residir en Chile.


Tuvo una actuación secundaria en apoyo del golpe de estado que derribó al gobierno de Juan Domingo Perón. Volvió a ser presidente de la Academia hasta su fallecimiento en 1959.


Escribió numerosas obras entre la que podemos enunciar: Síntesis sobre la Revolución de Mayo (1935); Historia de la Nación Argentina; desde los orígenes hasta la organización definitiva en 1862 (1936-1950); El fundador de la biblioteca pública de Buenos Aires (1938); La fundación de la Universidad de Buenos Aires (1940), Las Provincias Unidas del Sud en 1811: consecuencias inmediatas de la Revolución de Mayo (1940), La Academia de Jurisprudencia y la vida de su fundador Manuel Antonio Castro (1941), Historia de la provincia de Buenos Aires y formación de sus pueblos (1941-1942), La cultura histórica y el sentimiento de la nacionalidad (1942), Derecho procesal penal (1945), Historia del derecho argentino (1945) ,Celebridades argentinas y americanas (1947) Antecedentes históricos sobre la enseñanza de la jurisprudencia y de la historia del derecho patrio en la Argentina (1949),Documentos del Congreso General Constituyente de 1824-1827 (1949) El genio político de San Martín (1950).

Su hijo, también llamado Ricardo Levene, fue ministro y presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina.

 

Bibliografía:

Capdevila Arturo, “Elogio de Ricardo Levene”, en: Historia de las ideas sociales argentinas, Espasa – Calpe, Buenos Aires, 1947.

Carbia Rómulo: Historia crítica de la historiografía argentina. Coni, Buenos Aires, 1940. (Edición definitiva)

Cornejo Atilio, “Ensayo sobre la obra de Ricardo Levene”, en: Obras completas de Ricardo Levene, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 1961. (Tomo I de  Historia Argentina).

 

Levene . Calle. Topografía:

Corre de N. a S. desde Pasco a Montevideo, a la altura  de Donado 1500.

Carece de designación oficial.

Recuerda al historiador jurisconsulto y profesor universitario argentino. Autor de más de cien obras históricas. Se lo considera el padre de la Nueva Escuela Historiográfica argentina.