Un día significativo para nuestra Patria es el de la batalla de Junín, pues la gloria de la jornada tiene claros reflejos de aceros argentinos. Necochea, audaz y temerario sería acuchillado en la pelea, y Suárez, con su arrojo ganó la victoria.
Dos grandes hombres del Escuadrón de Granaderos a c Caballo, formado en Buenos Aires.
En ese día, los soldados rioplatenses, muy lejos de su Patria tenían en su mente y en su corazón, un firme designio de libertad y dignidad de los pueblos, que les había infundido San Martín.
Los hechos que provocaron esa contienda bélica fueron:
Por entonces Simón Bolívar, presidente de la República de Colombia y con el título de Libertador de ese país, acudió a la llamada del Congreso del Perú, para continuar la guerra de emancipación del Perú, ya iniciada por José de San Martín cuatro años antes, en 1820.
Nuestro Libertador había formado el Ejército Unido Libertador del Perú y promovido el surgimiento de la República peruana y negociado con Bolívar antes de retirarse.
No obstante, tras el Motín del Callao, Bolívar ordenó la retirada general del ejército de Colombia en dirección hacia la frontera norte del Perú, enviando órdenes a las tropas colombianas para reagruparse en Huamachuco (en la sierra) y Trujillo (en la costa).
Ordenó que el repliegue general se hiciera devastando el territorio peruano, talando los campos, secuestrando el ganado, y bajo una política general de Tierra quemada, destruyendo cualquier recurso de los pueblos peruanos para que no pudiera servir de sustento.
Lo que Tomás de Heres llamaría“guerra a la colombiana”.
A los departamentos del Perú ocupados por su ejército les exigió el dinero, además de la contribución sangre, para pagar el sueldo íntegro del ejército colombiano.
La situación estratégica cambió en el curso del año 1824.
El Ejército Real del Perú sin ninguna ayuda desde la sublevación de Riego y aislados de España gracias a la exitosa campaña naval peruana, a duras penas se sostenía aún en la sierra peruana.
A esto se añadió la rebelión de Olañeta en el Alto Perú que desencadenó una guerra doméstica que les obligó a combatir en dos frentes. Al norte, Bolívar tenía en su ejército más de 10 000 hombres, en su mayoría colombianos y peruanos, menos de 1000 chilenos y una centena de jinetes rioplatenses.
Su número era equivalente al número de españoles, pero las tropas realistas estaban desperdigadas entre el valle del Mantaro y Alto Perú.
La sublevación en el Alto Perú del general realista Pedro Antonio Olañeta fracturó la defensa del virreinato, y obligó al virrey José de la Serna a luchar contra su antiguo subordinando en el Alto Perú y mandó una parte importante de sus ejércitos, al mando de Gerónimo Valdés, unos 5000 veteranos que tenían su base en Puno, denominado “Ejército del Sur “ con el objetivo de asegurar la base andina de recursos militares.
José de Canterac, veterano de la guerra en Venezuela, que contaba con 6.000 efectivos según los cálculos independentistas, estaba en desacuerdo con el virrey, y le advertía de los peligros de dividir sus fuerzas, desgastarlas y dar esta evidente ocasión a Bolívar.
Pero “Bolívar, conocedor de esta ventaja, carteándose con Olañeta, aprovechó la oportunidad, y en junio de 1824 enfiló su ejército de 12.000 efectivos y seis piezas de artillería hacia la sierra central del Perú, para aislar a las solitarias fuerzas realistas del general Canterac, denominado “Ejército del Norte”.
Restando los desertores y enfermos, la fuerza que finalmente alcanzó a cruzar la cordillera andina y presentarse en Junín fue de 8.000 soldados y 1000 jinetes, y a ellos hay que añadir unos 1500 montoneros, que formaron una pantalla de guerrillas.
A estas fuerzas hay que sumar la movilización de miles de civiles peruanos enganchados forzosamente en largas filas de cargadores siguiendo al paso del ejército, amenazando con fusilar a quienes demoraran la columna o no aportaran el acopio de víveres.
Ante la resistencia de los pobladores frente a la imposición de los militares, el coronel Aldao propuso fusilar a todos los peruanos, que no fueran decididos por la causa justa de América.
Preludio
El 2 de agosto Simón Bolívar pasó revista a su ejército, compuesto por 7900 soldados de infantería, 1000 de caballería y seis piezas de artillería, en el llano de Rancas y les dirigió estas elocuentes palabras:
¡Soldados! Vais a completar la obra más grande que el cielo ha encomendado a los hombres: la de salvar un mundo entero de la esclavitud.
¡Soldados! Los enemigos que van a destruir se jactan de catorce años de triunfos. Ellos, pues, serán dignos de medir sus armas con las de ustedes, que han brillado en mil combates.
¡Soldados! El Perú y la América toda aguardan de ustedes la paz, hija de la victoria, y aún la Europa liberal les contempla con encanto porque la libertad del Nuevo Mundo es la esperanza del Universo. ¿La burlarán? No. No. Ustedes son invencibles, exclamó Simón Bolívar.
Después del triunfo de la batalla, acaecida el 6 de agosto de 1824,el libertador Bolívar pronunció la primera parte de la proclama a los peruanos:
¡Peruanos! La campaña que debe completar la libertad ha empezado bajo los auspicios más favorables. El ejército del general Canterac ha recibido en Junín un golpe mortal, habiendo perdido, por consecuencia de este suceso, un tercio de sus fuerzas y toda su moral.
Los españoles huyen despavoridos abandonando las más fértiles provincias, mientras el general Olañeta ocuparía el Alto Perú con un ejército verdaderamente patriota y protector de la libertad.
¡Peruanos! Bien pronto visitaremos la cuna del Imperio peruano y el templo del Sol. El Cuzco tendrá en el primer día de su libertad más placer y más gloria que bajo el dorado reino de sus Incas."
La batalla de Junín del 6 de agosto de 1824.fue uno de los últimos enfrentamientos que sostuvieron los ejércitos realistas y patriotas en el proceso de la independencia del Perú.
Nota curiosa para los rosarinos
Antes de que existiera el Alto Rosario Shopping, el predio era ocupado por el Ferrocarril Central Argentino (F.C.C.A.). En ese lugar había un importante taller ferroviario y una estación de trenes, nos dice Federico Dunger.
El Ferrocarril Central Argentino era una de las principales líneas ferroviarias de Argentina, y su taller en Rosario era un centro clave para la reparación y mantenimiento de locomotoras y vagones. Además, la estación de trenes era un importante punto de conexión para los viajes entre Rosario y otras ciudades del país.
Con el tiempo, el ferrocarril dejó de operar en ese lugar y el predio fue reconvertido para dar lugar al Alto Rosario Shopping, que hoy en día es uno de los centros comerciales más importantes de la ciudad ¹. Sin embargo, aún quedan algunos vestigios del pasado ferroviario en el lugar, como el Museo Ferroviario que se encuentra dentro del shopping
Bibliografía:
Revista Continente. Nº 17, Buenos Aires, 15 de agosto 1948.
Junín. Calle. Topografía:
Corre de E. a O. desde Avenida Francia hasta la Avenida 25 de Mayo.
Se le impuso ese nombre por O. 3 del año 1905.
Recuerda a la batalla de nombre homónimo, ocurrida el 6 de agosto de 1824 durante la liberación del Perú.