IRALA DOMINGO MARTÍNEZ de
Nos dice
Levillier en el Boletín de la Academia Nacional de la Historia Nº27,
Buenos Aires 1956, en su artículo: ”El uso de la psicología
en Historia”:
“Irala no actuó con los ojos puestos en el porvenir
como Nufrio de Chaves, Don Jerónimo Luis de Cabrera y muchos otros. No
existe esa actitud mental en sus cartas, ni en sus acuerdos con los Oficios
Reales, ni en sus hechos , ni en sus acuerdos, ni sobre él abundan intereses
tanto favorables como antagónicos.”
Don Domingo Martínez de Irala si en algún momento percibió lo que el Paraguay requería para el futuro, guardó silencio y cuando escribía al Rey en razón de sugestiones precisas formuladas por la Corona, contestaba sin entusiasmo, como quien acusa recibo de proyectos, sin intención alguna de darles vida.
Pudo fundar en el este y el sur varias veces y no quiso aferrándose a sus hombres para lanzarse hacia el noreste, en forma oportuna.
Repartir
encomiendas en lo poblado era la mejor forma de arraigar y debió
ser el ejemplo en la Asunción. Lo hizo por fin en 1556, par cumplir una
orden formal y complacer al Rey.
Si la Corona no hubiese gravitado sobre su voluntad, habría pasado su vida en América por los arenales y pantanos, perdiendo vidas en vanas andanzas, repartiendo indios, velando por su catequización, buscando el contacto con otras provincias y esforzándose por elevar el nivel moral de los encomenderos y moradores, con el establecimiento de órdenes religiosas y la construcción de iglesias y escuelas.
Fue durante más de quince años el defensor de la Asunción. Bastaba su presencia para alejar el peligro.
Lo tenían
los blancos por respaldo seguro y en horas tumultosas, lo anteponían
a todos los demás, por su pericia de soldado y negociador”.
La ocupación española del territorio del Río de la Plata
no fue producto de una rápida conquista sino de una lenta obra que abarcó
dos etapas: Exploración primero y poblamiento después. A la primera
estaban insertos Ayolas e Irala .
Juntos remontaron el Paraná, más el primero al llegar a un puerto que llamaron Candelaria (1537) dejó al segundo al frente de un puñado de hombres – con la orden de esperarlo cuatro meses. A su regreso después de trece meses no encontró a su compañero de aventuras.
Mientras tanto Irala al encontrarse con otro expedicionario lo buscaron infructuosamente, enfrentando peligros de la naturaleza y de los naturales de la región.
Salazar
con espíritu distinto al de Irala fundó el 15 de agosto de 1537
la ciudad de Asunción.
Ante la supuesta desaparición de Ayolas, uno de los hispánicos
sobrevivientes debía tomar el gobierno del recién fundado poblado,
resultando electo por mayoría Irala, quien había fortificado su
posición por haber repartido tierras e indios.
De inmediato ordenó la despoblación de Buenos Aires por considerar que los guaraníes constituían una nación más pacífica y civilizada que los querandíes que asolaron y destruyeron sanguinariamente la reina del Plata desde el año anterior, 1536.
A pesar de su condición de Teniente gobernador de la Asunción, Irala no abandonaría su ambición de encontrar la “tierra de la plata o la sierra de la plata” y por ello se lanzó a una nueva aventura, más grande fue su sorpresa cuando al llegar al Potosí altoperuano se encontró con gente de la expedición de Pizarro.
Enrique de Gandía clarifica: “La vida en la Asunción , estaba
animada por dos grandes espíritus: uno el de la aventura; otro el de
política... mientras unos se inclinaban por la aventura y otros por la
política, sólo un hombre - Domingo de Irala – unía
las dos ambiciones y sobresalía en ambas,” porque después
de múltiples expediciones buscando metales preciosos, se asentó
en Asunción durante veinte años, fortificando su posición
como gobernante popularmente decidido.
Irala murió inesperadamente el 3 de octubre de 1556, después de siete días de agonía, a los 45 años rodeado de sus hijas mestizas (había formado pareja repetidamente con mujeres nativas) sus yernos, sus amigos y el obispo. Hasta sus enemigos se sintieron conmovidos. Las cofradías y los frailes acompañaron su cadáver.
Bibliografía:
Gandía, Enrique: “Historia crítica de los mitos de la conquista
americana.” Madrid –Buenos Aires, 1929.
Historia de las instituciones políticas y sociales de la Argentina y
América hasta 1810. A –Zeta Editora, enero 1981. Buenos Aires.
Irala
Domingo Martínez de. Calle. Topografía:
Corre de N. a S. desde 4200 hasta 4699, a la altura de Talcahuano 3100, paralela
a Tres Sargentos.
Se le impuso ese nombre por D. 21748 del año 1958.
Recuerda al hispánico conquistador Domingo de Irala, gobernador teniente
de Asunción del Paraguay, desde 1537 a 1556.-