El hundimiento del rastreador “Fournier”, un buque de la Armada Argentina, en las frías aguas del estrecho de Magallanes, el 22 de setiembre de 1949 fue una de las mayores tragedias navales del país. No sobrevivió ninguno de los 77 embarcados, tres de los cuales eran rosarinos.
Cuando la radio difundió la noticia de que se había perdido contacto con la nave, los familiares entraron en desesperación, la que se acentuó a medida que pasaban las horas y los días.
Todo el país estaba pendiente de los informativos radiales.
El “Fournier” había zarpado el día 21 de setiembre a las 7.30 desde Puerto Gallegos con destino a Ushuaia.
Hace referencia Miguel Ángel De Marco en su artículo “De la crónica y la historia”: "Se trataba de un buque moderno, pues había sido construido en el astillero Sánchez y Compañía, de San Fernando y botado en agosto de 1939. A partir del 13 de octubre de 1940, en que afirmó su pabellón nacional, participó en diversas ejercitaciones, intervino en misiones de salvamento y viajó dos veces a la Antártida. Gemelo del “Bouchard”, era pequeño y medía 59 metros de eslora, 7,30 metros de manga y 3,50 metros de puntal- y lo tripulaban 66 hombres al mando del capitán de corbeta Carlos A. Negri. Integraban la plana mayor el teniente de fragata Luis Lestani, como segundo comandante, y los guardiamarinas José Daniel Lamas y Oscar R. Moutin. Este último, al igual que otros integrantes de la dotación, tenía raíces en Rosario”.
También viajaban en forma ocasional dos civiles científicos, el doctor Raúl Wernicke, vicedecano de la Facultad de Agronomía de Buenos Aires y su hijo Julio, ambos con el objetivo de realizar observaciones en la zona austral.
El “Fournier” retornó a Río Gallegos después de haber llegado a Ushuaia recorriendo las innumerables caletas y fiordos que caracterizan aquella desolada región.
La profundidad media es de 400 metros y las costas están cortadas a pico, sin posibilidades de escalamiento.
El 29 de setiembre el periodismo dio a conocer los comunicados oficiales relacionados con la búsqueda.
Se conjeturaba que el buque con averías en las máquinas e imposibilitado de utilizar sus equipos radiotelegráficos, podía hallarse fondeado en alguna de las numerosas caletas, aunque tampoco se descartaba un accidente.
Se insistía en que la tripulación era experimentada en navegar por aquellas heladas aguas australes.
Las primeras noticias acerca del hallazgo de restos se obtuvieron desde Chile, ya que uno de sus buques, el escampavías "Lautaro" encontró a la altura de punta Cono, en la entrada del canal San Gabriel del estrecho, una gran mancha de aceite y una balsa a la deriva con tres cadáveres.
Uno de los muertos tenía su reloj detenido a las 4.20 por lo que se pensó que el hundimiento súbito se había producido a la madrugada del 22.
En las horas siguientes aparecieron otros seis cadáveres que habían pertenecido a la plana mayor que presumiblemente al ocurrir la desgracia estaban en cubierta, los que fueron llevados junto con los del investigador Wernicke al puerto de Buenos Aires.
Una multitud desolada más las autoridades de la Nación aguardaban el desembarco de los féretros.
De Rosario sólo se pudo rescatar los restos del marinero de primera, torpedista Manuel González.
También los aguardó una multitud, que desfiló incesantemente por la casa de sus padres, en la cortada 57 N° 1071 del barrio Lisandro de la Torre.
Formaron guardia de honor fuerzas de la Subprefectura Marítima, del escuadrón de Gendarmería Nacional y del Cuerpo de Bomberos y la Guardia de Seguridad de Caballería, que ostentaba sus uniformes de gala.
Fue sepultado en el cementerio de Paganini (hoy Granadero Baigorria) luego que una larga caravana llevó a pulso el féretro hasta la avenida Alberdi y avenida Génova, tras un doblar de campanas, oraciones fúnebres y discursos en nombre de la Armada.
Bibliografía:
De Marco Miguel Ángel: “De la crónica y la historia. La tragedia del rasreador Fournier”. Artículo del diario La Capital en su edición del 14 de setiembre de 1995.
González Manuel. Cortada. Topografía:
Corre de N. a S. desde 3000 hasta3399, a la altura de Av. Rivarola 8000.
Se le impuso ese nombre por Ord. 915 del año 1952.
Recuerda A Manuel González, marinero desaparecido en el rastreador Fournier, el 19 de setiembre de 1949 a la entrada del canal San Gabriel, al Sur de Punta Arenas, Chile.