Antonio Pellicer Paraire, militante anarquista catalán con actividad en Buenos Aires expresa: "A partir de 1885 las asociaciones gremiales argentinas además de sus características primigenias de sociedades de socorros mutuos comenzaron a plantearse la lucha por reivindicaciones económicas, la reducción de la jornada laboral y otras reivindicaciones laborales."
Los años desde 1900 a 1902 fueron de intensa agitación obrera y se produjeron numerosas huelgas en todos los gremios y en todo el país.
Los movimientos esporádicos anteriores a 1901 se convirtieron en acciones sindicales mejor coordinadas y organizadas, declarándose las primeras huelgas generales.
A mediados de 1901 hubo en Buenos Aires una gran huelga de panaderos -gremio fundado por Errico Malatesta y Ettore Mattei- reclamándose un peso diario en vez de la comida en el establecimiento y el aumento de un hombre por cuadrilla. Durante el conflicto se emplearon el boicot y el sabotaje, lográndose un triunfo total.
La jornada laboral era de un mínimo de 10 horas, con los salarios bajos. Como resultado de la presión obrera, para 1902 muchos gremios habían conseguido algún tipo de mejora en las condiciones laborales.
En diciembre los pintores de Mar del Plata conquistaron n la jornada de ocho horas y 50 centavos de aumento en sus jornales; los portuarios de Buenos Aires, que trabajaban 10 horas diarias y percibían un salario de 2,50 pesos por día, en febrero de 1902 conquistaron las 9 horas y un jornal de 4 pesos diarios.
Continuaron las huelgas y conflictos laborales: en marzo hicieron huelga los obreros de Barracas, La Boca y el Riachuelo, en abril pararon los cocheros de Buenos Aires, en mayo lo metalúrgicos de los talleres de Casa Vasena, y en julio-agosto los panaderos nuevamente.
El 25 de mayo de 1901, se reunieron en Buenos Aires cerca de 50 delegados representando a 35 sociedades obreras y celebraron el Congreso fundador de la Federación Obrera Argentina, como originalmente se llamará la FORA.
Esta organización potenció a las sociedades obreras, organizándose las primeras huelgas generales y esbozándose progresivamente los lineamientos ideológicos que les serían característicos. La FORA, además de potenciar y cohesionar a los organismos federados aumentó los niveles de solidaridad entre los trabajadores que la integraban.
Aunque la FORA estaba integrada en su mayoría de elementos anarquistas, también tenía una participación importante de militantes socialistas.
El Partido Socialista pretendía una participación política en el gobierno democrático, para lo cual era necesario el apoyo político de la Federación Obrera, y se hacía necesaria su burocratización y centralización, llevando adelante una lucha reformista de reclamos parciales y mejoras inmediatas; mientras los anarquistas, que despreciaban la participación política, creían que la Federación era una organización en la que todos los trabajadores debían la misma participación, sin dirigentes con poder resolutivo, y considerando la lucha por reformas económicas como un medio para alcanzar la revolución social y el comunismo anárquico.
Los socialistas se separaron cada vez más a la dinámica de la FORA, ya que les impedía desarrollar su proyecto parlamentarista.
Desde La Organización Obrera, periódico de la Federación, se criticaba la ausencia de los socialistas del Consejo Federal desde noviembre de 1901.
Manifestación obrera por la jornada laboral de 8 horas en Rosario.
El 25 de mayo de 1901, se reunieron en Buenos Aires cerca de 50 delegados representando a 35 sociedades obreras y celebraron el Congreso fundador de la Federación Obrera Argentina, como originalmente se llamará la FORA.
Esta organización potenció a las sociedades obreras, organizándose las primeras huelgas generales y esbozándose progresivamente los lineamientos ideológicos que les serían característicos. La FORA, además de potenciar y cohesionar a los organismos federados aumentó los niveles de solidaridad entre los trabajadores que la integraban.
El sindicalismo en Rosario
Explicita Diego Veiga en el art.”La primera marcha del Día del Trabajo en Rosario fue liderada por una mujer, Virginia Bolten”:
El 18 de octubre de ese mismo año,1901, los obreros de la Refinería de Azúcar, ubicada en la zona norte de Rosario, decidieron presentar a sus patrones, un petitorio en el que exigían disminución de horas de trabajo, aumento de salario y mejores condiciones de salubridad en las distintas secciones de la fábrica. El pedido fue rechazado y se desencadenó la huelga. Unos 200 obreros se agolparon en la puerta y la represión policial causó la muerte a un obrero, Cosme Budislavich, un austríaco de 34 años de edad.
En respuesta se declaró una huelga general en Rosario y una campaña de manifestaciones de protesta y denuncias.
En noviembre de 1902 un conflicto con los obreros portuarios deriva en una huelga general (la primera de la historia argentina) y el triunfo del movimiento obrero.
Nos dice Plácdo Grela en “Orígenes del sindicalismo”: “La Federación Obrera Argentina, en un extenso manifiesto detallaba en 1904 algunos sucesos que culminaron con la muerte de varios trabajadores. En el particular estilo de la época, los datos son estremecedores en su descarnada veracidad: el martes23 se declararon en huelga los panaderos y uun grupo de éstos pasaba a las 3 de latarde por la esquina de San Luis y Maipú, cuando un oficial de policía sacó un arma y a mansalva causó la muerte de Jesús Pereyra. y yde Jacobo Giacomelli”.
Como homenaje y protesta una manifestación en el cementerio caminaba silenciosamente acompañando los restos del obrero asesinado, cuando por dos calles aparecieron fuerzas del Cuerpo de bomberos, vigilantes y agentes del escuadrón desplegados en guerrilla, con los maúseres cargados y machetes.
}Empezaron a hacer fuego y cayeron víctimas del fuego policial, los compañeros: Luis Carré, Andrés Herrera, Ismael Muñoz, Lorenzo Dareolo, Jacobo Giacomelli y Alfredo Serán, éste último de apenas 10 años de edad. Carré y Giacomelli fallecieron…”
El movimiento huelguístico se incrementaba cada vez más, pero el gobierno reaccionaba con mayor fuerza, reprimiendo, declarando el estado de sitio y sancionando la Ley de Residencia, mediante la cual se podría expulsar del país a los activistas extranjeros. La reacción gubernamental era tan drástica que muchos locales fueron cerrados y varios periódicos obreros clausurados.