Por la riqueza natural de la región y la laboriosidad de sus pioneros, su futuro se vislumbraba como próspero. La codicia torció su destino y hoy es una de las zonas más pobres del país. Formosa (hermosa en portugués) es un nombre frecuente en el mapamundi.
Ese nombre lo llevan una famosa isla del Mar de la China, llamada oficialmente Taiwán, y un municipio de Brasil. También una plaza y una iglesia de Venecia (Santa María de Formosa), una bahía de Mozambique y otra de Kenia, un río de Nigeria e infinidad de pormenores cartográficos.
Nuestra ciudad nordestina se lo debe a un pronunciado recodo del río Paraguay, que navegantes y geógrafos españoles llamaban Vuelta Formosa o Hermosa. El bautismo, al parecer corrió por cuenta de don Juan de Ayolas. En 1526, rumbo a Asunción , no pudo reprimir un piropo ante el cautivante escenario y un nuevo topónimo quedó prendido al atlas americano.
Siglos después , el comandante Luis Jorge Fontana - naturalista, geógrafo, escritor y gobernante – plantó la tercera capital del Gran Chaco en el paraje costero, seducido por los altos campos, su estratégica ubicación y, sobre todo su belleza, anotó el polifacético militar: “Si el paraíso terrenal está en el Nuevo Mundo, debe ser Formosa “. La Formosa actual, especialmente cuando florecen los lapachos, hace honor a aquel encanto primigenio- clarifica Roberto Rainer Cinti en revista Nueva, 1996.
Además según dicta la historia, no le falta el temple del fundador. Soportó el aislamiento, una naturaleza díscola, el asedio aborigen y la marginación económica con la misma entereza que demostró Fontana en 1880, tras explorar el Chaco de punta apunta; “He perdido el brazo izquierdo en un combate con los indios – escribió al presidente Julio Argentino Roca – pero me queda otro para firmar el plano del Chaco que he completado en esta excursión.
La tercera es la vencida: En 1872, finalizada la Guerra de la Triple Alianza, Domingo Faustino Sarmiento creó la gobernación del Chaco, que abarcaba desde el norte santafesino hasta más allá del río Pilcomayo. Sus autoridades se afincaron en Villa Occidental (hoy Villa Hayes) localidad ubicada al norte de Asunción –dentro de una porción del Chaco Boreal reclamada por Argentina y Paraguay- que nuestras fuerzas ocupaban desde la contienda. Pero el presidente norteamericano Rutherford Hayes, árbitro del litigio limítrofe falló en 1878 a favor de nuestros vecinos y tuvimos que buscar otro lugar para la capital chaqueña.
Entonces Lucio V. Mansilla designó para esa tarea a Luis Jorge Fontana, quien el 24 de mayo de 1879 eleva el siguiente informe…”no temo asegurar que las costas, los campos y los bosques de Formosa, son superiores a otro punto del litoral correspondiente al Chaco, sobre los ríos Paraná y Pilcomayo. En consecuencia así quedó fundada Villa Formosa”.
En 1884 Roca dividió el Chaco argentino en dos: Chaco y Formosa, semilla de las actuales provincias.
En la actualidad aquella prometedora provincia con su esplendorosa naturaleza hoy se ha convertido en silenciosa, por momentos intrascendente dentro del país, históricamente postergada por todos los gobiernos de turno, es una explosión de contrastes donde la miseria y la esperanza tienen vida propia.
Hoy es la tierra aguijonada por la lepra y la tuberculosis, por el cólera y la anemia, por la desnutrición y la parasitosis. Formosa – aunque duela decirlo –golpea más por su desbordante miseria que por sus bondades que otros hombres y en otros siglos supieron descubrir.