FERREYRA
ANDRÉS (1865 – 1928)
El diario
“La Nación” al día siguiente de su deceso rezaba en
un elocuente artículo: “Ha muerto uno de nuestros más
prestigiosos educadores, don Andrés Ferreyra. El nombre de don Andrés
Ferreyra, que acaba de fallecer a los sesenta y tres años de edad, después
de haber consagrado su vida y su inteligente esfuerzo al progreso de la educación
popular, está vinculado en la memoria de los argentinos de las últimas
generaciones, el recuerdo de las primeras emociones escolares. Fue en su libro
“El nene” compuesto en su amor a la niñez, con profundo conocimiento
de la psicología infantil, donde muchísimas generaciones aprendieron
a leer y fue asimismo en otros libros suyos “El polígrafo argentino”,
“Mi Patria” donde muchos completaron esa primitiva etapa de su educación
intelectual.”
Nació
en Buenos Aires el 14 de abril de 1865, en un hogar modesto, pues su padre era
un humilde empleado de comercio pero con grandes inquietudes para darle a su
hijo un completa educación .Su hijo correspondió a ello porque
con veinte años se recibió de profesor en la Escuela normal, donde
ya como alumno supo distinguirse por su capacidad intelectual, aplicación
y facultades perceptivas.
Al morir
Sarmiento en 1888, fue uno de los oradores que despidiera los restos del gran
Maestro, con sólo 23 años, a la altura de los señores de
la verborragia como Pellegrini, Paul Groussac y Aristóbulo del Valle.
Dedicose
por entero a la enseñanza escribiendo su vasta y medulosa obras haciendo
simultáneamente estudios de filosofía y educación de Kant,
Krause, Comenio y otros pensadores de renombre universal.
Fue en el
sentido amplio de la palabra un “gran educacionista” - neologismo
de origen sajón que empleara Sarmiento – Precisamente como aquél
y ayudado por una mayor formación técnica, tuvo el fervor de la
instrucción pública que que podríamos llamar ”fobia
al analfabetismo”.
Le ofrecieron
en reiteradas oportunidades altos cargos en la administración nacional,
más siempre respondía con modestia apostólica:”Quiero
ser maestro de escuela”.
Se desempeñó
como director e inspector de escuelas, pero jamás se apartó de
su objetivo: escribir libros para que los niños y adultos aprendieran
a leer.
Ferreyra
fue un precursor al decir antes que el pedagogo y filósofo brasilero
Paulo Freyre que sostenía que luchaba contra el militarismo en la educación
expresando que el niño debe elaborar sus propios conocimientos guiados
por el docente (para transformar el medio donde le tocará vivir, cuando
sea maduro) pero nunca considerarlo una vasija donde el maestro deposita los
conocimientos.
Sus iniciativas
que en 1896 abolieron los sistemas pedagógicos anticuados y rígidos,
las que merecieron el reconocimiento del gran educador norteamericano Williams
T. Harris.
Debemos destacar una de sus grandes iniciativas fue la creación de colonias
de vacaciones en 1894 para niños débiles. Proyecto que se hizo
realidad al trasladar párvulos a una colonia de vacaciones en Mar del
Plata, gracias al apoyo de caracterizados vecinos.
Sus obras pedagógicas fueron: “El nene” Tres tomos; “Geometría inventiva”; “Cálculo infantil”, “El polígrafo argentino”, “Curso completo de idioma nacional” (Cinco tomos) e “Historia de la enseñanza “ escrito por mandato especial del Gobierno Nacional de entonces.
En “El
nene” considerado el primer libro de lectura argentino,
Ferreyra al estilo comeniano, desarrollaba las lecciones de manera graduada,
de tal modo que la palabra y la representación gráfica ( la imagen)
complejizaban lectura tras lectura, las estructuras de las mismas.
Bibliografía:
Vilches L: “La lectura de la imagen”. Prensa, cine, televisión,
Barcelona Ed. Paidós. 1983
Miño y Dávila: Una historia de la enseñanza de la lectura
y escritura en Argentina , del catecismo colonial a “La razón de
mi vida”. Madrid, 2002. Pág. 35 - 49.
Ferreyra
.Calle. Topografía:
Corre de n. a S. desde 6900Bis al 1200, a la altura de Génova 1200.
Se le impuso ese nombre por O. 35 del 24 de mayo de 1929.
Recuerda al gran educacionista André Ferreyra (1865 - 1928) autor de
textos donde aprendieron a leer y escribir numerosas generaciones.