Octubre de 1469. Un hombre cabalgaba por caminos fangosos que conducían a Dueñas, una ciudad de Castilla.
Cada tanto, el caballero volvía su mirada hacia atrás, como si temiera su persecución y quisiera asegurarse de que no era perseguido. Vestía ropas modestas de arriero o mercader, era joven y de buen aspecto.
A medida que se acercaba a la ciudad castellana iba disminuyendo la velocidad pero sólo para no hacerse notar de los raros viajeros que encontraba en su trayecto.
Si hubiera obedecido a los impulsos de su corazón hubiese puesto alas a su caballo. Y esto se explica: allá en una casa de Dueñas, le esperaba una joven que, tal vez, pronto sería su esposa. Esa niña era la princesa Isabel, heredera del trono de Castilla.
Sin embargo también él era de elevado linaje, porque pertenecía a la casa de Trasmara, los monarcas reinantes de Castilla de y Aragón. Era nada menos que el príncipe Fernando, hijo del rey de Aragón.
El 18 de octubre, los dos enamorados fueron unidos en matrimonio por el arzobispo de Toledo en una ceremonia excepcionalmente simple para esposos de tanta jerarquía.
Los que no querían esa unión debieron resignarse, y conocer en adelante el temple con que contaban los dos jóvenes.
En 1481 los dos soberanos iniciaron la lucha contra los moros, los seculares enemigos que ocupaban todavía parte de la península española.
En efecto a mediados del siglo XV la península ibérica estaba dividida en cuatro reinos: Portugal, Navarra, Castilla y Aragón. Más al sur se hallaba el reino musulmán de Granada.
Mediante victoriosas batallas, y especialmente con manejos diplomáticos conducidos hábilmente, el mundo árabe fue vencido. El 2 de enero de 1492, Fernando e Isabel entraban triunfantes en Granada, la última ciudad dominada por los infieles.
Por esta guerra y por las reformas que dispusieron a favor de la religión, fueron llamados “los reyes católicos”. En su común afán de unidad religiosa, introdujeron en España la Inquisición y expulsaron a los judíos de la Península.
El año de la toma de Granada fue el mismo año del descubrimiento de América, Colón partió del puerto de Palos en busca de las Indias auspiciado por la reina.
Ella sabía que la empresa en caso de lograr éxito, daría a España una inmensa riqueza; y alentó desde el comienzo una firme esperanza en el triunfo. Y así fue España se proyectó en el Nuevo Mundo, pues si cada descubrimiento posterior con sus fundaciones obedeció a circunstancias diversas y se encaminó desde múltiples rumbos de la rosa de los vientos, todo derivó indirectamente del viaje este – oeste ideado y acometido por él con el auspicio de los Reyes Católicos.
Pero todo ello se vio empañado por acerbos infortunios. Su hija Juana, después madre de Carlos V, enloqueció. Su hijo Juan, heredero del trono, falleció.
Finalmente, los sufrimientos vencieron la débil salud de la soberana. Quien en 1504 siguió a su hijo a la tumba.
Durante los años siguientes, Fernando reforzó el prestigio alcanzado por la nueva nación, interviniendo en contiendas con los Estados europeos, y consolidando el dominio español en el Mediterráneo.
Murió en 1516, doce años después que su esposa.
Bibliografía:
Levillier Roberto: Historia Argentina. Tomo 1. Plaza & Janés Editores. Buenos Aires. 1968.
Fernando El Católico. Cortada. Topografía:
Corre de E. a O. desde 4100 hasta 4399, a la altura de Bv. Avellaneda 900.
Carece de designación oficial y lleva ese nombre desde su apertura.
Recuerda al monarca español, consorte de Isabel la Católica.