Explicita Rubén Alberto Chababo en “Extranjeros y colonias en Santa Fe”:
"Hacia mediados del siglo XIX, el pensamiento político del Río de la Plata comenzó a diseñar a través de sus escritos programáticos, uno de los proyectos más ambiciosos de la historia de la República Argentina, no otro que aquel que tenía como objetivo sentar los pilares, para transformar esta región del sur americano en una meta deseada por la emigración europea”.
Pero para ello, hubo que esperar que el vencedor de Caseros más los presidentes que le siguieron, impusieran a la luz un nuevo orden constitucional, llamado a poblar el territorio nacional.
Esa decisión no tardó en llegar a la mayoría de las ciudades del Viejo Mundo, donde a través de las oficinas consulares y de las empresas de navegación se invitaba a emprender el desafío de "hacer la América".
Ya en 1854, y a menos de un año de que se promulgara la Constitución, comenzaron a llegar al país, las primeras familias de colonos.
Un año antes el salteño Aarón Castellanos consiguió autorización del Gobierno de Santa Fe para llevar a la provincia "mil familias de labradores europeos, todas honestas y laboriosas". La promesa del gobernador era entregar a cada una "un rancho de dos cuartos, con puerta y ventana, harina, semillas surtidas para sembrar diez cuadras, dos caballos, dos bueyes, siete vacas y un toro para cría". Cada familia reembolsaría esos adelantos en dos años.
El 24 de enero de 1856 por la mañana llegó a Rosario el vapor Asunción, procedente de Buenos Aires con el primer contingente de 120 inmigrantes destinados a la colonia Esperanza. Una gran cantidad de vecinos acudieron al puerto, para darles la bienvenida, conscientes de la trascendencia del hecho.
Nos dice Oscar Taffetani: "El primer grupo contaba con paisanos de Argovia, Valais, Vaud, Berna, Zurich y Ginebra, más unos pocos alemanes de Renania y Bavaria y otros poco franceses del departamento del Jura.
Eran ciento veintrés familias católicas y setenta y siete protestantes.
Con esa pequeña Babel sobre las olas, Castellanos cruzó el océano y remontó el Paraná".
Durante la larga mañana del 26 de enero, los santafesinos vieron bajar por la planchada mujeres rubias cual el trigo, con anchos sombreros y zuecos de madera mientras los hombres fumaban sus cachimbos y hablaban una lengua extraña.
En carretas tiradas por bueyes, esos primeros inmigrantes arribaron al Fortín Iriondo, donde no existía ni el precario rancho prometido, sólo la tierra virgen extendida en siete leguas cuadradas, detrás de la zona de bañados (como gran concesión otorgada por el gobernador José María Cullen a Aarón Castellanos.)
Estos colonos debieron enfrentarse no sólo a la adversidad del terreno, a la diferencia climática con su tierra natal, a la falta de agua potable y alas rudimentarias herramientas de trabajo para el cultivo de cereales y hortalizas, sino también a las plagas de langostas y los malones de indios, peligro éste último que cesó cuando recién en 1884 se consumó la conquista del Chaco santafesino.
Ellos sirvieron de avanzada contra los indígenas, ya que desde el primer día de su instalación tuvieron que rechazar los ataques de la indiada, atar la tierra llevando terciadas a la espalda, las armas que habían traído de sus viejos hogares.
Según un informe del Departamento de Inmigración en 1886, a los diez años de haber arribado los colonos, Esperanza tenía 1627 habitantes, de los cuales 15 eran argentinos. Contaba con un templo católico y otro protestante, dos escuelas, 88 casas de alto y azoteas, 95 casa de material y 291 ranchos, todos con pozos de agua.
Existían 9 carpinteros, 5 herrerías, 1 panadería, 3 sastrerías, 1 cervecería, 19 tiendas y almacenes, 2 fondas, 2 molinos de vapor, 2 de viento y 3 hornos de ladrillo.
Un médico y 4 parteras eran los profesionales censados, lo que demuestra el ahinco, la fuerza de superación y la cultura del trabajo como medios del logro de una vida mejor.
Sin embargo, como lo plantea Gastón Gori en su ensayo dedicado a la fundación de Esperanza: "Los mismos colonos, las familias fundadoras fueron un hecho singular en la historia de nuestras colonias, pues tuvieron conciencia que allí, en el sitio de sus penurias y de sus ambiciones, estaba ocurriendo algo que nunca se había dado en este país. Lo demuestran la tradición oral, uniforme y persistente, y testimonios escritos por algunos de ellos."
Bibliografía:
Schopflocher Roberto: "Historia de la colonización agrícola en Argentina". Editorial Raigal. Buenos Aires 1955.
Gori Gastón: "Esperanza, madre de colonias". Editorial Colmegna. Santa Fe, 1875.
Esperanza. Pasaje. Topografía:
Corre de N. a S. desde 4000 hasta 4099 a la altura de Martín Fierro 600.
Se le impuso ese nombre por 22.012 del año 1956.
Recuerda a la primera colonia agrícola establecida en 1856 en la provincia de Santa Fe, gracias a Aarón Castellanos.