Entre Ríos y Artigas conformaron una verdadera unión histórica.
En 1813 comenzó a sesionar la Asamblea General Constituyente, que se proclamó representante de las Provincias Unidas del Río de la Plata, teniendo como objetivo declarar la independencia y sancionar una constitución, pero la preeminencia de un sector reaccionario, encabezado por Carlos María de Alvear frustró estos objetivos.
Entre Ríos no fue invitada a enviar un diputado a la Asamblea y para el “continente de Entre Ríos” vaga expresión geográfica que comprendía los territorios de Entre Ríos, Corrientes y Misiones, figuró como diputado el porteño Ramón de Anchoris. Esta designación arbitraria provocó malestar en los entrerrianos.
Artigas, por su parte, encomendó a sus diputados exigir en la Asamblea la inmediata declaración de la independencia, y la sanción de una constitución republicana y federal. Sin embargo Alvear logró rechazar los delegados artiguistas y postergar la declaración de la independencia.
Por esa razón, se produce la histórica creación formal de la provincia de Entre Ríos, ocurrida el 10 de septiembre de 1814 a través de un decreto del Director Supremo Gervasio Posadas.
La creación formal de la provincia de Entre Ríos en 1814, se llevó a cabo en pleno proceso de configuración política de lo que hoy conocemos como República Argentina, y su organización federal y republicana se debe en gran parte a la lucha de los entrerrianos en defensa del principio de autonomía provincial.
Para 1814, José Gervasio Artigas logró proyectar su influencia en todo el litoral argentino, fundamentalmente en Entre Ríos.
Su ideario federal y republicano provocó tensiones y conflictos con el gobierno de Buenos Aires. En este complejo escenario se produce la creación de esta provincia.
Artigas y el Gobierno de Buenos Aires.
Después de algunos combates, las tropas de Buenos Aires y las fuerzas artiguistas sitiaron a los realistas de Montevideo.
Sin embargo, ante el avance portugués sobre territorio oriental, el gobierno de Buenos Aires negoció con Elío el retiro de sus fuerzas porteñas.
Los revolucionarios locales y buena parte de la población de la campaña emigraron a Entre Ríos.
Una vez logrado el repliegue de los portugueses, otra vez se reiniciaría el sitio de Montevideo dirigida por Rondeau para librar al Plata de los últimos españoles.
Luego de las derrotas de los hispánicos, Artigas exigió a Alvear, que la ciudad fuese devuelta a los revolucionarios orientales.
Al producirse el retiro de los porteños, Artigas hombre ya prestigioso en su comarca, levantó bandera propia.
Entre Ríos se unió a Corrientes y Santa Fe, apoyándolo al rehusarse enviar representantes al Congreso de Tucumán, auspiciando otro organizado por el caudillo en Paysandú.
La provincia colaboró con Artigas hasta que Francisco Ramírez tomó el liderazgo de la causa federal, dando comienzo a una de sus más ensoñadas empresas “La organización de la república de Entre Ríos”.
Alrededor del ideario de Artigas se fueron aglutinando referentes y caudillos de distintas provincias como Corrientes, Córdoba, Entre Ríos, Santa Fe, los pueblos de las misiones y la Banda Oriental. Con ellos constituyó la Liga de los Pueblos Libres, para enfrentar en bloque a las pretensiones porteñas.
Francisco Ramírez, un bravo joven entrerriano, se plegó a las filas artiguistas y defendió el ideario federal frente a los sucesivos intentos del gobierno de Buenos Aires de suprimir la hegemonía de Artigas en la región.
En poco tiempo, se convirtió en el principal caudillo entrerriano y proyectó su influencia sobre el resto del litoral argentino.
En 1820, luego de que el Congreso de Buenos Aires sancionó una constitución centralista y pro-monárquica, Ramírez junto al caudillo santafecino López enfrentaron y vencieron a las tropas porteñas en la Batalla de Cepeda.
Los caudillos del litoral lograron eliminar la figura del Directorio y acordar una organización federal y republicana para las Provincias Unidas del Sur, a través del “Tratado del Pilar”, el primer pacto preexistente de nuestra Constitución Nacional.
Rodeado por todos lados por los lugartenientes de Francisco Ramírez y viendo su causa definitivamente perdida, el 5 de septiembre de 1820, José Artigas cruzó el río Paraná hacia el exilio en Paraguay, dejando atrás su patria y su familia.
El dictador paraguayo José Gaspar Rodríguez de Francia le dio refugio, pero cuidó que no conservara ninguna influencia política, ni mantuviera correspondencia con nadie fuera del Paraguay.
Su único acompañante durante el resto de su vida fue el Negro Ansina.
Confinado a la lejana e inhóspita Villa de San Isidro Labrador de Curuguaty, allí vivió cultivando la tierra hasta la muerte de Rodríguez de Francia y no causó problema alguno a las autoridades paraguayas.
No obstante su pasividad en el exilio, por mera precaución, fue arrestado algunas semanas después de la muerte del dictador, ocurrida el 20 de septiembre de 1840.
El nuevo gobierno de Carlos Antonio López, primer presidente constitucional del Paraguay lo trasladó a Asunción, donde disfrutó de su plácida ancianidad.
Allí falleció, diez años después, el 23 de septiembre de 1850, a los 86 años de edad.
En otras décadas, el entrerriano Justo José de Urquiza gobernaría a su provincia de una manera paternal, según se ha comentado con frecuencia. Le dio importancia a las obras públicas, a la educación y a las labores rurales. Acertó en las tres.
Bibliografía:
Historia de Entre Ríos, 1520-1969. Beatriz Bosch. Plus Ultra, 1978
Historia de Entre Ríos (1520-1910) por Leoncio Gianello, 1951.
Luna Félix: "Los caudillos". Edit. Planeta. Buenos Aires 1994.
Entre Ríos. Calle. Topografía:
Corre de N. a S. desde 1007 hasta 6300 a la altura de Córdoba 1300, Bv. Seguí 1300, Arijón 1300.
Se le impuso ese nombre por Ord. 3 del año 1905.
Recuerda a la evolución histórica de la provincia argentina de Entre Ríos.