CONWAY MARÍA ELIZABETH (1844 - 1903)

¿Cuántas maestras vinieron de los Estados Unidos, desde el año 1870 en adelante?
Entre 1869 y 1898 el gobierno argentino contrató a sesenta y uno maestras estadounidenses; probablemente también viajaron nueve docentes más que no estaban registradas de modo formal.


Vinieron con el objetivo de concretar un plan revolucionario para la época: “Tratar de acercar la educación a todos los argentinos, sin distinción de clases sociales ni sexo”.


Algunas también se lanzaron a la aventura con la firme intención de conseguir un marido criollo - nos dice Leonel Giordano en la revista Nueva, año 1995.


Habían partido desde el puerto de New York, hasta el de Seatle, ubicado en el Oeste de los EEUU de allí a Liverpool con destino a Buenos Aires, pasando por el cabo de Hornos, en el hemisferio Sur.

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Travesía que duró tres meses, pues todo era tan precario que el desembarco se hizo en tres etapas, del barco pasarían a una falúa situada a una milla de la costa barrosa y de allí a un bote que las condujo al pie de una escalera por la que pasaron a un muelle de endeble apariencia.


De su aspecto resaltaban las largas faldas grises, el sombrero de paja y su maleta barata asegurada con veinte vueltas de una cuerda.


“Ese era el aspecto de una señorita joven a punto de iniciar su trabajo de maestra de escuela en una película del lejano oeste” nos cuente Vladimir Nabokov en “Ada en el ardor”.

Luego de caminar por calles con veredas altas e irregulares, pavimentadas a trechos por guijarros tomarían por último un tramway tirado por caballos desnutridos hasta parar en el Hotel Nacional hasta que el Ministerio de Educación las distribuyese dentro de la geografía nacional.


Entre ellas María Conway pasaría de Buenos Aires a Tucumán,  cargada de sueños y con una gran cuota de realidad como era la buena oferta salarial y la perspectiva de ascensos rápidos en un país con menos competencia que el suyo.

 


Había nacido en Ballina, Tyrawley (Irlanda) en 1844 en el seno de una familia de posición económica desahogada.


En su adolescencia debió trasladarse a New York con su familia, donde asistiría a un colegio católico, el Sacred Heart en Rochester, donde recibió una educación integral y severa, graduándose de maestra.


Mary era robusta y decidida, desde sus quince año se veía” ligeramente morena de piel”, mejillas sonrientes, grandes ojos  negros y cabello fino y suave.


Era católica romana convencida y militante y con una amplia cultura porque los Conway eran profundamente dispuestos a que sus hijas recibieran una educación amplia y esmerada.


Tiempo después fue destinada a Paraná, destino que ella anhelaba al dejar Tucumán dejando los medios para lograrlo. Allí, estudió la lengua castellana a fin de dominar perfectamente nuestro idioma para cuando inaugurara la Escuela Normal.


María Conway escribiría a su hermana: “En la Argentina se gana más dinero y consideración que en ninguna otra parte” y sobre sus habitantes agregaba: “Más los conozco y más me gustan. Nada los detiene para ayudar a un amigo.”


A través de sus cartas la docente fue sin quererlo una escritora refencial de las formas de vida en los centros urbanos del siglo XIX.


Allí diría “En esta ciudad de 20.000 habitantes, sólo hay cuatro casas además de la escuela, que tienen vidrios en las ventanas.”


Enfermó de paludismo debiendo por ello viajar a Buenos Aires, donde logró recuperarse y trabajar en el Colegio Americano de la calle Reconquista 4, dirigida por su amiga, la señora de Trégent, quien falleció debiendo Mary Elizabeth tomar las riendas del establecimiento.


Su quehacer resultaría incalculable a tal punto que posteriormente debió traer nuevas profesoras de Inglaterra y Francia.


Conway se propuso formar a la mujer en aprendizajes docentes, que la habilitasen para la inserción laboral.


Su establecimiento fue floreciente hasta 1880, porque después el surgimiento de otros le restarían esplendor.


La crisis de 1890 la obligó a trasladarlo a un lugar menos atrayente con lo que perdió cierto status social.


Con su hermana trabajó ejerciendo la docencia a fin de sostener a los suyos que habían quebrado financieramente hasta que optó por trasladarse a Argentina en 1877.


Al residir transitoriamente en Rosario quedó escandalizada por la falta de sanitarios, narrando epistolarmente lo siguiente: “En español no existe una palabra para definir watercloset porque carecen de ello. Las familias ricas usan bacinillas, que las sirvientas transportan con toda naturalidad.” Se resistió a comer locro y puchero pero asimiló, el asado y las achuras.


Después de haber ejercido el magisterio durante casi 25 años murió en Buenos Aires el 3 de agosto de 1903, en plena soledad porque ese había sido su objetivo durante su existencia.


Un diario local dijo: "Tenía el temple de las mujeres de su patria, no tuvo una sola tregua en su tarea de enseñar, fue una batalladora y al mismo tiempo de espíritu cultivado y sociable."


Sus restos descansan en el cementerio de Boston, Massachusetts.

 

 

Bibliografía:
Houston Luiggi, Alice: "Setenta y cinco valientes. Sarmiento y las maestras norteamericanas." Pág. 146 - 156. Bs. As. 1959.

 

Conway. Calle. Topografía:
Corre de E. a O. desde 3100 hasta  3500, a la altura de Calderón 3400, paralela a Salvat 3100.
Se le impuso ese nombre por D. 4671 del año1977.
Recuerda a una de las notables maestras traídas por Sarmiento.