En las primeras décadas del siglo XX para la arquitectura rosarina, en plaza se obtenían elementos de importación de toda clase: mármoles de Carrara, maderas de tea norteamericana de gran duración y roble de Eslavonia, sanitarios y azulejos ingleses, mosaicos italianos y mayólicas de Calais.
La memoria popular recuerda que partían barcos cargados con cereal y volvían lastrados con materiales de construcción.
Nos dicen Juan Carlos Caride y María Cristina Butteri en “Arquitectura en Rosario”: “el proceso de edificación se encontraba bastante normalizado; mucho de lo necesario se encargaba por catálogo y existían moldes disponibles para vaciar las ornamentaciones, que así resultaban reiteradas.”
A partir de 1900 existía en nuestra ciudad una camada de profesionales, ingenieros y arquitectos, en su mayoría italianos, que conocían ampliamente lo que sucedía en otras capitales europeas.
Por entonces también Rosario parecía despertar artísticamente, como consecuencia de su desarrollo creciente como urbe.
Expresa Isidoro Slullitel en su "Cronología del arte en Rosario: "Los primeros nombres artísticos fueron decoradores extranjeros que trabajaron en las iglesias, los teatros, y las casas particulares.”
y sería Italia el país que más nos transmitiera su arte, como lo corrobora Rubén Naranjo al decir: "Sabemos de hombres que desde los Apeninos llegaron trayendo pinceles y colores en sus manos."
Muchos de ellos, tuvieron empresas de pinturas y decoración; y a imitación de Buenos Aires, la mayoría tenían los ojos puestos en Europa, hecho que impidió que la propia creación tuviera campo propicio en los comienzos de su actividad.
En 1904 al inaugurarse el teatro, "La Ópera", hoy (El Círculo) y el teatro Colón; esos plásticos encontrarían un interesante campo de acción.
Las opulentas residencias, muchas veces una cuestión de prestigio y ostentación del triunfo en el esfuerzo realizado, heredarían nubes, ángeles y figuras al estilo de la Sixtina.
Las imágenes eran alegóricas y académicas, realizadas con materiales resueltos decorosamente por sus empresas, materiales que han subsistido al paso del tiempo, y obras que han perdurado por la maestría con que fueron realizadas.
Para ellos, una definición de lo mejor no era más, pero tampoco menos que un elogio de la belleza e integraron la belleza con la armonía de las formas y colores.
Por ejemplo lo que fuera el Hotel Internacional y con anterioridad una residencia particular sobre la calle Entre Ríos (frente a la plaza Sarmiento) construida en 1888, donde había en una de las salas interiores, un techo decorado con ángeles y otras figuras alegóricas, realizado por un pintor cuyo nombre ignoramos.
Primitivamente se creyó que fuera obra del maestro Casella pero requiriendo datos de ese artista desconocido, sólo se pudo llegar a saber que no era italiano, y que le gustaba el buen vino; quizás dos rasgos reveladores, pero escasamente útiles para componer una biografía.
Mateo Casella si bien no dejó obra pictórica, dibujos o esculturas en Rosario, está fehacientemente comprobado que realizó magistrales escenografías en el Teatro Colón de Buenos Aires después de haber hecho tarea semejante en el Teatro San Carlos de Nápoles.
Junto a Doménico Morelli fundó en 1906 una academia que llamó "Instituto de Bellas Artes, donde aparte de enseñar a pintar y decorar con distintas texturas, organizó múltiples exposiciones de maestros y discípulos de Rosario.
En su taller ubicado en calle Sarmiento 548, Casella, propugnaría también intercambio de ideas entre maestros y discípulos, haciéndolos compartir los altibajos a los que los arrastraba su pasión por el arte y creando una conciencia plástica en la ciudad, la que le sería propia en adelante.
Congregó también en el Teatro La Ópera (hoy célebre Teatro El Círculo) a dibujantes, pintores y caricaturistas que habían sido consagrados en su academia.
Bibliografía:
Slullitel Isidoro: "Cronología del arte en Rosario". Editorial Biblioteca Constancia Vigil. Rosario, 1968.
Casella. Pasaje. Topografía:
Corre de N. a S. desde 1700 al 1799, a la altura de Av. Pellegrini 4400. Barrio Bella Vista.
Se le impuso ese nombre por Dr. 23.341 del año 1960.
Recuerda a Mateo Casella, pintor y escenógrafo italiano que fundara en Rosario la Academia Doménico Morelli.