Cuando don Enrique Casaubón en enero de 1901, colocó a su hijo Roberto, de quince años de edad, en el banco Francés del Río de la Plata, creyendo que su porvenir estaba asegurado y que llegaría a ocupar un cargo de jerarquía dentro de esa institución bancaria. Estaba muy lejos de suponer que el muchacho duraría poco en su empleo, porque otra sería su vocación.
Tres años escasos ocupó ese puesto porque en 1904 renunció y con José Razzano, el compañero de Gardel efectuaría excursiones a Montevideo en los vapores de la carrera, realizando parodias e imitaciones ante los pasajeros pasando luego el plato o la gorra como los saltimbanquis callejeros, monedas que le permitirían pasar uno o dos días de vacaciones en la capital uruguaya.
A Parraviccini le hablaron de ese artista improvisado y al escucharlo, impresionado por la natural capacidad de humorista, lo invitó a su camarín y ante la presencia de empresarios y amigos, Casaubón hizo alarde de su arte imitando diversos personajes de distintas nacionalidades y distintos ámbitos.
En 1910 lo incorporó a su elenco y afrancesaría su apellido, llamándose de ahí en más para el público, Roberto Casaux.
Al destacarse de inmediato por sus dotes de intérprete al lado del gran bufo, tomó conciencia de su labor y no dudó en emanciparse y prontamente vinculado a Joaquín de Vedia, éste lo llevaría de triunfo en triunfo, en obras difíciles de realizar, representando tanto piezas episódicas como personajes extranjeros o tragicómicos.
Cuando Parraviccini partió a Europa en 1911, Casaux con 26 años cosechó en el escenario del Chantilly, aplausos y excelentes críticas, particularmente con la obra "El tango en París" de García Velloso.
En 1915 Casaux, que tenía la ambición de trabajar en grandes obras, ingresó en la compañía que encabezaban Angelina Pagano y Francisco Ducasse que actuaba en el Teatro Apolo dirigida por Joaquín de Vedia; este último reconoció los méritos de Casaux y se convirtió en su certero guía.
Encarnó allí a personajes cómicos definidos, como al inglés de El halcón, de José León Pagano, al vasco de Las de Sarrasqueta, de Juan José Pellerano, al provinciano de Las curas milagrosas, de Diego Ortiz Grognet. Con Vedia pudo desarrollar sus condiciones para evaluar las obras dramáticas, estudiar los papeles –principalmente personajes de otras nacionalidades- y lograr la composición adecuada. Cuando estaban representando La dote, de Alfredo Duhau, y ensayando Los cimientos de la dicha, de Emilio Berisso, Pagano y Ducasse se enteran que la actriz no tendría un gran papel en la próxima obra a preparar, por lo que dejan la compañía.
Con su propia compañía
Casaux se quedó junto a Rosich y Arseno Mary y el nuevo rubro después de debutar con aquella pieza puso en escena pocos días después El distinguido caballero, de José Antonio Saldías y Raúl Casariego, que significó la consagración de Casaux.
Además de quienes encabezaban el rubro, actuaban en la nueva compañía Pierina Dealessi, Esperanza Palomero, Enrique Serrano, Felisa Mary, Domingo Sapelli, Amalia Bernabé y César Ratti.
Durante 1916 estrenaron, entre otras obras, El movimiento continuo, de Armando Discépolo y Rafael José De Rosa, Sancho Panza en el gobierno, de Matías Calandrelli, La casa de las Morales, de Roberto Lino Cayol, Como flor de camalote, de Otto Miguel Cione, Cosas de América, de Adolfo Cortinas, Nuestras dueñas, de Roberto Gache, El señor juez, de Delio Morales, La quimera de un romántico, de Adolfo Mujica y Los vegetarianos, de Diego Ortiz Grognet.
En 1917 Salvador Rosich se separa de la compañía y el 16 de marzo estrenan Río revuelto, de José Valliera y Armando Lázaro, pieza en la cual Casaux forma pareja artística con Lola Membrives, que debutaba en la escena local.
Ese año presentaron, entre otras obras, El novio de Martina, de Camilo Darthés y Carlos S. Damel, El caballo de Bastos, de José Antonio Saldías, La rueda de los inútiles, de Cayol, La ínsula de don Felino, de Arturo Lorusso, La humilde quimera, de Vicente Martínez Cuitiño y La familia de mi sastre, de Federico Mertens.
El crítico Alfredo de la Guardia escribió sobre Casaux:
En 1916 al interpretar "El distinguido ciudadano" de José A. Saldías llegó la oportunidad siempre esperada de su consagración, por la soltura del lenguaje, la vivacidad de los gestos y la malicia criolla tan típica de ese tipo de politicastros duchos en componendas electorales, que en todos los tiempos existirán.
Cuando en 1917 Casaux tuvo a su cargo por primera vez a un personaje de origen alemán, el profesor Regemburg en la pieza Instituto internacional de señoritas, de García Velloso, tomó lecciones de aquel idioma para mejorar su fonética. El éxito de su representación en la crítica y el público hizo que otros autores escribieran comedias con personajes de ese tipo y fue así que Casaux estrenó El profesor Muller (1919) y Kolosal (1920), de Ricardo Hicken.
En 1918 Casaux estrenó Las termas de Colo-Colo, de García Velloso, donde personificó al noble español Ramiro Velazco. Otro papel que le brindó satisfacciones en la crítica fue el Moisés Ravinowiski de la obra La Bengalí, del mismo autor.
Casaux en 1920 y 21 no había quien lo igualara en la representación magistral de hombres pintorescos de la vida de las ciudades, como "El vasco de la carretilla", "El vasco de Olavarría", "El gringo Barattieri", "Profesor Müller", "A cara limpia", entre otras tantas puestas en escena.
El origen del hombre (1923) de Arturo Cancela, El amigo Krauss (1922), de Alejandro E. Berruti, La fórmula Kadddembach (1925]], de Federico Mertens y Josué Quesada, La familia Pickaerpach (1927) de Federico Mertens y Mi amigo el diablo (1928) de Francisco Collazo y Tito Insausti.
En el escenario componía sus imitaciones, con tal profusión de elementos detallados y estudiados tanto estructura física, voces y ademanes, como la vestimenta adecuada, que sin decir palabra, el espectador podía establecer la identidad de las figuras.
Los autores del momento lo veían como un actor cosmopolita, sin embargo cuando le cupo encarnar un personaje criollo le costó hacerlo, más después de horas y horas de ensayo ante el espejo de su camarín, lo hizo admirablemente. La obra fue "El grillo" de González Pacheco en 1929.
Casaux así como fuera de la escena, es decir a la salida del teatro se mostraba como un hombre parco y cortante, en su vida privada demostraba na gran afectividad - según palabras de su esposa - aparte le encantaban las tertulias con amigos después de la función a modo de prolongación de su hogar.
Cuando el 22 de mayo de ese mismo año corrió por la ciudad la noticia de su muerte, Buenos Aires se sintió consternado. Tenía sólo 43 años.
Sus restos fueron trasladados al teatro Nuevo - en la actualidad Teatro General San Martín - en cuyo foyer se levantó una severa capilla ardiente, por la que desfiló una muchedumbre acongojada y silenciosa durante más de un día.
Un suelto del diario "Última hora " del 29 de mayo expresaba: "Roberto Casaux sacudió a esta ciudad indiferente y el paso de su cadáver hizo recordar a mucha gente que desaparecía una de las figuras más grandes de nuestra escena. Millares de personas que habían reído con sus magníficas creaciones fueron a decirle adiós bañados en lágrimas..."
Bibliografía:
Viale Paz, Julio C.: "Recuerdos del teatro". Publicación Continente. N°78, setiembre 1953.
Suelto del diario "Última Hora" del 24 de mayo 1929.
Casaux. Pasaje. Topografía:
Corre de N. a S. desde el 200 Bis al299Bis, a la altura de Los Podestá 8800.
Se le impuso ese nombre por D. 4664 de setiembre de 1977.
Recuerda al popular actor de teatro Roberto Casaux (1885-1929) de jocunda figura y sonrisa melancólica que supo arrancar risas delirantes en el público.