CARRIEGO EVARISTO (1883 – 1912)

Durante su niñez se trasladó junto a su familia al barrio de Palermo (barrio de compadritos) en Buenos Aires.


Había nacido en Paraná el 7 de mayo de 1883, y de niño ya residente en la capital siguió conservando las viejas tradiciones de la provincia de Urquiza.


Su casa estaba ubicada   sobre calle Honduras entre Bulnes y Mario Bravo.


No tardó en convertirse en uno de los mejores intérpretes del suburbio porteño al vivir una atmósfera alucinante de un Bs. As. de principio de siglo donde abundaban tertulias literarias en cafés nocturnos como La Brasileña o Los Inmortales como prolongación de las redacciones de los diarios La Nación y La Última Hora.


Allí recibió el influjo de Rubén Darío y según Melián Lafinur “impresionaba con aquella mirada penetrante y como humedecía de melancolía. Así también fueron sus versos por que Carriego fue la síntesis espiritual del suburbio porteño que por desgracia está perdiendo su antigua personería de intensa sugestión poética.”


Tempranamente fue colaborador de Caras y Caretas y en la fugaz revista Papel y Tinta, como en Ideas y Figuras de Alberto Ghiraldo. También  escribió en la publicación policíaca L.C (Ladrón Conocido), en la cual aparecieron algunas poesías suyas de estilo arrabalero.


El principal encanto de sus poemas fueron su sobriedad y la desnuda sencillez de su realización, hablando en tono confidencial, en una conversación amistosa.


Carriego cantó a los desheredados, y a los tristes de los barrios, por que él sentíase un despodeído, a pesar de pertenecer a una familia tradicional y opulenta de la provincia entrerriana contemporizando en la gran capital argentina con bohemios y trasnochados.


 La suya fue por entonces, una existencia lineal, sin exabruptos, sin hitos memorables. Vivió de ciertos cariños íntimos, del amor de una muchacha muerta y , de los amigos seguros.


Después visitó redacciones y revistas, anarquistas, algunas -anarquizantes, como se auto adjetivaría Carriego en un relato.


Allí conoció a Juan Más y Pi, quien, junto con Marcelo del Mazo, serían sus  amigos más  cercanos e identificados tanto con el anarquismo como con  las letras.


Son años de discusiones sobre las ideas importadas y la literatura que se está haciendo: "...el centro aquel tan curioso -dice Más y Pi-, que se constituía en la redacción de La Protesta, que era entonces, un diario anarquista simple de ideas, donde se hacía más literatura que acracia, y donde el encanto de una bella frase valía más que todas las aseveraciones de Kropotkin o de Jean Grave".

Se inició masón el 3 de julio de 1906 en la Logia Esperanza Nº 111 junto con Florencio Sánchez, autor de “M’hijo el dotor” y  creador del término “Canillita” para designar a los vendedores de diarios callejeros, también fe ideas anarquistas.

 

Algunos críticos han querido hallar en él una tendencia nostálgica del tango aunque expresara su argumento de un modo culto.


Escribió múltiples poemas como “Las manos”, “El alma del subuirbio”, “La viejecita”, “Residuo de fábrica” y “Los perros del barrio”. Ésta última obtuvo gran resonancia porque fue uno de los primeros que embelleció el arrabal con sus convulsiones, sus dilemas y sus carencias.


Dejó una obra de teatro “Los que pasan” que fuera estrenada en el Teatro Nacional de Buenos Aires el 16 de noviembre de 1912 o sea muy  pocos días  después de su muerte, producida  el  día 13 de octubre.


Al sepultar sus restos en el cementerio del Oeste muchos pronunciaron significativos discursos póstumos, entre ellos Marcelino del Mazo y Charles de Soussens.

 

Bibliografía:
Martínez Cuitiño, Vicente: “El café de los inmortales”. Pág 102 – 106. Bs. As. 1954.
Giusti, Roberto F: “Nuestros jóvenes poetas”. Bs. As. 1912.

Carriego. Calle. Topografía:
Corre de N. a S. desde 90 Bis al 1600, a la altura de Humberto 1° 1600; Av. Eva Perón 4700 y Pellegrini 4700.
Se le impuso ese nombre por O. 28 del año 1927.
Recuerda al poeta Evaristo Carriego (1883 – 1912), idealista de acentuada tendencia social.