En 1548, por la media docena de lánguidos pueblos que constituían la Gobernación de Venezuela, empezó a extenderse la información de que en un alto valle cerca del mar, poblado por los indios “caracas” existían ricas minas de oro como resultante se inició una vertiginosa búsqueda del tesoro por parte de los conquistadores.
El primero en aparecer fue Francisco Fajardo, valiente mestizo que se presentó en la costa buscando apoyo entre los parientes indígenas de su madre. Fundó el pueblo El Collado sobre la costa.
Prosiguiendo tierra adentro en el valle de Maya erigió una ranchería con el nombre de San Francisco que fuera destruida por los lugareños.
Otros llegaron en busca del oro, sin hallarlo y sin poder afincarse en la región combatida por los malones, hasta que en 1567 don Diego de Losada, pudo tomar posesión y reconstruir el desaparecido poblado de San Francisco.
Las Actas de Cabildo declaraban que en el siglo XVI la vida era estrecha y monótona, limitados tanto los españoles a cosechar de sol a sol.
Sumidos en la pobreza determinaron enviar al rey de España un nuevo vecino Simón de Bolívar (Ancestro del libertador,) solicitando aplicar la mita y el yanaconazgo más la importación de esclavos negro de Guinea.
Durante el siglo XVII el sueño de las minas de oro se desvaneció hasta que dos siglos después fue cuando Caracas cobró la fisonomía que adoptó hacia delante, cuando el nuevo estilo de los Borbones fue transplantado a América. En esa época los vizcaínos llegaron a esos lares con nuevos proyectos de vida.
Empezó entonces Caracas a ser la capital de un territorio que se extendía desde los valles del Tuy, los del Aragua más las largas leguas de la sabana llanera hasta las márgenes del río Orinoco.
Es decir, eran dueños de las plantaciones de añil, cacao y otros cultivos tropicales, los señores que la poblaban.
Tenía Caracas más de 200 años al pie del Ávila sin que nadie se animara a escalarlo hasta que el barón de Humoldt con un grupo emprendió la ascención hasta la cima. Cuando se disipó la bruma avistó un verde esmeralda del valle entre las colinas y al otro lado la extensión azul del mar.
En su descenso portaba muestras de plantas desconocidas y minerales como la medición de la altura del monte.
El Ávila permaneció pequeño en su estructura mientras Caracas se hizo grande en su expansión.
En el proceso de la Independencia, asumió plenamente la función de Capital y cabeza de la nueva nación llamada Venezuela.
Había nacido en ella en 1783 el Libertador Simón Bolívar quién estando en Roma en 1905 juró sobre el Monte Aventino no descansar hasta conseguir la libertad de América.
Bibliografía:
Uslar Pietri, Arturo en su artículo: “Caracas, ciudad vertiginosa”. Tomo 19 de la Enciclopedia Cultural Universitas. Salvat Editores. Año 1959.
Caracas. Calle. Topografía:
Corre de N. a S. desde 2600 al 3099, a la altura de Bouchard 3400, barrio Cuyo.
Carece de designación oficial y recuerda a la ciudad capital de Venezuela.