Cuba consagró como Símbolo Nacional a la flor que la ciencia llama “Hedychium coronarium” de la familia de las Zingiberáceas, comúnmente conocida en los pueblos americanos con el nombre vulgar de Caña de ámbar y que en cubano criollo todo el mundo especifica con el cadencioso de Mariposa.
Sus flores amariposadas y blancas, con su exquisito y delicado perfume, adornan los “bouquets” de lindas novias en el ara de los altares donde se rinde culto a la que Patrona de la tierra cubana, como embelleciendo la mesa donde se concentra la alegría del vivir o en la tumba fría y sola donde duerme los que han muerto para el mundo, pero para los hijos no.
Junto a los emblemas sagrados en que los pueblos de América encarnan la expresión de su soberanía, de su independencia y su libertad, junto a su bandera, a su escudo y a su himno nacional ponen todos y cada uno de ellos a una flor, que es expresión de su espíritu delicado, de su alegre vivir y del optimismo con que miran el mañana indescifrable.
Con ello, los pueblos de hoy al igual que los de antaño, pretenden simbólicamente expresar a través de las lindas flores, los pensamientos que enaltecen, rindiendo al propio tiempo el culto delicado que Egipto, Grecia y Roma a las flores rendían.
Cuba, la que es la “tierra más hermosa” por ser el jardín eterno de Madre Natura, la que es el embeleso del que canta y del que ríe, del que sufre y del que llora, del que ama y que trabaja, no podía quedarse sin elegir, entre sus mil y mil filigranas de jardines y vergeles, de sus montes y sus campos una flor que de todas fuera señora y reina.
La misma serviría para personificar la grandeza que aureola la blancura de la estrella solitaria de su plácida bandera, el perfume de su historia y de sus glorias y la forma delicada de sus ansias de vivir envuelta siempre entre optimismo, grandeza y colorido y al efecto puso sus ojos en aquella que es adorno y gala de sus más lindas mujeres y que viene a ser para ellas lo que el Mirto del Arbol de Venus para las matronas romanas que en él veían y en su perfume el divino talismán que garantizaba siempre su belleza y sus encantos.
Cuba escogió la que tiene toda la albura y nitidez de su blanca estrella solitaria; un perfume exquisito y penetrante que donde esté la delata y que busca como cuna el rumor de la fontana, las caricias del arroyuelo y el frescor del agua pura y cristalina.
“Quien la contempla y admira, quien su aroma respira, quien en su albura repara no puede menos de admirar la belleza soberana de la linda flor lozana que Cuba escogió consagrándola su Flor Nacional.
Poesía que Jorge L. Borges le hizo a esta bella flor.
He aquí una flor
llamada caña de ámbar.
Es recuerdo querido de una tarde
en que me dio su boca una palabra
dichosa como un beso.
Esas líneas publican mi secreto
semejante al de todos.
¿A qué apilar altos alardes verbales,
decoro de sentencias y de imágenes,
para decirte lo que sabes?
También tú junto a la esperanza viviste
y hubo en ti dicha dolorosa, desolación de ausencia
y gloria inconstante
y certidumbre venturosa entre dudas
y amartelada gustación de otra alma.
Quiero que ante esta flor y esa palabra
nos reconozcamos iguales
como ante una común música patria.
Bibliografía:
La Nación – “Delicada flor de Invierno”. Año 2012, Buenos Aires.
Caña de ámbar. Calle. Topografía.
Corre de E. a O. a la altura de España 6600.
Se le impuso ese nombre por D. 38.200 del año 1969.
Recuerda a la Caña de Ámbar o “Mariposa”, Flor Nacional de Cuba, cuya blancura representa la pureza de los ideales independentistas, símbolo de la paz.