Porteño puro era por adopción, Francisco Canaro. Se definió así mismo en la búsqueda de sus motivos artísticos.
Porteño anacrónico de la ciudad que ya se perfilaba como gran ciudad, hoy crecida en cemento y millones.
Tradicionalmente porteño por su mentalidad y sus preferencias y junto a otros músicos llegó a construir la denominación genérica de” porteñismo.”
Tanto su nombre verdadero como el artístico fueron Francisco Canaro, nacido en José de Mayo (Uruguay), el 26 de noviembre de 1888.
Trabajó desde muy niño repartiendo diarios y entre otras tareas fue pintor de brocha. Por razones económicas y a su falta de trabajo decidió trasladarse a Buenos Aires donde comenzó tal vez sin proponérselo a cristalizar su vocación artística; así en 1906 debutó con un cuarteto en un pueblo llamado Rancho y de ahí en más siguió con un quinteto a expresar con su música su visión del sentir del pueblo.
Reitero eligió como compositores favoritos aquellos que escribieran con fe poniendo en su música lo que el pueblo quería.
Le preguntaron una vez ¿Qué orquesta admira? Y dijo: “Todas aquellas que ejecutan el tango como nosotros lo vimos crecer, bien nuestro y bien porteño”.
Por la estructura de sus piezas musicales Canaro con su orquesta típica hace efectos, reflexiones y argumentos vitales acompasados armoniosamente, llegando a grabar siete mil títulos.
Después de haber cumplido gallardamente más de 500 representaciones en el escenario - del Teatro Presidente Alvear - en dos brillantes temporadas - el domingo 8 de junio cayó el telón sobre el último cuadro de la exitosa comedia musical “Tangolandia” con letra de él.
Mismo, con la satisfacción de haber batido un récord de boletería en las tres secciones de los últimos tiempos de actuación, lo que indicaba sin lugar a dudas que la comedia bajaba de cartel en el apogeo del éxito.
La resolución del maestro Canaro fue inevitable. Su salud estaba quebrantada y necesitaba descanso para restablecerse totalmente, de acuerdo al diagnóstico de los médicos que lo asistían y al apoyo de su esposa que siempre compartió su vida.
Unicamente un hombre de su temple –y a su edad- pudo actuar durante consecutivas noches sobreponiéndose a su malestar que casi lo quebraba, desde antiguas dolencias. Indudablemente, el esfuerzo realizado por el popular - Pirincho, era el precio de no querer poner en escena obra suya sin su presencia. Debió trasladarse a las Termas de Río Hondo.
Observando reposo absoluto y reparador que le permitiese volver a participar en la dura lucha por el éxito del tango, en el que siempre estuvo empeñado. Tanto es así que volvió a reaparecer unos meses después al frente de su gran compañía, exhumando una obra inolvidable para él: “Rascacielos”.
Su alma de porteño de ley, apagóse el 14 de noviembre de 1964.
Bibliografía:
Revista Cantando N°57, en su edición 6 de mayo de 1958.
"Sentir el tango." Fascículo N°35. Ediciones Altaya S.A. Buenos Aires,1997.
Canaro. Calle. Topografía:
Corre de E. a O. paralela a Av. San José de Calasanz 8700.
No tiene designación oficial.
Recuerda al gran maestro don Francisco Canaro, compositor y director de
Orquesta que recorriera el Viejo Mundo haciendo recrear nuestro tango.