BOUCHARD HIPÓLITO (1780 – 1843)

“Siempre los marinos fueron profesionales de la aventura, el coraje y convivieron con el fuego”, sería la expresión a modo de prólogo del libro “El coraje y el fuego” de Mario Cordera Ibañez, que abarca la pintoresca  historia de piratas y corsarios desde Polícrates - un tirano que gobernó la isla griega de Samos en base al pillaje marítimo -  hasta el mayor corsario argentino Hipólito Bouchard.


“El capitán Bouchard, a cuya dirección fue fiada La Argentina y su fortuna, reunía en sí, física y moralmente las cualidades y los aspectos de un héroe aventurero – lo describe Bartolomé Mitre – Al emprender su viaje en 1817, hallábase en todo el vigor de la juventud, pues sólo contaba entonces poco más de 33 años”


Había nacido en Saint Tropez (cerca de Marsella), Francia, el 15 de enero de 1780. Prestó servicios en la marina mercante de su patria, en sus años juveniles. Se  dice que había sido capitán de un buque corsario, combatiendo repetidas veces contra cruceros ingleses.


En uno de esos buques corsarios llegó a las playas de América, encontrándose en Buenos Aires en 1809.


El gobierno patriota aceptó  sus servicios navales  y con fecha 1º de febrero de 1811, era nombrado  primer capitán  del bergantín  de guerra “25 de Mayo”, con el cual concurrió al combate de San Nicolás, el 2 de marzo de 1811.


En 1812 integraría el Cuerpo de Granaderos a Caballo de San Martín, combatiendo en San Lorenzo el 3 de febrero de 1813.


Pero Bouchard amaba el mar por instinto y así una vez casado con Norberta Merlo, se hizo cargo de la corbeta Halcón adquirida por su pariente político, el rosarino Anastasio Echeverría, con la cual se  lanzaría  a una atrevida expedición al Pacífico que conducía Guillermo Brown con su nave la Hércules.


Las Provincias Unidas del Río de la Plata oficializaron la guerra de corso, reglamentándola por decreto del 18 de noviembre de 1816,  al que le siguió el Reglamento Provisional del Corso del 15 de mayo de 1817.

Para aquéllos que suponen que esta típica forma de guerra se realizaba sin ninguna sujeción a regla moral y sin respeto a los sagrados derechos de humanidad, basta leer ese reglamento para ilustrarse sobradamente sobre las obligaciones que contraían los corsarios al extendérseles sus patentes como tales, que eran normas dictadas para garantizar los principios de libertad en el mar, hacer la guerra al comercio español e impedir el tráfico de negros esclavos. Gran Bretaña por entonces  en cierta ocasión, reconocería la responsable acción de los corsarios basada en las normativas que ya había establecido  la Asamblea del Año XIII en  favor de las libertades de los esclavos.


La misión encomendada a la fuerza naval era la de propagar los principios de la revolución libertadora en las costas hasta entonces tranquilas del Pacífico, obtener informaciones sobre las fuerzas realistas en campaña, en Perú y Chile y estado de opinión de los pueblos, atacar el comercio realista y distraer la atención de las autoridades de lima y Santiago de Chile sobre los aprestos que el general San Martín realizaba en Mendoza para el Cruce de los Andes y posterior desplazamiento al Perú.


Puestos de acuerdo los dos jefe corsos se dividieron el Pacífico. Brown con la Hércules y La Trinidad se dirigiría  a la isla de  Juan Fernández con el objeto de liberar a presos patriotas chilenos, confinados en esa solitaria tierra insular del Pacífico, y Bouchard con su Halcón tomaría a su cargo el recorrido del litoral  que abarcaba las costas de Chile y Perú, es decir desde Valparaíso al Callao.


En sus primeras correrías ambos capitanes conseguirían,  en ataques aislados,   capturar a los hispánicos la goleta Mercedes, la fragata Gobernadora y otras embarcaciones.


En aguas del puerto y fortaleza del Callao, después de hundir la fragata Fuente hermosa  abordaron y capturaron la fragata española Consecuencia que venía de España trayendo al gobernador nombrado por el rey, portando un importante botín de guerra y correspondencia.


Más tarde cedida a Bouchard  se inmotalizaría con el nombre de La Argentina,  que una vez armada en Buenos Aires, reitero, cuyo costo financió el rosarino Echevarría, formidable crucero de 38 cañones y 250 hombres de tripulación partió el 9 de julio de 1817 de la ensenada de Barragán al grito de ¡Viva la Patria!


Sus infortunios serían grandes: continuos trabajos, pérdida de vidas humanas, penurias, enfermedades  y tempestades, una verdadera campaña azarosa y alocada de dos años, dando la vuelta al mundo llevando la bandera argentina por distintos países y mares de la Tierra.


En 1820 ya de regreso se enroló en las huestes de San Martín en la campaña al Perú y sería entonces este último país que adoptara  como  su tierra natal.

 

Bouchard. Bulevar. Topografía:
Corre de E a O desde el 2600 hasta 4999 desde B. Polledo hasta calle 1362.
Se le impuso es nombre por Ord. 688 del año 1950 y por D. 9599 de 1950.
Recuerda a Hipólito Bouchard (1783 –1843) capitán que llevó a cabo una campaña azarosa y valiente de dos largo años, dando la vuelta al mundo y ostentando la Bandera argentina, al tomar varios puertos americanos.